Puente y canal de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3840-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Debemos adorar al Señor por la dirección y adiestramiento que nos ha dado en estos días. En nuestra adoración también debemos consagrarnos como es debido. En el Antiguo Testamento cada vez que el pueblo de Dios comenzaba a moverse, primero se consagraban corporativamente; y luego, cuando el mover terminaba, volvía a consagrarse de forma corporativa. Es por medio de la consagración que nosotros respondemos al guiar que Dios nos ha dado.
Todos los hermanos y hermanas que asistieron al reciente entrenamiento, independientemente de si asistieron a las clases de manera formal o simplemente como oyentes, delante del Señor, deben tener el anhelo ferviente de estar dispuestos a seguir el camino de servir al Señor y de andar en este camino por el resto de sus vidas. Eso no significa que de ahora en adelante deban convertirse en oradores que ministran la palabra a tiempo completo. Lo que realmente significa es que deben servir al Señor en la iglesia. Esto difiere de llegar a ser un predicador como los del cristianismo. Éstos son dos asuntos completamente diferentes.
Ser un predicador en el cristianismo se ha convertido en una especie de profesión. Sin embargo, servir al Señor es el vivir propio de un cristiano, no es una profesión. Si el Señor dispone nuestras circunstancias de modo que tengamos los medios suficientes para vivir sin necesidad de adquirir más cosas materiales para nuestro disfrute, debemos emplear toda nuestra fuerza, esfuerzo, tiempo y energía en asuntos relacionados a la propagación del evangelio del Señor y la edificación de la iglesia. Esta clase de vivir es una vida de servicio al Señor. Pero aun si el Señor no nos provee para nuestra comida, vestido, techo y transporte, y por tanto, tenemos que emplear nuestro tiempo, energía y fuerza para ganar dinero para nuestro sustento, nuestro vivir aún debe ser para el evangelio del Señor y la iglesia. Por consiguiente, independientemente de cuál sea nuestro trabajo, conducta y existencia, ésta debe tener como objetivo nuestro servicio al Señor. Éste es el vivir apropiado de un cristiano.
En cuanto a si debemos tener un trabajo, cuánto debemos trabajar o qué clase de trabajo debemos tener, debemos seguir la dirección del Señor en nuestro entorno. No es necesario que luchemos y nos esforcemos al respecto. Cualquiera que sea nuestro trabajo, no debe afectar nuestro servicio al Señor. Espero que todos los hermanos y hermanas que empezaron a asistir al reciente entrenamiento, tengan esta clase de visión y esta clase de vivir.
Además, todos los hermanos y hermanas que han asistido al reciente entrenamiento deben saber que los asuntos espirituales no son superficiales ni sencillos. Después de estas dieciséis semanas de clases espero que muchos de ustedes sientan que leer la Biblia no es algo sencillo, que hablar por el Señor no es sencillo, que conocer la vida no es algo sencillo y que ser ministros de la palabra para ser usados por el Señor no es sencillo. Sin embargo, ustedes no deben contentarse simplemente con el hecho de saber que estas cosas no son sencillas. Según nuestra situación presente, todavía nos falta mucho. Las riquezas de Cristo son inagotables y las cosas espirituales de Dios también son inagotables. Nunca deben pensar que es suficiente escuchar lo que han escuchado y ver lo que han visto. No, éste jamás será el caso. Pese a que todo lo que han oído en estas dieciséis semanas de clases es la verdad de Dios, y casi todo lo que han visto es espiritual, deben comprender que lo que han oído, lo que han visto y lo que han tocado en las pasadas dieciséis semanas son simplemente una porción minúscula de las riquezas espirituales de Dios. El entrenamiento no debe hacerlos orgullosos; más bien, debe hacer que ustedes se humillen delante del Señor. Nunca debemos contentarnos con lo que hemos aprendido ni debemos jactarnos de ello. No debemos enorgullecernos por lo que hemos aprendido, sino que, más bien, lo que hemos oído y aprendido debe hacernos humildes.
Cuando los hermanos y hermanas regresen a sus respectivas localidades para servir, deben ser humildes en todo, pero no deben tener un carácter moral bajo. Eso significa que al servir en las iglesias, no debemos bajar la norma de nuestra moralidad en ningún asunto ni en ningún aspecto. Además de esto, debemos ser humildes delante de aquellos a quienes servimos, adaptándonos a ellos en todo asunto y en todo aspecto. No debemos ser personas con un carácter bajo, personas innobles, pero sí debemos ser personas humildes. Ser humilde es algo aceptable, es bueno y positivo, pero ser bajo y vil no lo es. Debemos ser absolutamente humildes y adaptarnos a los demás, y debemos humillarnos y no volvernos orgullosos por lo que sabemos. Sin embargo, jamás debemos perder el carácter propio de un cristiano a fin de complacer a los demás. En lo que se refiere a nuestro carácter moral, jamás debemos bajar la norma. Una vez que bajemos la norma de nuestro carácter moral, nos será muy fácil convertirnos en personas viles y dignas de lástima. Esto no es aceptable.
Tal vez algunos pregunten a qué nos referimos al decir que no debemos tener un carácter bajo o innoble. Significa que cuando nos relacionemos con una persona que tiene dinero, poder y una posición importante, no debemos considerarlo demasiado superior a nosotros, y que cuando nos relacionemos con alguien que está en una posición más baja que la nuestra, no lo menospreciemos. Ser innoble o vil es tratar a las personas con demasiado honor o con demasiado menosprecio. Debemos ser humildes y condescendientes con los demás, pero no debemos tener un carácter bajo e innoble. La mayoría de las organizaciones sociales de hoy solicitan contribuciones e invitan a las personas a donar dinero. En tales situaciones es común que ellos traten a algunos de los donantes con un respeto especial. Esto es bajo y vil. Sería preferible que pasáramos hambre y que se retrasara la obra, antes de rebajarnos de esta manera. Así pues, al servir a la iglesia debemos humillarnos y no ser orgullosos en nada, pero nunca debemos bajar la norma de nuestro carácter moral. Hacer esto no nos hace personas humildes, sino personas viles. Por favor, recuerden bien que alguien que sirve al Señor no debe ser vil ni diplomático. No tenemos un trono; lo único que tenemos es nuestro carácter moral. Por tanto, debemos ser humildes y adaptables en todo, pero jamás ser descuidados con nuestro carácter moral.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.