Información del libro

Cristo crucificado, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3691-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 14 Sección 4 de 4

LA DOCTRINA DE LA CRUZ
NO TIENE NINGÚN EFECTO EN EL VIVIR DEL HOMBRE

Si una persona simplemente tiene la doctrina de la cruz, pero no conoce ni experimenta la cruz, dicha doctrina no tendrá ningún efecto en su persona ni en su vivir. Algunas personas dicen que conocen la cruz, que ya están en la cruz y que ya están acabadas o aniquiladas. Sin embargo, cuando uno observa su modo de vivir, se da cuenta de que ellos no saben lo que es la cruz, pues viven totalmente regidos por su yo. Piensan según su propia manera de pensar, evalúan a las personas según su propia perspectiva y resuelven los asuntos basados en su propio juicio. Todo lo hacen regidos por su yo. Las personas que son así únicamente son capaces de discernir lo bueno de lo malo; ellas desean lo bueno y no lo malo. A lo más pueden discernir lo correcto de lo incorrecto; desean lo que es correcto y rechazan lo que es incorrecto.

Sin embargo, una persona que realmente conoce la cruz es alguien que es iluminada por Dios. Día a día vive a la luz de la cruz y es capaz de discernir en los asuntos importantes o insignificantes de su vivir aquello que proviene del yo y lo que proviene de Cristo, que opinión es del yo y qué opinión es de Cristo, qué idea procede del yo y qué idea procede de Cristo, qué acción es motivada por el yo y qué acción es motivada por Cristo. A él no le importa si algo es correcto o incorrecto, bueno o malo, sino si ello proviene de Cristo o de sí mismo.

Un día, si bajo la iluminación de Dios realmente vemos que fuimos aniquilados, tendremos un entendimiento profundo de nuestras acciones, pensamientos y reacciones en cada minuto de nuestra vida diaria. Esto nos permitirá discernir si ellos proceden de nosotros mismos o de Cristo. Si realmente recibimos la luz de la cruz, cada vez que tengamos una actitud o pensamiento que proceda de nosotros mismos, de inmediato tendremos un profundo sentimiento de condenación.

Un día Dios nos mostrará que todo lo que proceda del “yo” es Su enemigo. Si el “yo” no es eliminado, la vida de Dios no encontrará ningún punto de salida en nuestro ser. Si vemos esto, nos será imposible vivir conforme a nuestra propia vida. Debido a que vemos esto, cada vez que vayamos a expresar nuestras opiniones, no podremos expresarlas. Ésta es la experiencia de la cruz.

DONDE ESTÁ LA CRUZ, ALLÍ TAMBIÉN ESTÁ CRISTO

Una vez que hagamos cesar todas nuestras actividades, el Espíritu de Dios de inmediato encontrará en nosotros una base y una oportunidad para tocar nuestro ser y obrar en nosotros. Así, lo que se exprese por medio de nosotros será Dios mismo. Una vez que la cruz realice en nosotros una obra para darnos fin, vendrá la resurrección. Donde está la muerte, allí está la resurrección; y donde está la cruz, allí está Cristo. Dondequiera que la obra de la muerte opere en nosotros, allí también estará la resurrección, y el Espíritu de Cristo será expresado. Entonces lo que proceda de nosotros será Dios mismo y Cristo.

Si derramamos agua sobre una persona, aunque el agua finalmente acabe en el suelo, su ropa se mojará y se mezclará con el agua. Del mismo modo, cada vez que tengamos contacto con la cruz, Cristo pasará por medio de nosotros. Cada vez que Cristo pasa por medio de nosotros, Él se forja en nosotros y se mezcla con nosotros. A medida que experimentemos esto con más frecuencia, alcanzaremos cierta etapa en la que Cristo no sólo que se quedará en nosotros, se mezclará con nosotros y se añadirá a nosotros, sino que además vivirá y se manifestará por medio de nosotros. Entonces la cruz encontrará un lugar y una abertura por donde Cristo podrá brotar y fluir en el hombre. Como resultado, Cristo se mezclará con el hombre, y el hombre será aniquilado en la cruz. Éste es el Cristo crucificado.

Le pedimos a Dios que resplandezca sobre nosotros y nos ilumine a tal grado que no sólo nos refrenemos de decir malas palabras por nuestra propia cuenta, sino también de decir buenas palabras por nuestra propia cuenta. Así, no sólo nos abstendremos de expresar cualquier cosa que sea mala, sino que además nos abstendremos de expresar cualquier cosa que sea buena. La actitud que tenemos de hablar por nuestra propia cuenta será crucificada y aniquilada. Si en todo lo que hacemos estamos dispuestos a aprender la lección de preguntarnos si aquello que hacemos procede de nosotros mismos o de Cristo, entonces seremos bendecidos.

Nuestra norma no debe basarse en aquello que aparentemente es correcto o incorrecto, bueno o malo; antes bien, nuestra norma debe ser el Cristo que mora en nosotros. No sólo debemos preguntarnos si odiamos o amamos a las personas, sino, más bien, debemos preguntarnos si amamos según nuestro propio amor o según el amor de Cristo, debido a que ahora estamos en la cruz y hemos sido aniquilados. En una persona que ha sido aniquilada no se encuentra su propio amor ni su propio odio; tampoco se encuentra el bien ni el mal. En uno que ha sido aniquilado en la cruz únicamente se encuentra una sola cosa: el Cristo que vive en él. Dondequiera que opere la muerte de la cruz, allí estará la resurrección de Cristo.

Cuando Cristo vive en nosotros, todo lo que Él expresa en nuestro vivir —Su bondad, amor, luz o todo lo que sea provechoso para otros— hará que otros toquen a Cristo. No sólo eso, además nosotros tendremos más del elemento de Cristo en nosotros. Día a día, Cristo añadirá a nuestro ser más de Sí mismo. Él hará esto al grado en que nosotros ni siquiera tendremos necesidad de pensar, pues el Cristo que está en nosotros nos dará un sentir claro para conocer lo que procede de Él.

Lo que Dios desea hoy es que muchos vean, a la luz de la cruz, que han sido aniquilados por la cruz. Ver esto hará que nosotros no sólo dejemos de hacer lo malo, sino también dejaremos de hacer lo bueno. Ver esto aniquilará todo nuestro ser. Gracias al Señor, todo el que tiene la muerte de la cruz tiene la expresión del Cristo resucitado. Una vez que tengamos esta experiencia, veremos que Cristo es nuestra vida y que nosotros nos encontramos en la muerte de la cruz y en la senda de la cruz.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top