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Lecciones de vida, tomo 4por Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-296-3
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LECCION TREINTA Y SIETE

LA MANERA DE DISFRUTAR
DE LA SALVACION DE DIOS,
INCLUYENDO LA PRIMERA ETAPA
DE LA SANTIFICACION

En los tres tomos anteriores tratamos de treinta temas acerca de asuntos entre Dios y nosotros, y entre nosotros y Dios. En este cuarto tomo, todavía necesitamos una vista de conjunto con respecto a la plena salvación de Dios. Primero, estudiaremos la manera de disfrutar la plena salvación de Dios; luego examinaremos los diferentes aspectos de la plena salvación de Dios. Según la revelación divina en la Biblia, hay claramente tres pasos que constituyen el disfrute de la plena salvación de Dios.

I. LA SANTIFICACION POR EL ESPIRITU SANTO

1) “Según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1 P. 1:2)

Aquí, la palabra nos muestra cómo el Dios Triuno causa que Su salvación nos alcance: Dios el Padre nos eligió según Su presciencia, y Dios el Espíritu nos santifica para que recibamos la redención de Dios el Hijo, la cual está indicada aquí por la sangre de Cristo. Según nuestra experiencia de la plena salvación de Dios, la santificación de Dios el Espíritu es el primer paso en nuestro disfrute de la plena salvación de Dios. Dios el Padre nos eligió en la eternidad pasada según Su presciencia. Luego, después que nacimos, Dios el Espíritu vino a santificarnos del mundo, conforme a la elección del Padre, para que disfrutemos de la redención de Dios el Hijo. Por eso, la santificación de Dios el Espíritu constituye el primer paso en nuestro disfrute de la plena salvación de Dios. Sin embargo, este paso no lo damos nosotros; es la obra del Espíritu de Dios.

La santificación de Dios el Espíritu nos separa del mundo para que pertenezcamos a Dios y disfrutemos de Su plena salvación. Esta santificación en nosotros se divide en tres etapas. La primera es para nuestro arrepentimiento, la segunda es para nuestra justificación, y la tercera es para nuestra transformación. Por consiguiente, la venida de Dios el Espíritu para separarnos para el arrepentimiento, conforme a la elección de Dios el Padre en la eternidad pasada, es la primera etapa de Su plena santificación en nosotros. En esta primera etapa de santificación, El nos ilumina, haciendo que seamos convencidos de pecado (Jn. 16:8), que nos volvamos en nosotros mismos (Lc. 15:17), y que nos arrepintamos y nos convirtamos a Dios (Hch. 26:20).

II. NUESTRO ARREPENTIMIENTO

1) “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mr. 1:15)

Esta palabra nos dice que para disfrutar de la plena salvación de Dios, tenemos que arrepentirnos y creer en el evangelio; es decir, tenemos que recibir la salvación de Dios. Por consiguiente, nuestro arrepentimiento es el segundo paso en nuestro disfrute de la plena salvación de Dios.

2) “Enciende la lámpara, y barre la casa, y busca cuidadosamente ... un pecador que se arrepiente ... volviendo en sí” (Lc. 15:8, 10, 17).

En estos versículos, encender una lámpara, barrer la casa, y buscar cuidadosamente significan que al escuchar el evangelio, Dios el Espíritu (el Espíritu Santo, quien nos santifica) nos ilumina por dentro y descubre nuestros pecados uno por uno, para que conozcamos nuestros pecados y nos arrepintamos. Por lo tanto, esta porción de la Biblia nos muestra que es debido a ese iluminar y buscar en nosotros por el Espíritu Santo, que nosotros los pecadores volvemos en nosotros mismos y nos arrepentimos. El Espíritu Santo nos ilumina y busca interiormente para santificarnos y separarnos del mundo y para hacer que volvamos al Señor y recibamos la plena salvación de Dios. Por consiguiente, la santificación del Espíritu Santo es el primer paso para recibir la salvación y nuestro arrepentimiento es el segundo paso.

3) “Se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios” (Hch. 26:20).

El arrepentimiento significa literalmente un cambio en la manera de pensar que produce un pesar y por consiguiente un cambio de meta. Nos arrepentimos y creemos en el Señor porque después de escuchar el evangelio, el Espíritu Santo santifica nuestra mente, haciendo que se arrepienta y cambie, es decir, que se vuelva a Dios y que lo tome a El como meta en todo.

4) “Proclamando ... arrepentimiento ... Preparad el camino del Señor, enderezad Sus sendas. Todo valle será rellenado, y todo monte y collado nivelado; lo torcido será enderezado, y los caminos ásperos allanados ... verá ... la salvación de Dios” (Lc. 3:3-6).

Es mediante el mucho enderezar y allanar en nuestros corazones que vemos (es decir, poseemos) el arrepentimiento en la salvación de Dios. El valle, el monte, lo torcido y los caminos ásperos son metáforas que describen las condiciones de los corazones del hombre hacia Dios y hacia otros, y las relaciones entre los hombres. Cuando nos arrepentimos y creemos en el Señor, nuestro arrepentimiento endereza todo lo torcido y allana todos los caminos ásperos en nuestros corazones, haciendo que todo nuestro ser sea enderezado y allanado para que Dios entre y lleve a cabo Su plena salvación.


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