Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7011-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el mensaje anterior abarcamos la venida del Espíritu a Juan el Bautista, a María, madre de Jesús, a Jesucristo mismo y a los santos durante el período de transición comprendido entre la encarnación de Cristo y Su resurrección. Ahora procederemos a considerar la venida del Espíritu a los creyentes neotestamentarios.
Ya vimos que el Espíritu vino a Jesucristo en dos maneras. Primero, el Espíritu vino al Señor en el aspecto esencial para Su ser, Su existencia. Segundo, el Espíritu vino a Él en el aspecto económico para Su obra, Su ministerio. En principio, ambos aspectos del Espíritu Santo son los mismos con respecto a nosotros del mismo modo que lo fueron con respecto al Señor Jesús. En cuanto al Señor Jesús, hubo un aspecto esencial para Su ser y un aspecto económico para Su ministerio. En cuanto a nosotros, también hay un aspecto esencial del Espíritu para nuestra existencia espiritual como creyentes regenerados y hay un aspecto externo del Espíritu para nuestra obra cristiana. Por tanto, debemos ver de qué manera el Espíritu viene a los creyentes neotestamentarios tanto en el aspecto esencial como en el aspecto económico.
Primero, el Espíritu Santo fue pedido al Padre por el Hijo. Juan 14:16 dice: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador”. Este otro Consolador es el Espíritu de realidad (v. 17). El Hijo pidió al Padre que diera el Espíritu. El primer Consolador, Jesús, le rogó al Padre que enviase el segundo Consolador, quien es el Espíritu de realidad del primer Consolador.
Juan 14:16 revela que los Tres de la Deidad operan conjuntamente para darnos el Espíritu. La venida del Espíritu a los creyentes involucra, por tanto, a la Trinidad Divina. Esto es indicado por el hecho de que el Hijo le ruega al Padre que nos dé el Espíritu. Mientras que la venida del Hijo fue iniciada por la Deidad, el Dios Triuno, la venida del Espíritu a los creyentes fue iniciada por el Hijo cuando Él le rogó al Padre que enviase al Espíritu. El segundo de la Trinidad le pidió al primero que enviase al tercero.
El Espíritu fue dado por el Padre en respuesta al pedido hecho por el Hijo (Jn. 14:16b; Lc. 11:13). El Hijo pidió que el Padre diera el Espíritu, y el Padre envió al Espíritu a pedido del Hijo. El tercero de la Trinidad fue enviado por el primero en respuesta al pedido del segundo.
El Espíritu fue enviado por el Padre en el nombre del Hijo. En Juan 14:26 el Señor Jesús habla de “el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre”. El Espíritu fue enviado en el nombre del Hijo, no en Su propio nombre. El primero envió al tercero en el nombre del segundo. Que el Espíritu fuese enviado por el Padre en el nombre del Hijo significa que Él fue enviado como Hijo. Aquí vemos que la venida del Espíritu a los creyentes es un asunto complejo. El Espíritu vino, pero Él vino en el nombre del Hijo, esto es, Él vino como Hijo.
El Consolador, el Espíritu Santo, fue enviado por el Padre en el nombre del Hijo. Por tanto, el Espíritu viene en el nombre del Hijo para ser la realidad de Su nombre. El nombre es el Hijo mismo, y el Espíritu es la persona, el ser, del Hijo. Cuando invocamos el nombre del Hijo, recibimos al Espíritu (1 Co. 12:3). El Hijo vino en el nombre del Padre (Jn. 5:43) porque el Hijo y el Padre son uno (10:30). Después, el Espíritu vino en el nombre del Hijo porque el Espíritu y el Hijo también son uno (2 Co. 3:17-18). Éste es el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, que finalmente llega a nosotros como Espíritu.
Juan 15:26 dice que el Espíritu fue enviado por el Hijo “de con” el Padre. La preposición griega traducida en este versículo “del” significa “de con”. El Espíritu fue enviado por el Hijo no solamente procedente del Padre, sino también con el Padre. El Espíritu viene del Padre y con el Padre. El Padre es la fuente. Cuando el Espíritu viene procedente de la fuente, no deja la fuente; más bien, la fuente viene con Él.
En Juan 15:26 el Señor Jesús dijo que Él enviaría al Espíritu “de con” el Padre. Pero en Juan 14:26 Él dijo que el Padre enviaría al Espíritu en el nombre del Hijo. Entonces, ¿quién envió al Espíritu: el Padre o el Hijo? Tenemos que afirmar que el Espíritu fue enviado tanto por el Padre como por el Hijo. El Padre y el Hijo son uno. Que el Padre envíe equivale a que el Hijo envíe, y que el Hijo envíe equivale a que el Padre envíe. Habiendo sido enviado tanto por el Padre como por el Hijo, el Espíritu fue enviado con el Padre y en el nombre del Hijo. Nuevamente, aquí vemos al Dios Triuno. Cuando el Espíritu viene, viene con el Padre en el nombre del Hijo. Por tanto, los Tres de la Deidad están involucrados.
