Gran misterio: Cristo y la iglesia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8704-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Durante el tiempo de Pablo, las iglesias fueron introducidas en el propósito de la salvación de Dios. Pero esta maravillosa condición fue pasajera y muy pronto fue dañada (2 Ti. 1:15; 4:10, 16). Para el tiempo del martirio de Pablo, alrededor del año 67 d. C., las iglesias decayeron y se degradaron. Un cuarto de siglo después, la visión de Pablo casi había desaparecido. Fue entonces que Juan comenzó a hacer una obra remendadora.
El Evangelio de Juan, sus Epístolas y Apocalipsis fueron escritos por Juan alrededor del año 90 d. C. La revelación divina fue completada mediante el ministerio de Pablo, pero fue dañada debido a la degradación de la iglesia. Después de un cuarto de siglo, Dios usó a Juan para que hiciera una obra remendadora. Como resultado, algunos aspectos de la revelación divina se volvieron incluso más sólidos que antes. En Apocalipsis Juan revela que el Espíritu es ahora los siete Espíritus, el Espíritu siete veces intensificado (1:4; 3:1; 4:5; 5:6). Juan también revela que las iglesias locales son candeleros de oro (1:12, 20). Esta revelación indica una intensificación. Tenemos que ver que no solamente nos hallamos en la visión completa que Pablo recibió, sino también en la visión remendadora que Juan recibió. La visión de Juan no sólo corresponde a la visión de Pablo; es incluso más poderosa que la visión de Pablo.
Después de la muerte de Juan, a principios del siglo II la revelación divina de nuevo estaba casi perdida por causa de muchas contiendas doctrinales con respecto a la persona de Cristo y la Trinidad Divina. Algunos decían que Cristo es Dios, no hombre. Otros decían que Cristo es hombre, no Dios. Otros incluso decían que Cristo no era completamente Dios ni completamente hombre. Estas enseñanzas sobre la persona de Cristo eran herejías que terminaron en batallas por la verdad.
Aparentemente, la disputa respecto a la persona de Cristo era una salvaguarda de la verdad, una protección de la fe y una contienda por la verdad. Sin embargo, cuando los cristianos cayeron en contiendas doctrinales y se dividieron, dejaron de prestar atención a la verdad de la vida y a la experiencia de vida. Ellos no conocían el Cuerpo de Cristo, ni veían la revelación y la luz acerca de las iglesias locales.
En 306 d. C. Constantino llegó a ser emperador de Roma. Con el fin de detener los debates religiosos que existía entre los cristianos y para mantener la paz y el orden en el Imperio romano, él convocó a los grandes maestros de la Biblia y sostuvo un concilio en Nicea en 325 d. C. Este concilio produjo el Credo de Nicea, el cual aún se recita en la Iglesia Católica Romana y en las denominaciones protestantes. Entre 325 d. C. y 570 d. C., casi por doscientos cincuenta años, tomaron lugar muchos concilios, y numerosos asuntos acerca de la verdad fueron resueltos.
Aunque Constantino el Grande fue considerado líder del cristianismo, también retuvo el título pagano de Pontifex Maximus. Valiéndose de la plata, el vestido y muchas otras cosas materiales, animó a miles de inconversos a bautizarse, e hizo del cristianismo la religión estatal. De esta manera, corrompió la iglesia e introdujo en ella muchas costumbres de las naciones. Ésta era la condición externa de la iglesia en aquel tiempo. Sin embargo, algunos hombres piadosos no aprobaron dichas acciones, y se reunían en secreto para salvaguardar la verdad. No obstante, la iglesia del Señor sobre la tierra se había dividido y corrompido.
Alrededor de 590 d. C. el papado fue establecido formalmente, y la autoridad del papa fue confirmada y reconocida. Por consiguiente, la Iglesia Romana también es conocida como la Iglesia Católica Romana. La palabra católico significa “universal”. La Iglesia Católica Romana le prohibió al laicado leer la Biblia; sólo se le estaba permitido al clero, y únicamente debían hacerlo conforme a las interpretaciones del papa. De manera que, la Biblia permaneció cerrada hasta la Reforma, a comienzos de 1500; la Biblia estuvo cerrada por diez siglos. Los historiadores llaman a este período en la Edad Media como la Edad Oscura, puesto que la verdad y la luz halladas en la Biblia estaban encerradas; por consiguiente, todo el mundo cayó en oscuridad espiritual.
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