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Pensamiento central de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7041-7
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CAPÍTULO SEIS

EL PROCESO NECESARIO PARA SOJUZGAR
A LA SERPIENTE

Lectura bíblica: Gn. 3:1, 13-15; Jn. 3:14; 12:31-32; Ap. 20:1-3

Como hemos visto, los primeros dos capítulos de las Escrituras nos presentan los planos del plan de Dios, y los últimos dos capítulos de las Escrituras nos muestran un cuadro de la consumación del plan de Dios. Si usted quita los primeros dos capítulos donde están los planos y los últimos dos capítulos donde está este cuadro, y lee desde el tercer capítulo de Génesis hasta el vigésimo capítulo de Apocalipsis, podrá ver que la mayor parte de las Escrituras empieza con la serpiente (Gn. 3:1) y concluye con la antigua serpiente (Ap. 20:2). Esto nos muestra que después que los planos del plan divino fueron revelados, la serpiente vino inmediatamente para estropear, para envenenar, el vaso que Dios había creado para Sí mismo.

SATANÁS SE INYECTÓ EN EL HOMBRE

El pensamiento central de Dios es introducirse en el vaso de Su creación, en el cual el hombre es el centro y todas las demás cosas son el entorno, un suplemento, a este vaso. Pero antes que Dios se introdujera en este vaso, vino la serpiente Satanás, el enemigo de Dios, para estropear, para envenenar, el vaso. Él sabía que el hombre es la parte central del vaso de la vieja creación, así que vino para inyectar su veneno en la parte central de este vaso. Si usted examina las Escrituras desde este punto de vista, entenderá por qué la serpiente vino de la manera que lo hizo. A fin de inyectar algo en el cuerpo físico, usted siempre escoge un punto suave, pues es más fácil inyectar allí. El enemigo, la serpiente, es muy sutil. Él sabe muy bien qué parte de la vieja creación es la más suave: la mujer. Las hermanas son demasiado suaves. Debido a que son tan suaves, ellas son perfectas para que el enemigo venga e inyecte algo. Muchas veces les he dicho a las personas que si van a contactar a las hermanas, no traten de razonar ni discutir con ellas. Simplemente derramen un par de lágrimas y eso las convencerá porque son muy débiles. El enemigo hizo esto mismo en principio. Él vino para inyectarse en la parte más suave, la parte más débil, de la humanidad, y logró su propósito.

Desde entonces, Satanás ha sido mezclado con la humanidad. En la naturaleza humana hay algo de la serpiente. En la naturaleza humana hay algo satánico, algo que es Satanás mismo. Cuando el Señor estuvo en la tierra, Él reprendió a las personas llamándolas “cría de víboras” (Mt. 3:7; 12:34; 23:33), es decir, hijos de la serpiente. Además, les dijo a los judíos que ellos eran de su padre el diablo (Jn. 8:44). En otras palabras, ellos eran hijos del diablo, porque la vida, la naturaleza, la sustancia, de la serpiente había sido inyectada en la naturaleza humana. Debemos entender el significado de la caída del hombre. No solamente significa que el hombre hizo algo malo contra la ley de Dios; esto es demasiado objetivo. La caída del hombre también tiene un aspecto muy subjetivo, pues algo de Satanás se mezcló con el hombre.

¿Sabe usted cuál es la diferencia entre el cuerpo y la carne? El cuerpo fue hecho por Dios un vaso puro para contener el alma; pero la carne es el cuerpo mezclado con la naturaleza de Satanás y, por ende, se ha vuelto algo muy pecaminoso. Si usted lee Romanos 7, comprenderá que el pecado mora en los miembros del cuerpo (vs. 17, 20, 23). En Romanos 6, 7 y 8 la palabra pecado, en singular, denota la vida y la naturaleza de Satanás. De hecho, en estos tres capítulos, el pecado es una persona, la corporificación de Satanás, y es viviente y actúa. Puede reinar como un rey (6:12); puede gobernarlo a usted, controlarlo y señorearse de usted (v. 14); y puede llegar a ser su amo y convertirlo en un esclavo (v. 20). El pecado, que es la vida y naturaleza del diablo, está en el cuerpo. Por lo tanto, el cuerpo experimentó un cambio en naturaleza porque algo de Satanás le fue inyectado, lo cual hizo que se mezclara con Satanás. Si lee las Escrituras cuidadosamente, verá que desde Génesis 3 todas las cosas por el lado negativo provinieron de la serpiente, Satanás, quien se inyectó en el hombre.

