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Servir en el espíritu humanopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3844-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 8 Sección 3 de 5

Las riquezas divinas en el espíritu mezclado

Debemos dedicar tiempo a leer y orar-leer todos los versículos referentes a la manera en que el apóstol Pablo servía a Dios en su espíritu. Antes Pablo había sido una persona celosa en su servicio al Dios de sus antepasados, pero era celoso en sus emociones naturales. Ahora ya no es celoso en sus emociones naturales, sino que es ferviente en su espíritu regenerado y tiene carga en su espíritu.

Hechos 19:21 dice que “Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén”, y Hechos 20:22 dice que él iba a Jerusalén “ligado en espíritu”. Algunas versiones de la Biblia escriben la palabra espíritu con mayúscula en estos dos versículos, puesto que en el griego aparece con el articulo definido: el Espíritu. Es muy difícil determinar si el espíritu mencionado en Hechos 19:21 y 20:22 es el Espíritu Santo o si es el espíritu humano de Pablo, puesto que en aquel entonces el Espíritu Santo era un solo espíritu con el de Pablo. El apóstol Pablo era una persona que tenía un espíritu mezclado. Según 1 Corintios 6:17: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. ¿Quién puede decir si este espíritu es humano o divino?

Necesitamos ver que todo lo que el Padre es, está ahora en el Hijo, y todo lo que el Hijo ha obtenido, logrado y realizado, con todo lo que el Padre es, se halla ahora en el Espíritu Santo (Jn. 16:14-15), y el Espíritu Santo, que es la electricidad celestial, ha sido instalado en nuestro espíritu. ¡Esto es estupendo, es algo muy maravilloso! Estamos unidos al Señor quien es el Espíritu vivificante. Por tanto, somos un solo Espíritu con Él (1 Co. 6:17). Siempre que ejercitemos nuestro espíritu, incluso un poco, el Espíritu divino y todo-inclusivo con toda la plenitud y las riquezas de la Trinidad de la Deidad, se mueve inmediatamente dentro de nuestro espíritu. Todo lo que está incluido en esta electricidad celestial se mueve y opera en nosotros. No es algo insignificante prender el interruptor. Cuando encendemos el interruptor, obtenemos todos los elementos de la electricidad. Si ejercitamos nuestro espíritu, todas las riquezas, toda la plenitud de la Trinidad de la Deidad—el Padre, el Hijo y el Espíritu— están disponibles a nosotros.

EJERCITAR NUESTRO ESPÍRITU
PARA EL CUERPO DE CRISTO

Hemos visto claramente que el Cuerpo de Cristo está absolutamente en el Espíritu Santo y que el Espíritu Santo está absolutamente en nuestro espíritu. Por tanto, el Cuerpo de Cristo es un asunto totalmente en nuestro espíritu. El libro de Efesios confirma esto. Efesios 1 nos dice que sólo podemos ver la iglesia en nuestro espíritu (vs. 17-23). Efesios 2 nos dice que la edificación de la iglesia, el Cuerpo, tanto universal como localmente, es en nuestro espíritu (vs. 20-22). Después el capítulo 3 nos dice que tenemos que ser fortalecidos en nuestro hombre interior, el espíritu humano regenerado (v. 16). El capítulo 4 nos dice que somos renovados en el espíritu de nuestra mente (v. 23), y el capítulo 5, que tenemos que ser llenos en nuestro espíritu humano hasta la medida de la plenitud de Dios (v. 18, con 3:19). Por último, el capítulo 6 nos dice que tenemos que orar como la iglesia, como el Cuerpo, en el espíritu (v. 18). En todos estos versículos, podemos ver que el Cuerpo es algo que es completamente en nuestro espíritu.

Siempre que nos volvemos a nuestro espíritu y ejercitamos nuestro espíritu, tocamos el Cuerpo, puesto que el Cuerpo está en nuestro espíritu. Cuando ejercitamos nuestro espíritu y tocamos el Cuerpo, no sólo obtenemos poder, sino también la autoridad, debido a que el Cuerpo se identifica con la Cabeza que está en el trono, con el señorío, con la posición como cabeza y el reinado. La autoridad de la Cabeza se halla en el Cuerpo. Cuando ejercitamos nuestro espíritu, tocamos el Cuerpo, y cuando tocamos el Cuerpo, estamos en la autoridad de la Cabeza. Al realizar cualquier negocio se necesita trabajar con cierto capital. Podríamos decir que la autoridad de la Cabeza es el capital para nuestro servicio. El capital que necesitamos para servir es la autoridad de la Cabeza, y la manera de tocar esta autoridad es por el ejercicio de nuestro espíritu. Tocamos el poder de la electricidad al encender el interruptor. De la misma manera, tocamos la autoridad de la Cabeza cuando ejercitamos nuestro espíritu. Esto no es un asunto insignificante.

Muchos queridos santos son débiles puesto que dañan su espíritu. Entonces, en la práctica, se encuentran fuera de la realidad del Cuerpo. Cuando estamos fuera de la realidad del Cuerpo, somos impotentes, carecemos de poder porque hemos perdido la conexión práctica con el Cuerpo. Nuestro espíritu puede ser dañado por un poquito de chisme, una pequeña murmuración o un pequeño descontento. Incluso un pedazo de papel muy delgado que se mete entre los cables del interruptor puede cortar la corriente eléctrica. Cuando esto ocurre, se pierde el poder. Alguna murmuración, algún chisme o estar un poco descontentos con ciertos hermanos es suficiente para cortarnos del fluir de la electricidad divina.

Quizás pensemos que un chisme o alguna crítica de otros no tiene importancia. Pero tal como un pedazo de papel muy delgado puede cortar la corriente eléctrica, un solo chisme o crítica es suficiente para sacarnos del espíritu, y por tanto, sacarnos de la realidad del Cuerpo. Por experiencia, conozco muy bien que un asunto muy pequeño en mi espíritu puede desconectarme del fluir de la electricidad celestial. Entonces mi experiencia del poder y de la autoridad se acaba, se termina por completo. Ya no hay poder ni autoridad, puesto que el poder y la autoridad de la Cabeza están en el Cuerpo y no en mí de forma individual, y el Cuerpo es un asunto totalmente en el espíritu. Por tanto, todo el tiempo necesitamos mantenernos en nuestro espíritu conectado al Espíritu Santo. Entonces no sólo tendremos el poder, sino también la autoridad de la Cabeza. Cuando nos volvemos al espíritu, entramos en la realidad del Cuerpo, y en el Cuerpo somos vigorizados y autorizados por la Cabeza.


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