Según Juan 14:26 y 15:26, son dos los que envían al Espíritu. Estos dos (el Padre y el Hijo) enviaron a uno (el Espíritu) como dos (el Espíritu y el Hijo). El enviado —el Espíritu— en realidad fue enviado como dos porque fue enviado en el nombre del Hijo y, por tanto, como Hijo. En este sentido, el Hijo es tanto Aquel que envía como el Enviado. El Padre envió al Espíritu en el nombre del Hijo, y el Hijo envió al Espíritu “de con” el Padre. Por tanto, estos dos que envían enviaron a uno en calidad de dos. Cuando el Espíritu vino como Enviado, Él no vino únicamente por Sí mismo, sino que vino con el Padre. Con base en todo esto podemos ver que fue el Dios Triuno quien vino como Espíritu.
En palabras sencillas, podríamos decir que el Dios Triuno envió al Dios Triuno. Según Juan 14:26, el primero de la Trinidad envió al tercero. Pero cuando el tercero fue enviado, Él fue enviado como segundo. Además, según Juan 15:26, el tercero no solamente fue enviado por el primero, sino también por el segundo. Cuando el tercero vino, Él vino como segundo y con el primero. Por tanto, el Dios Triuno en realidad envió al Dios Triuno. Cuando uno envió, todos enviaron. Cuando uno vino, todos vinieron.
Hemos visto que son dos los que envían al Espíritu: el Padre y el Hijo. También vimos que el Espíritu vino en calidad de dos: el Espíritu y el Hijo; y además, vimos que el Espíritu vino con el Padre. Por tanto, el Enviado es tres. No obstante, además de todo esto, todavía debemos ver que Aquel que envía, y no solamente el Enviado, es tres. Esto requiere que el Espíritu, así como el Padre y el Hijo, sea Aquel que envía. Esto es lo que indica Juan 14:26.
Al estudiar Juan 14:26 debemos considerar qué modifica la frase en Mi nombre. Esto puede interpretarse de dos maneras. Primero, puede significar que el Padre, en el nombre del Hijo, envió al Espíritu. Segundo, puede significar que el Padre envió al Espíritu en el nombre del Hijo. ¿Fue que el Padre en el nombre del Hijo envió al Espíritu o fue que el Padre envió al Espíritu en el nombre del Hijo? ¿Era Aquel que enviaba quien estaba en el nombre del Hijo o era Aquel enviado quien venía en el nombre del Hijo? Este versículo resulta ambiguo no solamente en nuestro idioma, sino también en el texto griego original. “En el nombre del Hijo” significa “como Hijo”. ¿Fue que el Padre, como Hijo, envió al Espíritu, o fue que el Padre envió al Espíritu como Hijo? Si fue que el Padre, en el nombre del Hijo, envió al Espíritu, esto significaría que el Padre y el Hijo son uno. Si fue que el Padre envió al Espíritu en el nombre del Hijo, esto significaría que el Espíritu y el Hijo son uno.
Que el Padre enviase al Espíritu en el nombre del Hijo indica que el Espíritu y el Hijo son uno. Debido a que el Espíritu y el Hijo son uno, el Padre puede enviar al Espíritu como Hijo. Esto indica claramente que el Espíritu es el Hijo. Que el Padre enviase al Espíritu en el nombre del Hijo significa que el Padre envió al Espíritu como Hijo. Este versículo también podría significar que cuando el Espíritu fue enviado por el Padre, Él realizó este envío como Hijo. En otras palabras, fue el Padre, en el nombre del Hijo, quien envió al Espíritu. Esto indicaría que el Hijo y el Padre son uno. Pese a la ambigüedad aquí presente, ambas interpretaciones son correctas. Juan 14:26 indica primero que el Padre envió al Espíritu como Hijo. Segundo, indica también que el Padre como Hijo envió al Espíritu. Que el Padre enviase al Espíritu como Hijo indica que el Hijo es el Espíritu. Que el Padre como Hijo enviase al Espíritu indica que el Hijo es el Padre. Por tanto, la ambigüedad de este versículo indica que el Hijo es el Padre y el Espíritu. Además, el Hijo es tanto Aquel que envía como Aquel que es enviado. Puesto que el Espíritu es uno con el Hijo y el Hijo es Aquel que envía, así también el Espíritu es Aquel que envía.
La frase en Mi nombre en Juan 14:26 modifica al Padre, quien envía al Espíritu, y también modifica al Espíritu, quien es enviado. Esto indica que el Hijo, en cuyo nombre el Padre envió al Espíritu y en cuyo nombre el Espíritu fue enviado por el Padre, es el Padre que envió y también el Espíritu que fue enviado. Puesto que el Espíritu como Aquel que fue enviado es uno con el Hijo, y el Hijo es quien envía, el Espíritu también debe de ser Aquel que envía. Esto significa que tanto Aquel que envía como Aquel que es enviado, es tres. Por consiguiente, el Dios Triuno envió al Dios Triuno.
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