Arbol de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-1-57593-813-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-1-57593-813-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Debemos volver a leer el Evangelio de Juan para descubrir todo lo que es el Señor Jesús para con nosotros. Juan nos dice que el Verbo, quien era Dios, se hizo un hombre de carne. ¿Quién es este Cristo? Este Cristo es el mismo Dios encarnado para ser un hombre. El es el Dios completo y el hombre perfecto, el Dios-hombre. Isaías 9:6 dice: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”. Cristo como el propio Dios encarnado para ser un hombre nos era un niño nacido, un hijo dado. El Evangelio de Juan nos dice claramente que Cristo es el verdadero Hijo de Dios, pero Isaías 9:6 no sólo nos dice que un niño nos es nacido cuyo nombre es Dios fuerte, sino que también nos dice que un hijo nos es dado cuyo nombre es Padre eterno.
En Juan 14 Felipe le pidió al Señor Jesús que les mostrara a los discípulos el Padre, y luego estarían satisfechos. Jesús le respondió a Felipe: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí?” (vs. 9-10). El Padre está en el Hijo, y el Hijo es la propia expresión del Padre. No se puede separar al Hijo del Padre.
Debido a los límites de nuestro lenguaje humano con respecto a describir el misterio de la Trinidad Divina, podemos decir que el Hijo y el Padre son dos personas de la Deidad, pero no podemos decir que son dos personas separadas. Son dos personas en una sola realidad. Nunca podemos separar al Hijo del Padre. Si usted no tiene al Hijo, no tiene al Padre (1 Jn. 2:23). Si tiene al Hijo, tiene al Padre porque el Padre está en el Hijo, y el Hijo es la verdadera expresión, la propia corporificación, y la pura realidad del Padre. En Juan 10:30 el Señor Jesús dijo: “Yo y el Padre uno somos”.
Juan 14 revela que el Hijo es el Padre y luega revela que el Hijo es el Espíritu. El Señor les dice a los discípulos que El pedirá al Padre que les dé otro Consolador y que este Consolador es “el Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir; porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros, y estará en vosotros” (v. 17). El Señor añade en el versículo 18: “No os dejaré huérfanos; vengo a vosotros”. La persona mencionada en el versículo 17, quien es el Espíritu de realidad, llega a ser aquel que habla en el versículo 18, quien es el Señor mismo. Esto significa que el Señor, después de Su resurrección, llegó a ser el Espíritu de realidad, lo cual se confirma en 1 Corintios 15:45. Al tocar la cuestión de la resurrección, dice: “...fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Isaías 9:6 es un versículo que comprueba contundentemente que el Hijo es el Padre. Un hijo nos es dado, pero se llamará Su nombre Padre eterno. Otro versículo, 2 Corintios 3:17, da una prueba irrefutable que el Hijo es el Espíritu: “ El Señor es el Espíritu”. En 2 Corintios 3:6 dice: “La letra mata, mas el Espíritu vivifica”. Por lo tanto, el Señor es el Espíritu que da vida, el Espíritu vivificante.
En Juan 20 el Señor Jesús fue a Sus discípulos después de Su resurrección y sopló en ellos, diciéndoles: “Recibid el Espíritu Santo” (v. 22). El aliento que sale del Señor es el propio Espíritu Santo. Cristo se encarnó para ser la corporificación del Dios Triuno, y llegó a ser el Espíritu quien es la trasmisión del Dios Triuno. Por el Espíritu, el Señor trasmite a nuestro ser todo lo que El es. La palabra griega traducida espíritu es pneuma, y puede significar también viento, aliento o aire. El Espíritu hoy en día es como el aire que respiramos. Sin el aire, nuestra vida cesaría en cosa de minutos. El aire es maravilloso. Se extiende por todos lados, y al mismo tiempo está muy disponible. El Señor Jesús es para nosotros como el aire. El sopló en los discípulos y les dijo que recibieran al Espíritu Santo. Nuestro Cristo no sólo es el Salvador, el Redentor, el Cordero que fue inmolado en la cruz, sino que también es el propio Dios en el Hijo, con el Padre como realidad y el Espíritu como trasmisión. El entra en nosotros como el Espíritu, como el aire, muy extenso pero también disponible y real. Este Espíritu como el aire es la plena realidad del Dios Triuno.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.