Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7707-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Romanos nos lleva a ver el Cuerpo, mientras que 1 Corintios nos muestra que el Cuerpo necesita ser edificado, que el Espíritu dentro de nosotros es el Espíritu que edifica y que la necesidad básica para tener la edificación es la transformación. De este asunto se ha hablado en 1 Corintios y también en Romanos, pero se menciona más claramente en 2 Corintios. Cuando el Espíritu Santo entra en nuestro ser, somos regenerados. La regeneración es una cuestión del espíritu. Sin embargo, la transformación no es una cuestión del espíritu. Romanos 12 nos muestra que la transformación comienza con nuestra mente; nuestra mente primero es renovada y después transformada. Nuestra mente es la parte principal de nuestra alma. Cuando nuestra mente sea transformada, nuestra parte emotiva y voluntad también serán transformadas. Hemos sido salvos y regenerados, y no hay ningún problema con esto. Sin embargo, la regeneración ocurre en nuestro espíritu. Nuestro problema no tiene que ver con la regeneración, sino con la transformación. Es posible que algunos de nosotros estemos más transformados, otros estén menos transformados, y otros no estén transformados en absoluto.
El Espíritu nos unge con miras a nuestra transformación. El Espíritu nos sella para estamparnos con la imagen de Dios con miras a nuestra transformación. El Espíritu que está en nosotros como las arras y como las primicias para nuestro disfrute y sabor anticipado tiene como fin nuestra transformación. Él está redactando una carta para escribir a Cristo en nosotros con miras a nuestra transformación. Él es el Espíritu que ministra vida para hacernos libres y libertarnos, lo cual también hace con miras a nuestra transformación. La transformación simplemente quiere decir que permitimos que el Espíritu de vida que mora en nosotros sature nuestro espíritu y se extienda hacia el exterior para impregnar nuestra mente, parte emotiva y voluntad.
Hermanos y hermanas, por favor recuerden que la transformación está absolutamente relacionada con la edificación. Consideren esto: ¿pueden ser edificados juntos tres hermanos que son regenerados pero que no han sido transformados? No, no pueden. ¿Por qué? Porque su alma es un impedimento. Ellos son regenerados en su espíritu, pero tienen diferentes perspectivas, ideas, preferencias y decisiones. Así que, ¿cómo pueden ser edificados juntos? Por consiguiente, hermanos, la edificación no depende de la obra del hombre, sino de la transformación. Si un hermano ha sido transformado y su mente, parte emotiva y voluntad han sido saturadas del Espíritu, será muy fácil que él coordine y sea edificado juntamente con otro hermano que también ha sido transformado. La medida de transformación que haya determinará la medida de edificación que habrá.
Algunos hermanos y hermanas jóvenes de habla china fueron a los Estados Unidos y permanecieron allí por algunos años. Originalmente, ellos fueron muy útiles en diferentes localidades de Asia, pero una vez que llegaron a los Estados Unidos ya no pudieron manifestar su utilidad. Una vez que estuve con ellos, me preguntaron: “¿Hermano Lee, por qué no podemos ser útiles aquí? Parece que venimos a estar desempleados”. Yo les dije: “Este asunto es muy misterioso, pero ¿saben que en toda la tierra el pueblo que es más difícil de quebrantar son los chinos? Su característica nacional es muy conservativa. Por un lado, esta clase de característica nacional es muy buena, pero por otro lado, es un gran obstáculo que impide que el Señor se exprese a través de nosotros. Vean a la gente que viene de Europa, Australia, Sudamérica y África. Después de permanecer en los Estados Unidos durante una o dos generaciones, se ven iguales a los estadounidenses. Sin embargo, los chinos, después de haber vivido en los Estados Unidos por tres o cuatro generaciones, siguen impregnados del ‘olor’ chino; ellos no han cambiado en lo absoluto. Después de vivir en los Estados Unidos todos estos años, ustedes no han cambiado un ápice; siguen siendo hermanos chinos y hermanas chinas. Esperan que todo hermano y hermana sean como ustedes antes de poder servir y ministrarles a ellos. Por consiguiente, a fin de que el Señor se exprese a través de ustedes, primero, ustedes, como las personas chinas que son, deben ser quebrantadas y transformadas. Sí, ustedes tienen un espíritu, pero no viven por el espíritu; más bien, viven por su mente y su parte emotiva. Su mente es una fortaleza que mantiene encerrado al Señor dentro de ustedes de modo que no salga libre. Los hábitos chinos, los conceptos chinos, los pensamientos chinos y la mentalidad china se hallan en la mente. Esta fortaleza tiene que ser derribada”.
