Expresión práctica de la iglesia, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-905-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos demostrado que, para obtener la función apropiada en la iglesia local, primero es necesario ser capturados por Cristo. Cristo debe ejercer Su victoria sobre nosotros. Si El no nos derrota, es imposible tener una verdadera función espiritual en vida. La razón se debe a que la función del Cuerpo es simplemente la expresión de Cristo. Para tener la expresión de Cristo, debemos ser subyugados, capturados y poseídos por Cristo. Y después de que El nos capture, necesitamos crecer en El. Cuanto más crezcamos en El, más recibiremos de El nuestra función en la iglesia.
La función debe proceder completamente de Cristo. Si estamos desprovistos y carentes de Cristo, aunque tengamos muchas actividades, no tenemos ninguna función en vida. En la iglesia algunos amados hermanos solamente se ocupan de las actividades, pero ésta no es la función en vida. Dichas actividades provienen de la vida natural. Por ejemplo, quizá yo sea astuto y esté capacitado para hablar, así que me levanto a dar un mensaje. Pero ésta no es la función en vida; sino la actividad del hombre natural. Tales actividades no sirven para la iglesia; sólo son útiles para una organización social. Estas actividades no expresan a Cristo, porque la expresión de Cristo es simplemente Cristo manifestado por medio de Sus miembros.
Por lo tanto, nosotros Sus miembros debemos ser capturados y poseídos por El. Y debemos crecer, no sólo en El, sino también con El. La verdadera esencia del crecimiento en vida es Cristo mismo, y al crecer, tendremos la función con Cristo en vida.
Los versículos mencionados en Efesios y Colosenses presentan varios principios relacionados con nuestra función en la iglesia. Uno de los principios básicos consiste en que debemos despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo.
Me temo que, aunque muchos de nosotros hemos sido cristianos por años, todavía no hemos aprendido la práctica de despojarnos y vestirnos. Algunos quizá pregunten: “¿Despojarnos de qué?”. Debemos despojarnos del viejo hombre. Algunos quizá pregunten: “¿Qué es el viejo hombre?”. El apóstol Pablo dijo que en el nuevo hombre, el cual es el Cuerpo de Cristo, no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita. Esto quiere decir que no hay persona natural, ni religiosa, ni no religiosa, ni culta ni inculta. Debemos despojarnos de nuestra persona natural; asimismo, si somos personas religiosas, tenemos que despojarnos de ello. Algunos de nosotros todavía somos muy religiosos; pero en la iglesia no hay ni circuncisión ni incircuncisión, ni religioso ni tampoco no religioso. Muchos tienen el concepto de que debemos ser religiosos, pero en la iglesia no hay personas religiosas. Los religiosos causan un daño terrible a la vida de iglesia, pero los no religiosos son peores. En la iglesia no hay circuncisión ni incircuncisión, ni religiosos ni no religiosos, ni tampoco escitas. Escitas se refiere a los que no son cultos. La cultura, educación y religión no significan nada en la iglesia. La raza no significa nada; la religión no significa nada; la educación no significa nada; lo que usted sea no significa nada; y lo que haya logrado no significa nada. No piense que usted es algo en la iglesia por el hecho de haber obtenido resultados exitosos en la educación y en la religión. Escuche lo que dijo el apóstol: en el nuevo hombre, el Cuerpo de Cristo, no hay gentiles ni hebreos, ni religiosos ni no religiosos, cultos ni incultos; tenemos que despojarnos de todo eso.
Si nunca hemos aprendido a despojarnos del viejo hombre, quizá seamos muy activos en la iglesia, sin embargo no estamos funcionando. Hay una gran diferencia entre las actividades y las funciones. Las actividades son naturales, es decir, son algo de la religión o de la cultura. En la vida de iglesia no necesitamos actividades, sino funciones. Las funciones son el fluir de vida que manifiesta a Cristo, no son algo de la religión, ni de la cultura ni de la educación. Es preciso que nos despojemos de la religión, de la cultura, de la educación y de la habilidad natural.
En nuestra vida cristiana quizá hayamos aprendido a ser corregidos o amonestados, pero me temo que nunca hayamos aprendido a despojarnos del viejo hombre. Simplemente tenemos que despojarnos de nosotros mismos, de nuestra religión y de nuestra educación; sólo entonces puede fluir Cristo. Cuando nos despojemos de lo que somos y lo que tenemos, de nuestro ser natural, nuestra religión, nuestra educación y de todo lo demás, entonces podremos funcionar y expresar a Cristo, quien es el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu.
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