Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 114-134)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7063-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El segundo elemento de la necesidad negativa del hombre es quitar el pecado por medio de la muerte de Cristo en Su carne (Jn. 1:29; Ro. 8:3). Cristo como Cordero de Dios quitó el pecado del mundo.
El tercer elemento de la necesidad negativa del hombre es anular la muerte por medio de la resurrección de Cristo en Su humanidad (2 Ti. 1:10b; 1 P. 1:3b). En Su humanidad Cristo anuló la muerte por medio de Su resurrección.
El cuarto elemento de la necesidad negativa causada por la caída del hombre es dar fin al viejo hombre que Satanás había corrompido con el pecado que da por resultado la muerte (Ro. 6:6a; 1 Ti. 2:14; Ro. 5:12). Dios no creó al hombre en una condición vieja; Él lo creó en una condición nueva. El hombre vino a ser viejo cuando Satanás entró en él con el pecado que da por resultado la muerte. Estos tres factores —Satanás, el pecado y la muerte— entraron en nosotros corrompiéndonos y haciéndonos viejos. Ser viejo no es asunto de la edad que uno tiene, sino de la condición de uno. Éramos sucios y pecaminosos, y estábamos destinados a morir debido a que teníamos a Satanás, el pecado y la muerte en nosotros. Todo nuestro ser viejo, nuestro viejo hombre, estaba y todavía está envuelto con estas tres cosas. No obstante, mediante la muerte de Cristo en la cruz en Su humanidad, este viejo hombre, corrompido por Satanás con el pecado que da por resultado la muerte, fue terminado.
Cristo, como simiente de la mujer, se hizo cargo de Satanás, el pecado, la muerte y el viejo hombre. La primera estrofa de Himnos, #401 expresa el hecho de que Cristo es el Victorioso sobre Satanás, el pecado, y la muerte:
¡Cristo es el victorioso!
Dilo con fervor.
¡De la muerte y del pecado
Cristo es Vencedor!
¡Aleluya! ¡Victorioso!
Dilo por doquier;
Sobre todo enemigo
Vencedor es Él.
El pecado y la muerte son el producto de Satanás. El pecado provino de Satanás y resulta en muerte (Ro. 5:12). Sin embargo, Satanás fue destruido por Cristo, el pecado fue quitado por la muerte de Cristo y la muerte fue anulada por la manifestación de Cristo en la carne. Además, nuestro viejo hombre, que fue corrompido por Satanás, el pecado y la muerte, llegó a su fin al ser crucificado juntamente con Cristo. Todos estos elementos estaban incluidos cuando la simiente de la mujer hirió la cabeza de la serpiente. Éstos son los logros de Cristo, la simiente de la mujer.
Cristo, como descendencia de Abraham, postrer Adán y Dios-hombre, se hizo el Espíritu vivificante, el Espíritu de Cristo, el Espíritu consumado que mora en nosotros, el Espíritu divino procesado y compuesto con la humanidad de Cristo, con Su muerte y la eficacia de la misma, y con Su resurrección y el poder de la misma, esto es, el Espíritu único y todo-inclusivo, el Espíritu (como la totalidad de la bendición del evangelio completo de Dios en Cristo), para impartirse en nosotros como la corporificación de Dios y como vida para que seamos regenerados, transformados y conformados a la imagen gloriosa de Cristo, el Hijo primogénito de Dios (1 Co. 15:45; Ro. 8:9b, 11; Ap. 22:17a; Jn. 3:5-6; 2 Co. 3:17-18; Ro. 8:29).
El primer hombre, Adán, no era un Dios-hombre. Pero el postrer Adán era un Dios-hombre, un hombre totalmente envuelto con el elemento de Dios. Como postrer Adán, Cristo murió y resucitó, y mediante la muerte y la resurrección se hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Es significativo que Pablo puso el adjetivo vivificante con la palabra Espíritu. Podríamos traducir el adjetivo vivificante con la frase que imparte vida. Cristo ha llegado a ser el Espíritu que imparte vida. Puesto que la vida es Dios mismo corporificado en Cristo, este Espíritu que imparte vida también imparte o da a Dios, es el Espíritu que imparte a Dios en nosotros. Esto está implícito en la descendencia de Abraham, y no en la simiente de la mujer (Gá. 3:14, 16). Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador, ha llegado a ser el Espíritu que da vida, el Espíritu que imparte a Dios.
Cristo como Espíritu vivificante es también el Espíritu de Cristo. Él no es sólo el Espíritu de Dios, sino también el Espíritu de Cristo. Esto es el Espíritu consumado que mora en nosotros. La palabra consumado implica un proceso. Así que, el Espíritu consumado que mora en los creyentes es el Espíritu que ha pasado por un proceso a fin de prepararse para morar en nosotros. El Espíritu de Dios no podía morar en nosotros sin ser procesado. Para poder morar en nosotros, el Espíritu de Dios pasó por la encarnación, el vivir humano, la muerte y la resurrección, pasos de un largo proceso. Ahora, con base en este proceso, Él es plenamente apto para morar en nosotros. El que more en nosotros es una gran cosa.
Los pasos de encarnación, vivir humano, muerte y resurrección son un verdadero proceso. En el proceso de la encarnación, Dios mismo fue confinado en el vientre de María por nueve meses. Luego, después de Su nacimiento, continuó el proceso pasando por el vivir humano por treinta y tres años y medio. De esta manera el vivir humano fue incluido en el largo proceso de Su encarnación. Luego, pasó por la muerte y recorrió la muerte, permaneciendo en la esfera de la muerte por tres días. Luego, entró en el proceso de resurrección. Después de Su glorificación en resurrección (Lc. 24:26), el proceso del Dios Triuno fue completado, y el día de la resurrección Él regresó a Sus discípulos y con Su soplo impartió el Espíritu en ellos (Jn. 20:22). Antes que Jesús fuera glorificado en resurrección, aún no había el Espíritu, quien es el Espíritu de Cristo y el Espíritu vivificante (Jn. 7:39). Después de la resurrección de Cristo, el Espíritu, el Espíritu divino, fue procesado formando un compuesto con la humanidad de Cristo, con Su muerte y la eficacia de ésta, con Su resurrección y el poder de la misma. El ungüento compuesto de Éxodo 30:23-25 es un tipo definido del Espíritu único y todo-inclusivo, quien es el Espíritu. Este Espíritu es la totalidad de la bendición del evangelio completo de Dios en Cristo.
Los ocho elementos de bendición, que son el postrer Adán, el Dios-hombre, el Espíritu vivificante, el Espíritu de Cristo, el Espíritu consumado que mora en nosotros, el Espíritu divino, el único y todo-inclusivo Espíritu y el Espíritu, están estrechamente relacionados con Cristo en calidad de descendencia de Abraham. Si uno tiene al Cristo que es la descendencia de Abraham, está capacitado para ser bendecido con estos ocho elementos. Aunque Confucio era un gran maestro de la moralidad, no tenía los requisitos necesarios para recibir esta bendición óctuple. Solamente los verdaderos cristianos regenerados y transformados están calificados para disfrutar estas bendiciones. Es con este Espíritu vivificante, por Él, en Él y mediante Él que estamos calificados. Este Espíritu es la totalidad de la bendición del evangelio completo de Dios en Cristo. Cristo se hizo el Espíritu vivificante para impartirse en nosotros como corporificación de Dios y como vida a fin de que seamos regenerados, transformados, y conformados a la imagen gloriosa de Cristo, el Hijo primogénito de Dios.
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