Cristo es contrario a la religiónpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1012-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La era del libro de Apocalipsis es la era de los siete Espíritus, la era en que vivimos. ¡Aleluya por el último libro de la Biblia, el libro de Apocalipsis! Este libro es totalmente distinto de los demás. En Mateo encontramos muchas citas del Antiguo Testamento; en Juan, Hechos, Romanos, Hebreos y en otros libros, también se hallan muchas citas bíblicas. No obstante, en el libro de Apocalipsis, un libro de veintidós capítulos, no podemos encontrar ni una cita del Antiguo Testamento. Todo su contenido es nuevo; no contiene nada de los libros antiguos. Este libro no cita ni un solo versículo bíblico, no tiene nada antiguo. Entonces, ¿cuál es su contenido? ¡Los siete Espíritus! Un Cordero con siete ojos, los cuales son los siete Espíritus de Dios. Sólo vemos al Cordero Redentor y al Espíritu intensificado. Este libro no contiene nada que pertenezca a la fuente vieja. En este libro todas las expresiones provienen del Espíritu siete veces intensificado, y todas son nuevas y frescas. No hay nada religioso, nada viejo, nada muerto; el Espíritu viviente lo dice todo, y lo dice de una manera nueva y viviente.
Además, este libro no contiene ninguna declaración humana. Siempre leemos que el Espíritu habla. “Sí, dice el Espíritu” (Ap. 14:13). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (2:7). En los capítulos dos y tres leemos en siete ocasiones que el Espíritu habla a las iglesias. Estos mensajes no se parecen a los que dieron los profetas del Antiguo Testamento, tal como: “Sí, pueblo mío, así dice el Señor...” Tampoco se parecen a lo que leemos en las epístolas. Las epístolas dicen: “Esto digo [Pablo]” (1 Co. 7:6), o “Yo [Pedro] exhorto” (1 P. 5:1). En el libro de Apocalipsis nunca encontramos frases como esta: “Así dice el Señor” o “Esto digo”. Antes bien leemos: “El Espíritu dice, el Espíritu dice, el Espíritu dice”. ¿Ha notado usted que esta misma frase con las mismas palabras se repite siete veces: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”? ¿Por qué dicha frase se repite siete veces? Por causa del Espíritu siete veces intensificado. Finalmente el libro concluye así: “El Espíritu y la novia dicen...” (22:17). Primero leemos que el Espíritu habla a las iglesias, y finalmente, que el Espíritu y la novia llegan a ser uno; hablan juntos. En este versículo, el Espíritu y la novia son un sujeto compuesto. Ambos fueron compuestos y forman una sola entidad; ambos se hicieron uno. ¡Aleluya! La iglesia forma una sola entidad con los siete Espíritus, y los siete Espíritus se han forjado integralmente en la iglesia. ¡Esta es la meta de Dios, la consumación final de Su propósito eterno!
En el libro de Apocalipsis tampoco podemos encontrar doctrinas, dones, ni personas dotadas. No sobresalen apóstoles, profetas, evangelistas, ni pastores; tampoco encontramos ancianos ni diáconos. Lo único que vemos aquí son los ángeles en las iglesias locales. Los ángeles son las estrellas, y las estrellas están relacionadas con los siete Espíritus, así como las siete iglesias también están relacionadas con los siete Espíritus. Los siete Espíritus son para las siete iglesias, y los siete Espíritus son también para las siete estrellas.
¿Qué significa todo esto? Debemos estar conscientes de que en el tiempo en que se escribió el libro de Apocalipsis, la era había cambiado por completo, pues pasó de la religión al Espíritu. ¿Por qué en este libro ya no vemos doctrinas, dones, personas dotadas, ancianos ni diáconos? Debido a que el sutil enemigo había usado todas estas cosas para formar una religión. Por lo tanto, en estos pasajes de Apocalipsis y en el recobro del Señor, el Espíritu no menciona más esas cosas. ¿Podría alguien formar una religión con los siete Espíritus? Les aseguro que los siete Espíritus desecharían cualquier elemento religioso.