Queridos hermanos y hermanas, su problema hoy es que frecuentemente se hallan en su mente; se hallan bajo una nube de teorías. Cuanto más consideren las teorías, más confusa es su mente. Sin embargo, si están dispuestos a renunciar a su mente y volver a su espíritu, todo será claro. ¿Recuerdan Salmos 73:16-17? Allí el salmista dijo que cuando consideró el asunto a fin de entenderlo, fue ardua tarea ante sus ojos, pero cuando él entró en el santuario de Dios, el asunto se volvió claro. Usted dice que no está claro sobre este asunto o sobre este otro; esto se debe a que usted se halla en su mente. Una vez que regrese a su espíritu, usted estará claro.
Por consiguiente, la necesidad básica para tener la coordinación y la edificación es la transformación. Debe permitir que Cristo lo absorba todo. No se excuse. Ninguna excusa es válida. Otros tal vez lo excusen, pero usted nunca debe excusarse a sí mismo. Debe permitir que Cristo tenga terreno en usted y se exprese desde su interior para que usted sea gradualmente transformado. Su cuerpo no es el problema; el problema reside en su alma. Hoy el problema en la iglesia es que nuestra mentalidad, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad son problemáticos. Los problemas de los hermanos y hermanas, así como los problemas de la iglesia, surgen de la mente, parte emotiva y voluntad.
La redención de Dios consiste de tres pasos: la regeneración en el espíritu, la transformación en el alma y la transfiguración en el cuerpo. Ya hemos recibido la regeneración en nuestro espíritu como el primer paso, tendremos la transfiguración de nuestro cuerpo como nuestra porción en el futuro y ahora estamos en el proceso de ser transformados en nuestra alma. Lo que Dios está haciendo hoy es la obra de transformación. ¿Cómo hace Él esto? Por el Espíritu Santo que está en nosotros, el cual unge, sella, suministra, escribe y libera a fin de saturar cada parte de nuestra alma con Cristo. De este modo, cada parte de nuestra alma será transformada. Usted será transformado, yo seré transformado y todos seremos transformados. Seremos uno en el espíritu y uno en el alma. De esta manera, seremos juntamente edificados.
Filipenses 1:27 dice: “Estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes junto con la fe del evangelio”. Servir en un mismo espíritu con una sola alma es estar en unidad. Los hermanos y hermanas son usualmente uno en el espíritu; es su alma la que es traviesa, problemática, perturbadora y molesta. Su mente, su parte emotiva y su voluntad le causan problemas. Por esta razón, usted debe retornar al espíritu, permanecer en el espíritu y permitir que el espíritu subyugue al alma. Cuando el espíritu conquista su mente, ésta cambia. El espíritu está vinculado con el Señor. Cuando usted se somete al espíritu, usted se somete al Señor. Sin embargo, algunos hermanos y hermanas no son así. A ellos no les interesa el espíritu; sólo les interesan sus sentimientos. Cuando su parte emotiva se mortifica, ellos dicen: “No lo puedo resistir; no me importa. Haré esto y haré aquello”. Cuando no pueden soportar más la situación y ni les interesa, ellos se convierten en un problema en la iglesia.
Queridos hermanos y hermanas, hay muchas personas y muchos asuntos en la iglesia. En una situación tan complicada, ¿cómo puede ser que todo se conforme a su sentir y según el sabor de su parte emotiva? Esto es imposible. Si ustedes aprenden la lección y conocen al Señor y se vuelven a su espíritu, aun si ocurrieran millones de cosas, ninguna les afectaría ni los influenciaría. Esto se debe a que ustedes están en el espíritu. En vez de escuchar a su parte emotiva, ustedes oyen a su espíritu. La parte emotiva es afectada por las circunstancias, pero el espíritu está bajo la dirección del Señor. Si ustedes viven en la parte emotiva, seguramente serán afectados por su entorno; pero si ustedes viven en el espíritu, su espíritu será tan prevaleciente que dominará a su parte emotiva. Por mucho que las circunstancias fluctúen, ustedes permanecen iguales en el espíritu.
Por consiguiente, la coordinación que se tiene en la iglesia es un asunto del espíritu. La solución a los problemas de la iglesia es también un asunto del espíritu. Tenemos nuestras razones, pero todos tienen sus razones; aún los ladrones tienen sus razones. Nadie admite que está equivocado. Por consiguiente, no es un asunto de lo correcto o lo incorrecto, ni de lo agradable o lo desagradable, sino que es un asunto de retornar al espíritu. Siempre y cuando estemos en el espíritu, y mientras el espíritu se extiende al exterior para saturar toda nuestra alma, entonces en este mismo espíritu con una sola alma seremos edificados juntos.
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