Pensamiento central de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7041-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Los estudiantes de la Biblia saben que los últimos dos capítulos de Apocalipsis son la conclusión de todas las Escrituras. En estos dos capítulos se halla un cuadro de un edificio divino, el cual es llamado la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, la cual es la conclusión de todas las Escrituras. Esta conclusión es una conclusión triple: es la conclusión de los escritos del apóstol Juan, que siguen la línea de la vida, la conclusión de todo el Nuevo Testamento y la conclusión de todas las Escrituras. Esto nos permite ver cuán importante es el cuadro de la Nueva Jerusalén. Además, por ser la máxima conclusión de todos los escritos divinos, la Nueva Jerusalén es la conclusión del pensamiento divino.
Ya vimos que el pensamiento central de Dios consiste en forjar a Cristo en un grupo de personas como su vida, de modo que lleguen a ser la expresión corporativa de Cristo a fin de que, por medio de ellas, Dios sea expresado en Cristo. En resumen, el pensamiento central de Dios consiste en que Cristo, con un Cuerpo, exprese a Dios. En los últimos dos capítulos de Apocalipsis, tenemos un cuadro que nos muestra que Dios en Cristo está en el trono y se expresa por medio de un vaso corporativo: una ciudad grande y alta. Esta ciudad es un vaso corporativo que contiene a Dios en Cristo y que expresa a Dios por medio de Cristo. Por consiguiente, este cuadro nos revela el pensamiento central de Dios.
Este relato nos dice que Dios, quien está en el centro mismo de la ciudad, es la luz, y el resplandor de la luz es la gloria de Dios (21:23a). Dios, quien es la luz y quien resplandece continuamente, está en la lámpara, la cual es el Cristo redentor, el Cordero redentor (v. 23b). Dios está en Cristo así como la luz está dentro de una lámpara. El hecho de que la lámpara resplandezca desde el centro de esta gran ciudad muestra que cada parte de la ciudad es transparente. Por lo tanto, la ciudad en su totalidad es un vaso corporativo que expresa a Dios en Cristo y por medio de Cristo.
Yo nací y fui criado y educado en el cristianismo. Desde que era niño, escuché muchas enseñanzas acerca de la Nueva Jerusalén. Había diferentes opiniones, diferentes pensamientos y diferentes enseñanzas acerca de esta ciudad. De joven simplemente acepté esas enseñanzas. Sin embargo, mediante las experiencias que he tenido del Señor en la vida interior y conforme al principio de la vida, y a través de mucho estudio, lectura y reflexión profunda de todas las Escrituras, el Señor gradualmente me ha revelado la explicación y definición correctas, apropiadas y adecuadas de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es un vaso viviente y corporativo destinado a contener a Dios en Cristo y a expresar a Dios por medio de Cristo. Podemos concluir esto porque Apocalipsis 21 dice que el propio Dios que habita en esta ciudad es la luz, y el Redentor, el Hijo de Dios, el Señor Cristo como Cordero, es la lámpara. La luz resplandece dentro de una lámpara para expresarse a sí misma. En este cuadro de la Nueva Jerusalén, Dios es la luz en la lámpara, que es Cristo, para resplandecer en Cristo y por medio de Cristo. Dios es uno con Cristo; no podemos jamás separar la luz de la lámpara. La luz es la esencia misma de la lámpara, y es uno con ella. La luz necesita una lámpara porque desea resplandecer a fin de expresarse. Además, la lámpara está en la ciudad, que es un vaso corporativo, un recipiente corporativo. Debido a que este vaso corporativo es transparente en todo aspecto y por todas partes, es fácil que resplandezca con la luz que contiene en su interior. La Nueva Jerusalén contiene a Dios en Cristo e irradia a Dios por medio de Cristo. Éste no es un mero pensamiento humano ni mi explicación solamente. Ésta es la revelación del pensamiento divino que el relato divino nos comunica.
Aquí tenemos que hacer un repaso acerca de la diferencia entre la vieja creación de Dios y Su nueva creación. La vieja creación era un vaso vacío, era un recipiente destinado a contener a Dios. Fue creada por Dios, pero no tenía nada que ver con Él. La nueva creación, por su parte, es la vieja creación que es transformada por Dios al recibir a Dios como su contenido. La vieja creación es un vaso vacío que no contiene nada de Dios, pero la nueva creación como vaso corporativo está llena de Dios, su propio contenido. Debido a que ya no está vacía, sino llena de Dios, la nueva creación ha sido transformada de su vieja forma y naturaleza a una nueva forma y naturaleza. De este modo, ella ha llegado a ser nueva. Antes que usted fuese salvo, era un vaso vacío; era como una taza o una botella vacía. Fue hecho por Dios para contenerle, pero fue corrompido y arruinado por Satanás. Desde que usted recibió al Señor y lo aceptó como su Redentor, la sangre que Él derramó lo limpió de toda contaminación y suciedad, y al mismo tiempo, el Señor entró en usted para llenarlo y ser su contenido. Por lo tanto, usted ya no es un vaso vacío; al contrario, usted ha llegado a ser un vaso lleno del Señor. Desde entonces, debido a que ha sido lleno del Señor, ha ocurrido un cambio en usted y continúa ocurriendo. ¿Se da usted cuenta de que está cambiando día a día, e incluso momento a momento? Antes usted era un vaso vacío; usted era el viejo hombre y parte de la vieja creación. Puesto que ha llegado a ser un vaso lleno de Cristo, usted es parte del nuevo hombre, parte de la nueva creación.
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