CRISTO VINO COMO SIMIENTE DE LA MUJER
Y COMO SERPIENTE DE BRONCE

Justo cuando el hombre cayó, Dios vino y prometió que alguien vendría como simiente de la mujer (Gn. 3:15). Por lo tanto, se nos dice claramente en las Escrituras que el Hijo de Dios, Jesucristo, nació de una virgen (Is. 7:14; Mt. 1:23; Gá. 4:4); Él no nació de un padre humano. Él es la verdadera simiente de la mujer, y Él puso fin a la serpiente al herirla en la cabeza, es decir, al darle muerte. A fin de matar una serpiente, usted no toma su cola, su cuerpo; más bien, tiene que tomar la cabeza. Si la hiere en la cabeza con una piedra, la matará. La simiente de la mujer fue la que hirió la cabeza de la serpiente, la que le dio muerte a Satanás. Debido a la astucia de Satanás hoy muchas personas, incluso en el cristianismo, no reconocen que el Señor Jesús nació de una virgen. El enemigo sabe que la simiente de la mujer se refiere a Cristo. Un día el Señor vino en calidad de simiente de la mujer para herir la cabeza de la serpiente, es decir, para darle muerte a Satanás.

En Juan 3:14 el Señor nos dijo que así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado. La historia del tipo de la serpiente de bronce se narra en Números 21:4-9. Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto a fin de librar al pueblo de Israel del veneno de las serpientes. En ese momento, el pueblo de Israel a los ojos de Dios era como serpientes porque ellos habían sido envenenados por las serpientes. Así que, Dios les proveyó una liberación, es decir, un libertador, y ese libertador fue levantado en la forma de una serpiente para ser su sustituto. Debido a que ellos eran serpientes a los ojos de Dios, su sustituto debía tener la forma de una serpiente. El Señor fue levantado en la cruz con la naturaleza humana en la forma de una serpiente. Quisiera preguntarle a usted: “El que fue clavado en la cruz del Calvario, ¿era un hombre o una serpiente?”. Era un hombre con la forma de una serpiente. Jesús era un hombre que fue puesto en la cruz, pero Él fue crucificado allí en la forma de una serpiente. Aquel que fue levantado solamente tenía la forma de la serpiente, mas no la naturaleza, la vida ni el veneno de la serpiente. Romanos 8:3 nos dice que el Señor Jesús vino en semejanza de carne de pecado. Él tenía únicamente la forma de la carne de pecado, mas no la naturaleza de la carne. Por lo tanto, cuando el Señor fue levantado en la cruz, no sólo el hombre fue juzgado, sino también Satanás. Cuando el hombre caído, la humanidad caída, fue crucificado por medio de la muerte del Señor, Satanás también lo fue.

Hace treinta años escuché un mensaje dado por el hermano Watchman Nee, en el que nos decía que Satanás pensaba que le era provechoso ganar al hombre, poseerlo, y entrar y residir en él. Sin embargo, el hermano Nee decía que, contrario a ello, esto fue una desventaja para Satanás, pues después de entrar en el hombre, llegó a ser fácil de localizar. Es difícil atrapar a un ratón cuando anda suelto; pero si podemos localizarlo, es fácil atraparlo. Cuando Satanás entró en la naturaleza humana, él quedó fijo en un lugar y atado a la naturaleza humana. El día en que el Señor llevó la naturaleza humana a la cruz, Él, de una manera sencilla, puso en la cruz a Satanás, quien estaba dentro de la naturaleza humana. Así que, le fue fácil al Señor ponerle fin a Satanás simplemente mediante Su muerte en la cruz. Cuando el Señor fue levantado, el hombre, la humanidad con la naturaleza satánica, fue eliminado allí, y Satanás también fue eliminado por la muerte del Señor en la cruz. Es por eso que se nos dice que Cristo destruyó, anuló al enemigo de Dios por Su muerte en la cruz (He. 2:14). De este modo, Satanás ha sido echado fuera.


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