Principios básicos en cuanto al ancianatopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4731-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Debemos aprender a no esconder nada ni hacer nada de modo independiente, sino abrir todo para discusión. Sin embargo, al mismo tiempo debemos aprender a discutir sin enojarnos. Eso no es fácil. En los primemos años de mi servicio en la iglesia, yo aprendí mucho al respecto. Durante los primeros años en que estuve sirviendo, no dije mucho a modo de discusión porque no estaba tan seguro de poder controlar mi enojo. Sabía que debía participar en las discusiones, pero a la vez sabía que no estaba calificado porque mi temperamento aún no había sido quebrantado. Así que me arrepentí delante del Señor por no haber sido purificado de mi mal genio a fin de ser usado por Él. También les confesé a los hermanos la razón de mi silencio. Sin embargo, con el tiempo aprendí a discutir sin enojarme.
No debemos insistir cuando estemos discutiendo con los hermanos. Insistir es una señal de que somos gobernados por nuestro temperamento. Hechos 15 nos dice que hubo mucha discusión, sin embargo, también sabemos que nadie insistió en su punto de vista, porque el versículo 25 dice que llegaron a un acuerdo. No es fácil evitar insistir en nuestro punto de vista. Mientras seamos personas naturales, tengamos nuestro temperamento y estemos en nuestro yo, insistiremos en nuestra opinión. Discutir de una manera apropiada es muy difícil; esto es algo que requiere aprender muchas lecciones de la cruz. Si no aprendemos estas lecciones, nuestras discusiones se convertirán en batallas. Sin embargo, es necesario discutir mucho. No debemos disculpar nuestro silencio diciendo que queremos guardar la unidad, cuando en realidad no nos atrevemos a hablar porque somos débiles en el espíritu y no hemos sido liberados de nuestro enojo.
Todos los apóstoles y los ancianos que estaban reunidos en Hechos 15 habían aprendido mucho a través de muchas experiencias espirituales. Por lo tanto, estaban calificados para participar en la discusión y lo hicieron sin enojarse. Debido a que discutieron sin insistir en su punto de vista, pudieron aceptar la decisión final aun cuando fuera contraria a su opinión inicial. No es fácil evitar ofendernos cuando lo que decimos en una discusión no es aceptado. Sin embargo, debemos aprender a discutir sin enojarnos, sin insistir y sin ofendernos. En los asuntos de gobierno, las personas a menudo se portan de manera diplomática para evitar ofender a otros o para guardar las apariencias. Sin embargo, en Hechos 15 no vemos que nadie se hubiera ofendido, hubiera guardado las apariencias ni hubiera jugado a la política. Los hermanos fueron abiertos y sinceros.
Es muy difícil practicar los principios normales y apropiados expuestos en Hechos 15. A fin de realizar una operación, un cirujano debe estar calificado, y tanto él como el instrumental quirúrgico deben estar esterilizados, purificados; de lo contrario, le transmitirá microbios al paciente y éste se enfermará más. De igual manera, a fin de participar en la comunión de los colaboradores y ancianos, debemos estar calificados y purificados. Si tratamos de poner en práctica los principios presentados en Hechos 15, encontraremos que no estamos calificados ni preparados mientras no hayamos aprendido las lecciones de la cruz, ni hayamos sido purificados y disciplinados de forma cabal. Nuestra participación en una discusión llegará a ser un problema. Si nos ofendemos en una discusión, eso indica que estamos en la carne. Si no estuviéramos en la carne, no nos importaría guardar las apariencias ni tampoco si otros no nos respetan. Preocuparnos exageradamente por la cortesía es, de hecho, ser diplomáticos por causa de la carne; no obstante, la carne no tiene cabida alguna en las reuniones de los colaboradores y ancianos. El ejemplo de Hechos 15 puede ser practicado únicamente por aquellos que han aprendido las lecciones de la cruz. Debido a que los primeros apóstoles y ancianos habían aprendido debidamente las lecciones de la cruz, ellos estaban calificados para participar en tal discusión. Ellos participaron en la discusión porque consideraban que tenían algo que decir, pero lo hicieron sin insistir en su opinión y sin enojarse. Como resultado, su discusión no acabó en ofensas sino en unanimidad (v. 25). Por lo tanto, especialmente entre los colaboradores y ancianos es necesario aprender muchas lecciones de cruz.
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