Estudio-vida de Deuteronomiopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6649-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Los hijos de Israel, en calidad de audiencia, también eran experimentados en cuanto a ser disciplinados por Dios. Tanto el portavoz como la audiencia eran personas experimentadas; por tanto, este libro comienza haciendo un recuento del pasado.
Los que oyeron el hablar reiterado de Moisés en Deuteronomio eran la segunda generación, la nueva generación. Sin duda alguna, ellos habían oído hablar a sus padres acerca de cómo Dios había disciplinado al pueblo en los pasados cuarenta años. Por lo que oyeron, ellos aprendieron mucho; como consecuencia, llegaron a ser la audiencia apropiada que había de recibir el hablar de Moisés. Moisés, una persona de mucha experiencia, era el orador apropiado, y los de la nueva generación, quienes también tenían mucha experiencia, eran la audiencia apropiada para escuchar y entender lo que Moisés les habló.
Este libro contiene el hablar que complementa el libro de Números referente a la clase de persona que uno debe ser para heredar la tierra prometida, la buena tierra. Esta persona debe ser alguien que ama a Dios, teme a Dios, se sujeta al gobierno de Dios, considera los tiernos sentimientos de Dios y vive en la presencia de Dios. El principio que encontramos en el Nuevo Testamento es el mismo: la salvación de Dios es incondicional, pero el disfrute que tenemos de las riquezas de Cristo es condicional, pues depende de que el hombre ame únicamente a Cristo. Por tanto, la enseñanza contenida en Deuteronomio es exactamente igual a la que se encuentra en el Nuevo Testamento. Las expresiones que se usan en la enseñanza son diferentes, pero la esencia de la enseñanza es la misma.
Cuando oímos acerca de la clase de persona que debemos ser para heredar la buena tierra, quizás sintamos que jamás alcanzaremos esa norma. Si éste es nuestro sentir, debemos recordar que el libro de Deuteronomio es un libro lleno de la palabra, que es Cristo. Cristo, en calidad de palabra, es Aquel que nos sustenta y nos hace personas que aman a Dios, temen a Dios, se sujetan al gobierno de Dios, consideran los tiernos sentimientos de Dios y viven en la presencia de Dios. Con tal que experimentemos un avivamiento matutino mediante la Palabra santa y seamos victoriosos diariamente también mediante la Palabra, seremos personas aptas para heredar la buena tierra.
Este libro nos presenta a Dios como un Dios de amor y de justicia. Esto lo comprueba la manera en que Dios dirigió a los hijos de Israel en el pasado y la manera en que los disciplinaría en el futuro, conforme a Su amor y Su gobierno. Dios en Su amor lleva a cabo Su administración entre Sus amados conforme a la fidelidad de ellos. Este mismo principio se aplica con relación a nosotros hoy en día.
Como Dios de amor, Él es extensamente acogedor, pero como Dios de justicia, Él es muy estricto y rígido. En Su amor, Él es amplio; en Su justicia, Él es rígido. En Su justicia, Él a menudo nos dice “No” cuando queremos hacer ciertas cosas.
Algunos santos, aun en el recobro del Señor, actúan con demasiada libertad y no temen a Dios. Una vez que experimentemos la mano disciplinaria de Dios, temeremos a Dios. Él nos disciplina con justicia a fin de que seamos perfeccionados para también ser justos. Todos los que desean entrar en la buena tierra y heredarla, poseerla y disfrutarla, deben aprender a ser justos en todos los aspectos de su vida diaria.
Debido a lo anterior, se requiere que el pueblo de Dios responda a Dios amándole en conformidad con la administración gubernamental de Dios. Los herederos deben corresponder al Dador de la herencia, a fin de que Él pueda estar con ellos tanto en el vivir de ellos como en las batallas que libran. Esto no es un requisito de la ley, sino una condición que exige que el pueblo de Dios corresponda a Dios. Dios es santo, y nosotros también debemos ser santificados. Para corresponder al Dador de la herencia, debemos ser santos como Él es santo. Si no correspondemos a Dios en esto, Él podrá estar con nosotros en nuestro vivir, pero no estará con nosotros cuando combatamos.
Al hacer un recuento del pasado, este libro, por un lado, recalca la dirección provista por Dios con el fin de que el hombre conozca el corazón de Dios y Su mano, de modo que el hombre ponga su confianza en Dios y le tema. El corazón de Dios es un corazón amoroso, y Su mano es justa; por otro, este libro recalca el fracaso del hombre para que éste se conozca a sí mismo a fin de que se condene a sí mismo, se humille y deje de confiar en sí mismo. La intención de este libro no es mostrar la historia del hombre, sino señalar los errores que el hombre cometió en el pasado para que éste reciba corrección.
Proyectándose al futuro, este libro expresa la expectativa de que, por un lado, el hombre conozca el amor de Dios y Su gobierno y, por otro, conozca su verdadera condición a fin de que ya no confíe en sí mismo. Por consiguiente, el propósito del libro de Deuteronomio es que nosotros conozcamos a Dios y que también nos conozcamos a nosotros mismos. Necesitamos conocer a Dios. En particular, necesitamos conocer que Dios es amoroso y que Él es justo en Su trato con nosotros. También debemos conocer que nosotros mismos somos un fracaso. Si conocemos esto, dejaremos de confiar en nosotros mismos y pondremos nuestra confianza en Dios, Aquel que es fiel.
Por último, este libro nos muestra que el amor de Dios, en su consumación, opera en beneficio de Su pueblo a fin de que ellos disfruten de la plena bendición de Dios conforme a Su voluntad y presciencia. Pese a que fracasamos al no amar a Dios ni temerlo y pese a que le somos infieles, Dios será exitoso. Independientemente de cuál sea la situación de Su pueblo, Dios permanecerá fiel hasta el fin y, al final, logrará conseguir que disfrutemos de Su plena bendición.
En Deuteronomio, Moisés es severo al reprender al pueblo. Sin embargo, al final de este libro encontramos el cántico de Moisés y la bendición plena que él otorga a cada tribu. A la postre, el pueblo escogido y redimido de Dios entró en la Tierra Santa, la poseyó, vivió en ella y la disfrutó. En eso consistía el triunfo de Dios, y la correspondiente jactancia y gloria le pertenecen únicamente a Él.
Lo que se revela en Deuteronomio es lo que se revela en toda la Biblia. La Biblia en conjunto nos muestra que Dios es amoroso, justo y fiel. La Biblia también pone de manifiesto cuán infieles somos nosotros; nos muestra cuánto hemos sido derrotados en el pasado y cuántos fracasos aún experimentaremos en el futuro. Sin embargo, pese a toda esta infidelidad, derrota y fracaso, Dios todavía hará posible que Su pueblo escogido entre en el Cristo rico a fin de poseerlo, disfrutarlo, experimentarlo e, incluso, vivirlo.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.