Recientemente, en cierta ciudad, dos jóvenes recibieron mucha ayuda de otros jóvenes en las reuniones de su iglesia local. Al día siguiente, estos dos jóvenes, un muchacho y una muchacha, se levantaron junto con su madre en la reunión y declararon: “¡Satanás, estás derrotado!” El padre de esos jóvenes estaba allí y se sintió muy ofendido por tal declaración. Así que, parándose en frente de todos dijo a la congregación lo contrariado que se sentía a causa de aquella exclamación: “¡Satanás, estás derrotado!” El dijo: “Si Satanás estuviera aquí, ustedes estarían atemorizados!” Inmediatamente después de eso, todos los hermanos y las hermanas empezaron a gritar en la reunión: “¡Satanás, estás derrotado! ¡Satanás, estás derrotado!” Luego el padre llamó a la madre, y haciendo señales a los hijos para que lo siguieran, salió de la reunión con paso airado. Más tarde me enteré de que ellos eran miembros piadosos de un grupo cristiano muy famoso por su conocimiento de las doctrinas bíblicas. Pensé: ¿Qué hay de malo en decir: “¡Satanás, estás derrotado!”? Por el contrario, yo diría que es una declaración maravillosa. No obstante, aquellos miembros piadosos que pertenecían a dicho grupo cristiano muy conocedor de las doctrinas bíblicas, se ofendieron por aquella declaración. Esto es la religión.
Hermanos y hermanas, me temo que ustedes estarían alarmados por causa de Juan el Bautista si viviesen en su tiempo y estuviesen acostumbrados a ofrecer sacrificios de manera ceremoniosa en el templo. Si ustedes hubiesen ido al desierto y hubiesen visto a Juan vistiendo ropas de pelo de camello y comiendo langostas y miel silvestre, habrían dicho: “¿Qué es esto? ¿Es un hombre o un animal? ¿Puede esta persona ser un profeta de Dios? ¿Por qué no habla en el templo como es debido?” Pero, ¿quiénes son ustedes? ¿Son ustedes el Señor? No los estoy reprendiendo. Lo que estoy diciendo es que todos debemos darnos cuenta que hemos sido atrapados por la religión, por el cristianismo. El cristianismo es una trampa sutil; ha capturado a la mayoría de los cristianos. Permítanme decirles algo, lo digo a ustedes, y no a otras personas: aún tienen mucha religión en su sangre.
¿Se han dado usted cuenta de que el relato del nacimiento del Señor en los cuatro evangelios fue totalmente distinto de lo que esperaban aquellos que tenían el Antiguo Testamento en sus manos? Los religiosos conocían las profecías tocante al nacimiento de Cristo y ciertamente esperaban el nacimiento del Mesías. Pero finalmente, cuando El nació, todo aconteció de una manera diametralmente opuesta a lo que ellos esperaban. Los que poseían la Biblia no prestaron ninguna atención a dicho acontecimiento. Cuando el Señor Jesús empezó Su ministerio a la edad de treinta años, ningún religioso lo reconoció. ¿No cree usted que la misma situación se dará en el tiempo de la segunda venida del Señor? Muchos creyentes neotestamentarios tienen la Biblia en sus manos hoy en día; muchos conocen y proclaman la segunda venida del Señor. Pero finalmente, cuando vuelva el Señor Jesús, El vendrá de manera diametralmente opuesta a lo que ellos esperan. La religión los cegará.
Fuimos adoctrinados con muchos conceptos religiosos; no imaginamos cuántos. Estos se han infiltrado en nuestra naturaleza, en nuestra vida y en nuestra sangre. Aparentemente los jóvenes tienen más facilidad para librarse de la sangre religiosa, pero sólo aparentemente. No piense que por estar gritando se ha librado de la religión. El concepto religioso no reside en una actividad exterior, sino en su disposición interior. La religión se encuentra en nuestra sangre, en nuestra naturaleza. Los de mayor edad tenemos más dificultad para romper los lazos y sacar la religión de nuestra sangre. No imaginamos cuántos conceptos religiosos se han forjado en nuestro ser.
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