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Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6188-0
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LA VISIÓN DE LA ECONOMÍA DE DIOS

Necesitamos ver la visión en cuanto a la economía de la Trinidad Divina. Hemos visto que esta economía es un plan, un arreglo o una impartición (3:9b; 1:10). Pablo usa la palabra oikonomía en Efesios, 1 Timoteo, Colosenses y 1 Corintios. En 1 Timoteo 1:3-4, Pablo exhortó a Timoteo a quedarse en Efeso, para que mandase a algunos que no enseñaran cosas diferentes de la economía de Dios que se funda en la fe. Esta impartición, o economía, no se funda en la ley, sino en la fe. La ley representa la dispensación del Antiguo Testamento. Todas las cosas que Moisés escribió en los primeros cinco libros de la Biblia, el Pentateuco, se fundan en la ley. Pero lo que Pablo ministraba como la economía de Dios se funda en la fe. Pablo le dijo a Timoteo que mandase a algunos que no enseñaran cosas diferentes. La cosa diferente más sobresaliente que éstos enseñaban era la ley. Sin embargo, Pablo dijo que la economía de Dios que él ministraba no se fundaba en la ley, sino en la fe.

La economía de Dios se funda en la fe. No depende de lo que hagamos, sino de nuestra fe en la gracia de Dios. No depende de lo que hagamos por nosotros mismos, sino de que creamos en Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno. En el ministerio del Señor no le enseñamos a los santos a observar algo, a guardar algo o a hacer algo. Nosotros les ministramos a los santos algo que requiere el ejercicio de su fe. La fe no se origina de nosotros, sino que tiene su origen en lo que vemos. Cuando vemos la economía de Dios, esto genera e inicia un creer dentro de nosotros. La economía de Dios es la voluntad de Dios de impartirse en ustedes y en mí, para producir un organismo, el Cuerpo de Cristo para Su beneplácito. La fe proviene de ver esta visión. Necesitamos una visión; necesitamos ver. Necesitamos ver que en todo el universo el beneplácito de Dios es impartirse, dispensarse dentro de nosotros a fin de que podamos ser parte de Su organismo, el Cuerpo orgánico de Cristo. Un dispensario es un lugar donde se dispensa medicina a los pacientes enfermos. Dios mismo es un dispensario y Él también es una dosis todo-inclusiva que se imparte a Sí mismo en nosotros, Sus pacientes.

Las enseñanzas del apóstol Pablo se originan en el corazón de Dios, y no en la caída del hombre. Sus enseñanzas nos muestran el beneplácito que Dios ha tenido desde la eternidad pasada. El deseo de Dios no consiste simplemente en salvar a pecadores, sino en impartirse, en ministrarse a Sí mismo dentro de nosotros como todo lo que necesitamos. Su impartición no solamente nos sana, sino que hace que nosotros seamos Su organismo, Su Cuerpo viviente. En la eternidad pasada Dios tuvo el deseo de impartirse dentro de Su pueblo escogido para hacer de todos ellos el Cuerpo de Su corporificación, Cristo. Este Cuerpo es el organismo mismo de la Cabeza, Cristo. Nuestro cuerpo físico es un organismo que nos sirve para complementarnos y completarnos a fin de que podamos expresarnos de una manera completa y adecuada. De la misma manera el Cuerpo de Cristo es Su compleción para que Él tenga Su plena expresión.

Necesitamos ir a visitar a las personas con el evangelio a fin de llevar a cabo la economía de Dios. Dios necesita que las personas sean como vasos (Ro. 9:21, 23), como “botellas” para que lo contengan como la medicina todo-inclusiva. Vamos a visitar a las personas con el evangelio para ganar más botellas para Dios, y para llenarlas con Dios mismo. En 1984, cuando observé la situación de todas las iglesias en el recobro del Señor, me di cuenta de que no habían muchas botellas. Debemos ser aquellos que son uno con el corazón de Dios a fin de ganar nuevas botellas, nuevas personas, en quienes Él se pueda impartir.

Dios nos ama porque somos los vasos, las botellas que fueron hechas por Él a fin de contenerle. Dios no desea únicamente salvarnos porque somos caídos; Él quiere que seamos Sus vasos en los cuales pueda impartirse. Él necesita un Cuerpo y una esposa que sea igual que Él. Hay un romance divino en el universo. El cuadro con el que concluye toda la Biblia es una pareja: un esposo y una esposa (Ap. 21:2; 22:17a). De hecho, la Nueva Jerusalén es una pareja divina compuesta por el Dios Triuno procesado que se ha casado con el hombre tripartito transformado. Esta pareja divina es el resultado de la impartición divina en la economía de Dios. Desde que he visto esto, mi concepto respecto a Dios, Cristo, la iglesia y los creyentes en Cristo ha cambiado radicalmente. Necesitamos tal visión de la economía de Dios, la cual se funda completamente en la fe.


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