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Servir en el espíritu humanopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3844-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 8 Sección 3 de 4

JUNTAMENTE EDIFICADOS EN EL ESPÍRITU

Ver la iglesia es un asunto en el espíritu, y la edificación de la iglesia también es en el espíritu En Efesios 2:22 Pablo dice: “En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu”. Mientras permanezcamos fuera del espíritu, estamos divididos y también somos divisivos. Mientras que no estamos en el espíritu, somos individualistas. No es nada difícil ser divisivo o individualista. Somos divisivos, individualistas y no estamos dispuestos a ser concertados simplemente al alejarnos de nuestro espíritu, simplemente al demorarnos en nuestra mente para considerar las cosas, o al permanecer en nuestra parte emotiva. Hay cosas que nos gustan y otras que no nos gustan, tenemos nuestros gustos y nuestras preferencias, nuestras opiniones acerca de los hermanos y hermanas, y preferimos quedarnos en casa que estar en las reuniones con los santos. Mientras permanezcamos alejados de nuestro espíritu, no veremos la necesidad de ser juntamente concertados, y sentiremos que es necesario que cada uno de nosotros sea distinto a los demás, cuide de su personalidad individual creada por Dios y se aferre a su propio prestigio. Es imposible que seamos concertados juntos mientras permanecemos fuera del espíritu con tales conceptos. Sin embargo, si nos volvemos al espíritu, inmediatamente veremos que necesitamos ser concertados, estaremos dispuestos a ser concertados e incluso clamaríamos al Señor pidiendo Su misericordia para que Él nos concierte.

Sin embargo, después de sólo unas horas de haber orado de tal manera, quizás regresemos a nuestro entendimiento, a nuestra mente, y a nuestra parte emotiva y pareciera que somos otra persona. En la vigilia matutina éramos una persona en el espíritu completamente a favor de la edificación mutua, pero después de cinco horas estamos fuera del espíritu y no hay edificación. Si vamos a ser juntamente edificados, necesitamos estar en nuestro espíritu.

FORTALECIDOS EN EL HOMBRE INTERIOR

Además, necesitamos ser fortalecidos en el hombre interior, es decir, en nuestro espíritu humano regenerado. En Efesios 3 Pablo oró: “Para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu” (v. 16). No sólo el Cuerpo se ve y se edifica en el espíritu, sino que el fortalecimiento en el hombre interior también se lleva a cabo en el espíritu. A fin de ser fortalecidos en el hombre interior, necesitamos estar en nuestro espíritu. Somos muy fuertes en la parte emotiva, en la voluntad y en la mente, pero no somos lo suficientemente fuertes en el hombre interior, en el espíritu. Necesitamos ser fortalecidos en el hombre interior. El fortalecimiento que Dios efectúa se lleva a cabo en nuestro espíritu.

RENOVADOS EN EL ESPÍRITU DE NUESTRA MENTE

Entonces, en Efesios 4, después de ser fortalecidos en el hombre interior, se encuentra la renovación del espíritu de nuestra mente (v. 23). Cada parte de la mente necesita ser renovada completamente, renovada en el espíritu que se apodera, ocupa y posee nuestra mente y llega a ser el espíritu de nuestra mente. Quizás no nos demos cuenta de cuánto nuestra mente controla a nuestro espíritu e incluso controla al Espíritu Santo. Sin la cooperación de nuestra mente, el Espíritu Santo no puede obrar en nosotros. En este sentido, el Espíritu Santo está bajo el control de nuestra mente. Sin embargo, éste no es el orden correcto. Tanto el Espíritu Santo como nuestro espíritu humano deberían estar por encima de nuestra mente y deben controlarla por completo. La mente debe estar puesta en el espíritu (Ro. 8:6), y el espíritu debe gobernar, poseer, ocupar, apoderar, controlar y sujetar a la mente. Entonces, este espíritu, será el espíritu que renueva la mente.

Todos necesitamos ser renovados una y otra vez, diariamente, cada hora, momento a momento, todo el tiempo, en el espíritu, con el espíritu y por medio de tal espíritu renovador. Si así es el caso, entonces la vida de iglesia local sería algo real y precioso para nosotros, y nos daríamos cuenta de que no hay otra manera de seguir adelante y que no hay otro camino en el que podamos seguir.

LLENOS EN EL ESPÍRITU

En los primeros cuatro capítulos de Efesios tenemos: ver en el espíritu (1:17); la edificación en el espíritu (2:22); el ser fortalecidos en el espíritu (3:16); y el ser renovados en el espíritu (4:23). En el capítulo 5 Pablo nos indica que tenemos que ser llenos en el espíritu. Según 3:19, ser llenos en el espíritu significa ser llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Cuando Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, y seamos capaces de comprender con todos los santos cuáles son las dimensiones de Cristo y conozcamos por experiencia propia el amor que excede todo conocimiento, seremos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Toda esta plenitud mora en Cristo (Col. 1:19; 2:9). Él mora en nuestro interior y por medio de esto Cristo imparte lo que Dios es en nuestro ser. Podemos ser llenos de Dios hasta tal medida y estándar, incluso hasta la medida de toda la plenitud de Dios.

Pablo dice en Efesios 5:18 que no debemos embriagarnos con vino como los incrédulos, que están llenos de vino en el cuerpo, sino que nosotros los cristianos necesitamos ser llenos de Dios en nuestro espíritu. No sólo es un asunto de ver la iglesia en nuestro espíritu, de ser edificados en el espíritu, de ser fortalecidos en el espíritu, de ser renovados en el espíritu, sino también de ser llenos con todo lo que Dios es en Cristo en nuestro espíritu.

Pareciera que frecuentemente estamos llenos en nuestra mente, pero vacíos en el espíritu. Nuestro espíritu se parece a una llanta desinflada, pero tanto nuestra mente como nuestra parte emotiva están llenos. Necesitamos orar para que se vacíen nuestra mente y nuestra parte emotiva, y que seamos llenos hasta la medida de la plenitud de Dios en nuestro espíritu. Entonces la vida de iglesia será algo valioso para nosotros; valoraremos la vida de iglesia.


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