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Estudio-vida de Ezequielpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6480-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 24 Sección 2 de 4

LAS CONDICIONES PARA VER LAS VISIONES

Finalmente, con respecto a la introducción en 1:1-3, debemos considerar las condiciones para ver las visiones.

Que los cielos sean abiertos

“Los cielos se abrieron y vi visiones de Dios” (v. 1b). Que se abran los cielos es la visitación especial de Dios. Siempre que alguien en la tierra es uno con Dios, los cielos le son abiertos. En la tierra de cautiverio había un hombre, Ezequiel, que era maduro y era uno con Dios, y los cielos le fueron abiertos. Hoy en día se aplica este mismo principio. Es necesario que los cielos nos sean abiertos, pero para que, en nuestra experiencia, los cielos nos sean abiertos, debemos ser los Ezequieles de hoy. Si somos los Ezequieles de hoy, tendremos un cielo abierto a nosotros.

La primera vez que la Biblia menciona que los cielos fueron abiertos es cuando Jacob deambulaba en su esfuerzo por escapar de su hermano Esaú. Él tuvo un sueño, y en ese sueño los cielos le fueron abiertos (Gn. 28:11-17). Esto significaba que Dios se había propuesto conquistar a Jacob para que él fuese Su “cabeza de playa” en la tierra a fin de que los cielos pudieran abrirse a la tierra. Cuando el Señor Jesús fue bautizado, los cielos fueron abiertos para declarar que había un hombre en la tierra que era uno con Dios en los cielos (Mt. 3:16-17). Cuando Esteban estaba a punto de ser muerto como mártir, los cielos le fueron abiertos (Hch. 7:56). Cuando el Señor Jesús regrese, los cielos serán abiertos nuevamente. Es una gran bendición para los hijos de Dios que los cielos les sean abiertos a ellos.

Después que la tierra fue ocupada por Satanás y los habitantes de la tierra fueron dañados por Satanás, Dios no podía venir a la tierra, y los cielos, donde Dios está, no podían ser abiertos a las personas en la tierra. Ésta era la situación en tiempos de Ezequiel. El pueblo de Israel había sido dañado por Satanás y llevado al cautiverio; como resultado de esto, los cielos no podían ser abiertos a ellos. Sin embargo, entre los que estaban en cautiverio había un sacerdote, Ezequiel, quien buscaba a Dios, contactaba a Dios y estaba conectado a los cielos. Los cielos, por tanto, le podían ser abiertos a él e, incluso, podían descender a la tierra, permitiendo que las cosas celestiales de Dios sean vistas por la gente en la tierra y sean cumplidas entre ellos aquí en la tierra. Esto era, verdaderamente, un asunto de gran trascendencia.

Al presente, Dios continúa teniendo necesidad de un pueblo que pueda hacer que Sus cielos les sean abiertos. Hoy en día la tierra todavía está ocupada por Satanás, los habitantes de la tierra todavía se encuentran en manos de Satanás y la mayoría del pueblo de Dios continúa en cautiverio. Por tanto, existe la urgente necesidad de que algunos, al igual que Ezequiel, busquen a Dios, contacten a Dios y sean los sacerdotes de Dios que ministren delante de Dios. Si Dios obtiene tales Ezequieles en la actualidad, entonces los cielos les serán abiertos, la gente en la tierra podrá ver las visiones celestiales y las cosas celestiales se cumplirán en la tierra. Que en estos días todos nosotros busquemos a Dios y le contactemos, y ¡que los cielos nos sean abiertos!

Que se reciba una visión

No solamente los cielos le fueron abiertos a Ezequiel, sino también visiones vinieron a él y algo le fue revelado, develado, a él. Dios le dijo a Ezequiel: “Mira con tus ojos, oye con tus oídos y aplica tu corazón a todas las cosas que te muestro” (40:4). Los cielos le fueron abiertos con el propósito de que Ezequiel viera las visiones de Dios. Las visiones de Dios son Sus revelaciones, las cuales hacen posible que veamos las cosas divinas, espirituales y celestiales. Aquellos a quienes los cielos no les son abiertos, no pueden ver las cosas celestiales de Dios.

En el capítulo 1 Dios abrió el velo en los cielos y permitió que Ezequiel viera lo que estaba detrás de dicho velo. Ezequiel vio cuatro seres vivientes y el trono glorioso de Dios. Debido a lo que vio, él recibió la carga de comunicar estas visiones a otros. Lo que él habló no fue una enseñanza ni producto de su imaginación, sino una visión celestial que había visto en espíritu. Todo ministro de la palabra de Dios debe comunicar visiones espirituales y celestiales a los demás. En estos mensajes no estoy ministrando una teoría, un concepto, una doctrina o algo propio de la teología sistemática; más bien, estoy ministrando una visión procedente de los cielos abiertos.

Todas las iglesias y todos los santos deben ver las visiones celestiales. Por tanto, lo que presentamos a los hijos de Dios no debe ser mera enseñanza, doctrina o conocimiento obtenido al leer algo, sino una visión que hayamos visto en espíritu bajo los cielos abiertos mediante nuestro contacto con Dios. Esto hará que el pueblo de Dios sea recobrado de su cautiverio y conducirá a la edificación de las iglesias de Dios. Espero que todos los mensajes que se den entre nosotros sean mensajes llenos de las visiones de Dios.


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