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Busqueda del cristiano, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4158-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 8 Sección 3 de 3

LA META CRISTIANA ES DIOS MISMO

El problema hoy es que el disfrute de lo material ciertamente conduce a la concupiscencia del mundo. Además, el hombre al caer entró en el mundo de las cosas materiales. Sin embargo, una escasez de alimento y de vestido son verdaderos problemas personales. Cuando estas circunstancias se presentan, ¿cómo deben vivir los cristianos en la tierra? Algunos describen el corazón del pueblo chino como un corazón centrado en el dinero. Dicen que los chinos y los judíos son los únicos dos pueblos en la tierra que verdaderamente aman el dinero y que en particular los chinos adoran a dioses para hacerse ricos. Me temo, que ahora algunos han creído en Jesús con la intención de conseguir riquezas, pues los testimonios que ellos dan no edifican en absoluto. Por ejemplo, alguien dijo: “Ayer por la mañana compré un cargamento de telas, pero en la tarde el precio subió. Gracias al Señor he podido ganar mucho dinero”. Consideren este otro ejemplo: una anciana ora por su hijo que ha salido de la ciudad en un viaje de negocios, y dice: “Oh Dios, protege a mi hijo, guárdalo de accidentes y bendice su negocio. Tú sabes que nuestra familia de diez miembros depende económicamente de él”. En realidad, esta clase de testimonio y oración no están de acuerdo con el deseo de Dios. Si Dios tiene misericordia de ustedes, no los hará ricos, porque la riqueza es Satanás mismo disfrazado. Para hablarles con franqueza, les digo que ése es el mundo y ése es el pecado; en realidad ésa no es una bendición. Debido a que nuestro corazón no es puro siempre esperamos que Dios nos bendiga y nos dé paz. Aquellos que adoran a Buda ofrecen cánticos y ruegos, con la esperanza de que los dioses que otorgan bendiciones y paz respondan a sus ruegos. Sin embargo, los cristianos no deben orar así, por cuanto esta clase de oración no agrada a Dios. La Biblia dice: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si gana todo el mundo, y pierde la vida de su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de la vida de su alma?” (Mt. 16:26). Si una persona desea seguir al Señor, debe vender todos sus bienes y darlos a los pobres, y entonces tendrá un tesoro en los cielos (19:21).

Los cristianos hoy en día se encuentran en una situación tan lamentable que valoran lo que los santos del primer siglo desechaban. En el capítulo 1 de Eclesiastés, Salomón declaró que todas las cosas bajo el sol son vanidad de vanidades (v. 2). Si Dios nos diera cosas materiales, Él nos estaría dando vanidad. En el Nuevo Testamento, Pablo, quien era un hombre que conocía a Dios, dijo que las cosas materiales eran desechos, estiércol y cosas apestosas sin valor (Fil. 3:7-8). Sin embargo, muchos cristianos hoy consideran estas cosas apestosas como si fueran un tesoro. Esto se debe a que el hombre, después de que cayó en la trampa del disfrute de las cosas materiales, no es capaz de discernir la verdadera naturaleza de estas cosas. Es por eso que algunos incluso preguntan desconcertados: “¿Está usted hablando en serio al decirnos que no debemos preocuparnos por el alimento ni por nuestra subsistencia? ¿Por qué tenemos que venir a una religión que ni siquiera puede proveernos lo necesario para nuestro vivir?”. Muchas personas han hecho esta clase de preguntas. Esto sólo nos muestra la situación tan lamentable en que se encuentran los hombres que han caído en la trampa de las cosas materiales. Sin embargo, la salvación que Dios efectúa nos libera de la condición caída del mundo material, así como nos ha librado de nuestras concupiscencias. Por consiguiente, los cristianos no deben tomar nada más que a Dios mismo como su meta.

EL MODELO CRISTIANO

En los primeros dos o tres siglos aparecieron estos cristianos modelos. A ellos no les importaba nada que no fuera Cristo; como resultado, abandonaron toda su riqueza y fama, y estuvieron dispuestos a pasar hambre y a sufrir el martirio. Incluso en los siglos XIII y XIV todavía se podía encontrar este tipo de cristianos. Un ejemplo de esto es Francisco de Asís. Él provenía de una familia adinerada y había recibido una gran herencia de su padre. Pero un día mientras meditaba recibió una revelación. Él pudo ver que una persona pierde a Dios si gana riquezas, y que si gana a Dios no habrá en él ningún espacio para las riquezas. Francisco de Asís había encontrado la meta de la vida humana, la cual es simplemente Dios mismo. Él comprendió que si quería cualquier cosa que no fuera Dios, perdería a Dios. Ese día el Señor le dijo: “Vende todos tus bienes”, y él respondió resueltamente: “Señor, venderé todos mis bienes para seguirte a Ti”.

En otra ocasión, mientras Francisco de Asís meditaba en la presencia de Dios, alguien le dijo en broma que él estaba pensando en casarse. Al oír esto respondió: “¡Tienes toda la razón! Estaba pensando en comprometerme con una joven llamada Pobreza. De hecho, acabo de comprometerme con Pobreza”. Después de decir esto, se puso en pie y ese mismo día entregó todos sus bienes a los pobres. Muchos cristianos se sintieron muy conmovidos por él y respondieron de la misma manera. Éste es el modelo cristiano y la meta cristiana. Si los hijos de Dios desean ganar a Dios, tienen que abandonar sus riquezas materiales y estar dispuestos a ser pobres. El aire no puede entrar en una taza que está llena de agua; el agua tiene que ser derramada para que el aire pueda entrar. Quiera Dios tener misericordia de nosotros para que podamos ver esta realidad.

Puesto que somos hijos de Dios, nuestra meta no es el disfrute ni la paz, sino Dios mismo. Quizás algunos digan que no pueden creer en esta clase de cristianismo; sin embargo, muchos han creído en Cristo. En los pasados dos mil años decenas de miles de cristianos se han hecho pobres voluntariamente para seguir al Señor. Hoy en día, si deseamos seguir el camino del recobro, necesitamos también esta clase de visión y carga, y así poder testificar, diciendo: “¡Todas las cosas son basura! Lo que busca mi corazón no es paz ni bendiciones, sino a Dios mismo”. John Bunyan fue alguien muy conocido en la historia de la literatura inglesa; él es el autor de El progreso del peregrino. Se cree que en una ocasión él exclamó a gran voz: “¡Oh cielos, vengan! ¡Oh tierra ven! Yo alabaré al Señor, a quien sirvo, si me lleva al cielo; y si me manda al infierno, todavía lo alabaré”. A él no le importaba el cielo ni el infierno; lo único que le interesaba era Dios. Él no deseaba ni el disfrute de la era presente ni las bendiciones de la era venidera, sino Dios mismo. Éste es el modelo apropiado de los cristianos, y ésta también es la búsqueda apropiada de los cristianos.


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