Obra de edificación que Dios realizapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7020-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este capítulo hablaremos acerca de la obra edificadora de Dios de una manera más específica. Hemos dicho repetidas veces que la obra edificadora de Dios consiste en que Dios mismo sea edificado en el hombre y que el hombre sea edificado en Dios. Sin embargo, aquí queremos prestar atención a algo particular. Dios no sólo desea edificarse en los cristianos individuales ni simplemente edificar a los cristianos individuales en Él; más bien, Su deseo es edificarse en nosotros, una entidad corporativa, así como edificarnos a nosotros corporativamente en Él. Además, Dios desea edificar a todos los cristianos conjuntamente. Por lo tanto, Dios, al llevar a cabo Su obra de edificación, no sólo nos edifica juntamente consigo mismo, sino que también nos edifica a todos conjuntamente unos con otros.
Las Escrituras claramente nos muestran que el edificio universal de Dios es un hombre de grandes proporciones, un hombre universal. La Cabeza de este hombre universal es Dios mismo, y el Cuerpo se compone de todos los redimidos, quienes han sido conjuntamente edificados. Es por ello que la Biblia dice que la iglesia es el Cuerpo de Cristo y que Cristo es la Cabeza de la iglesia (Ef. 1:22-23; Col. 1:18). Cristo y la iglesia juntos, unidos, conforman un hombre completo. Todo el Nuevo Testamento nos habla acerca de este hombre universal, mostrándonos cómo Dios en Su Hijo es la Cabeza misteriosa, cómo todos los redimidos que han sido edificados por Él en el Espíritu Santo llegan a ser el Cuerpo misterioso, y cómo Él y Sus redimidos son conjuntamente edificados para ser el gran hombre misterioso en este universo.
Este hombre universal no sólo declara la relación que existe entre Dios y nosotros, los salvos, sino que también muestra la relación que tenemos unos con otros. Como miembros del Cuerpo, somos mutuamente coordinados y edificados. No sólo cada miembro es edificado junto con la Cabeza, sino que también todos los miembros son edificados juntamente unos con otros. Es por ello que la Biblia dice que somos el Cuerpo de Cristo y miembros cada uno en particular (1 Co. 12:27). Ya que es así, no podemos estar solos, sino que tenemos que estar juntos. Fíjese en los miembros de su cuerpo físico. Ninguno de ellos está solo, ni ninguno puede estar solo; antes bien, cada uno tiene que estar unido a los demás miembros. De igual forma, como cristianos que somos no podemos estar solos, sino que necesitamos unirnos a los demás cristianos. Recuerden que estar unidos equivale a estar en coordinación, que es a lo que nos referimos cuando hablamos de la edificación.
Las Escrituras también dicen que la iglesia es la casa edificada por Dios y que nosotros somos piedras usadas en este edificio (1 P. 2:5). Así como una casa se edifica con muchas piedras, de igual manera la iglesia como edificio espiritual es edificada con todos nosotros, las piedras vivas. Por lo tanto, este edificio no sólo incluye el que nosotros nos unamos a Dios, sino también el que estemos unidos y coordinados unos con otros.
Por esta razón, cuando la Biblia se refiere a la iglesia siempre nos muestra que la obra de edificación que Dios realiza no sólo nos edifica a cada uno de nosotros individualmente con Dios, sino que también edifica a todos los santos conjuntamente. Por lo tanto, a fin de tener parte en el edificio de Dios, tenemos que ser edificados con todos los santos conjuntamente.
Con base en nuestra experiencia como personas salvas, podemos entender que podríamos ser independientes si en vez de ser cristianos fuésemos cualquier otra clase de personas. Ningún cristiano puede ser independiente. He conocido a algunos hermanos y hermanas que trataron de ser cristianos independientes y vivir solos delante de Dios porque se sentían descontentos con la iglesia y los demás santos de su localidad. Sin embargo, sus intentos siempre solían terminar en un rotundo fracaso. Alguien una vez me dijo: “Hermano Lee, siento que no tiene sentido tener comunión con los hermanos y hermanas aquí; la condición de ellos es lamentable. Además, las reuniones aquí son muy pobres. No recibo ningún beneficio cuando asisto a las reuniones; en vez de ello, la situación muchas veces entristece mi corazón e incluso a veces hace que desprecie a los santos y los condene. Así que siento que lo mejor es que no vaya a las reuniones. Sería mejor que me acerque a Dios y ore delante de Él a solas”. Tal vez esto suene muy razonable, pero todo el que intente hacer esto a la postre descubrirá que el resultado de ser independiente es el fracaso.
Hermanos y hermanas, debemos ver que no podemos ser cristianos independientes. Por débil y pobre que sea la condición espiritual de los hermanos y hermanas de su localidad, si usted se separa de ellos, acabará en una condición aún más débil y pobre que la de ellos. De hecho, acabará en plena miseria. Ese día usted entonces comprenderá que aun la reunión más pobre lo beneficia, y hasta el hermano o hermana más débil y pobre le brinda ayuda. Usted descubrirá que no puede seguir adelante sin ese hermano o hermana a quien usted consideraba completamente inútil. Si usted se aleja de cierto hermano o hermana que, a su parecer, no es bueno para nada, un día comprenderá que es más bien usted, y no ese hermano o hermana, quien no es bueno para nada.
Es ciertamente maravilloso que aun la reunión más débil brinda ayuda a las personas, y que la reunión que tiene menos para dar aún tiene algo que dar a las personas. En tal reunión a usted tal vez le parezca que no ha recibido nada, pero de hecho sí ha recibido algo. Recuerden que esto simplemente se debe a que los cristianos no podemos ser independientes. Dios no solamente está en usted, sino también en mí y en todos los demás hermanos. Él está en todos los que conforman Su pueblo. Usted no puede ser independiente. Una vez que usted llega a ser independiente, pierde la presencia de Dios.
Tomemos como ejemplo mi mano. Si mi mano se hace independiente, de inmediato perderá la presencia y suministro de mi cuerpo. Mi mano es protegida, abastecida y sustentada porque está unida a mi cuerpo. Si se separa de mi cuerpo, no puede ejercer su función porque ha perdido su suministro, su protección y su sustento. Por consiguiente, mientras mi mano está unida a mi cuerpo, aparentemente ella es responsable por todo lo que hace; pero en realidad es mi cuerpo que es responsable por todo lo que hace mi mano.
Cuánto quisiera que los hermanos responsables y los hermanos y hermanas que son colaboradores en todas las localidades conocieran y apreciaran el apoyo y el suministro del Cuerpo. Los ancianos debieran pensar en cómo serían las cosas si sólo hubiera un pequeño grupo de ancianos y no estuvieran los demás hermanos y hermanas de la iglesia. Les pregunto a ellos: ¿aún podrían administrar los asuntos de la iglesia? Esto les permite ver que no es usted quien es competente para administrar, sino que son los santos quienes lo sostienen a usted para que pueda ejercer la administración. Del mismo modo, los hermanos y hermanas que son colaboradores son capaces de llevar a cabo la obra en cierto lugar porque allí hay hermanos y hermanas que los sostienen y los apoyan en su obra. Aparte de este apoyo, ellos no podrían hacer nada. Es debido a esto que yo mismo puedo estar aquí de pie y dar un mensaje. Siempre le doy gracias al Señor por esto y le digo: “Señor, te alabo y te doy gracias; si no fuera por el apoyo de tantos hermanos y hermanas, estaría aquí enmudecido, sin poder hablar mucho”. Recuerden que éste es el principio del Cuerpo. En el Cuerpo todos los miembros se apoyan mutuamente, y ninguno puede estar sin los demás.
Usemos como ejemplo nuestras piernas. ¿Son las piernas las que nos sostienen a nosotros o somos nosotros los que sostenemos nuestras piernas? Es difícil determinarlo. Aparentemente nuestras piernas sostienen el peso de nuestro cuerpo, pero poco nos damos cuenta de que todo nuestro cuerpo también sostiene nuestras piernas. Sin duda alguna, después de estar de pie por largo rato, nuestras piernas se cansarán; pero cuando descansamos, ¿son sólo nuestras piernas las que descansan? No. Todo nuestro cuerpo necesita descanso porque todo nuestro ser está agotado. Esto nos muestra que cuando estamos de pie, aparentemente son nuestras piernas las que sostienen nuestro cuerpo; pero en realidad es nuestro cuerpo el que sostiene nuestras piernas y les provee la fuerza para que lo sostenga.
Les menciono todo esto para mostrarles que la verdadera edificación no es la que se lleva a cabo entre usted y Dios, sino también entre usted y todos los santos. Usted debe ser edificado no sólo con Dios, sino también con todos los santos. Una cosa es segura: cuanto más un cristiano sea edificado y unido a los demás, más fuerte será. Asimismo, cuanto más él se separe y se aísle de los demás, más se debilitará. A veces en la iglesia encontramos a algunos hermanos y hermanas que son como gotas de aceite. Aparentemente están en el agua, pero en realidad sólo flotan en el agua y no son uno con ella. Tales hermanos están en reclusión, en aislamiento. Créanme, un hermano o hermana que sea así, será muy débil. Por otra parte, también hay hermanos y hermanas que están siempre unidos, coordinados y edificados con los demás santos. Tales santos ciertamente serán fuertes.
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