Información del libro

Estudio-vida de Josué, Jueces y Rutpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6224-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Josué 6 de 15 Capítulo 6 de 33 Sección 2 de 2

Dios necesita vencedores
que se esfuercen por ir en pos de Cristo
a fin de ganar a Cristo

Pablo era una persona que se esforzaba por ir en pos de Cristo a fin de ganar a Cristo (Fil. 3:8, 12). Sin embargo, muy pocos de los cristianos hoy, incluyéndonos a nosotros, son como Pablo. Quizás seamos cristianos buscadores, pero tal vez vayamos en pos de Cristo sólo hasta cierto punto, pues nos contentamos con una vida de iglesia rutinaria y con realizar una obra rutinaria y un servicio rutinario para Cristo. Seguir tal rutina no nos permite esforzarnos para ganar a Cristo. Debido a que tantos cristianos no van en pos de Cristo a fin de ganar a Cristo, Dios necesita vencedores.

La Biblia nos muestra que, primero, Dios intentó laborar con el linaje de Adán, pero el linaje adámico fracasó. Entonces, Dios tuvo un nuevo comienzo con otro linaje, con Israel, el linaje de Abraham. A la postre, Israel también le falló a Dios. Entonces, Dios acudió a otro grupo de personas: la iglesia. Sin embargo, aunque Dios ha estado laborando con la iglesia por unos dos mil años, Dios todavía no ha obtenido lo que Él desea. Por tanto, ya en el primer siglo, el Señor hizo un llamado a los vencedores (Ap. 2:7, 11, 17, 26-28; 3:5, 12, 20-21; 21:7), y hoy en día Él todavía hace un llamado a los vencedores. No obstante, incluso entre cristianos devotos, es difícil encontrar algunos vencedores, personas que van en pos de Cristo a fin de ganar a Cristo.

En el tiempo de Josué había entre dos o tres millones de israelitas, pero no había muchos Josués ni Calebs. No había muchos que se esforzaban, aquellos que verdaderamente iban en pos de Dios. Sin tales personas, tanto la buena tierra como el Dador de dicha tierra hubiesen permanecido improductivos. Tanto la tierra como el Dador de la tierra requerían de ciertas personas que tomaran la tierra, poseyeran la tierra y disfrutaran la tierra. Aquellos que tomaron posesión de la tierra le hicieron un favor a Aquel que les había dado la tierra.

Hoy en día, nosotros debemos tomar la tierra y poseerla para Cristo. Debemos ganar a Cristo para Cristo. Si hacemos esto, le haremos un favor a Cristo. Sin embargo, si continuamos llevando una vida cristiana rutinaria y una vida de iglesia rutinaria, no podremos ganar la tierra para Cristo. Para esto, Dios necesita vencedores. Actualmente, en la tierra hay millones de auténticos cristianos, pero ¿dónde están los vencedores? Dios llama a los vencedores, pero ¿quién responderá a Su llamado? ¿Quién responderá al llamado de Dios yendo en pos de Cristo para ganar a Cristo? Espero que muchos de nosotros le harán un favor a Cristo respondiendo al llamado que Dios hace a los vencedores.

CRISTO NOS HACE POSESIÓN SUYA

Al disfrutar a Cristo, Él nos hace posesión Suya. Esto es algo orgánico. Si tomamos a Cristo, le poseemos y le disfrutamos como nuestra tierra todo-inclusiva, tal tierra llegará a ser nuestro suministro. Lo que la tierra nos suministre hará de nosotros personas orgánicas.

Convertirnos en personas orgánicas al llegar
a ser Cristo nuestro elemento constitutivo,
como alimento producido
mediante nuestra labor en la buena tierra

El principal beneficio que nos provee la tierra es el alimento. Si no tenemos alimentos, no podremos ser personas orgánicas. Al cultivar la tierra, ésta producirá alimentos. Entonces, comeremos los alimentos producidos por nuestra labor en la tierra y, como resultado de ello, llegaremos a ser personas orgánicas.

Todo aquello que ingerimos como alimento nos transforma orgánicamente. Cuando los israelitas estaban en Egipto, ellos comieron alimento egipcio, y esta comida hizo que llegasen a ser de constitución egipcia. Con el tiempo, Dios los sacó de Egipto para llevarlos al desierto, donde permanecieron por cuarenta años. Mientras estuvieron en el desierto, todos los días ellos comieron algo celestial: maná. El maná llegó a ser la constitución intrínseca de ellos, de modo que vinieron a ser personas celestiales. Pero llegó el momento en que el maná cesó. Al respecto, Josué 5:12 dice: “Y el maná cesó en aquel día, cuando comieron del producto de la tierra; los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año”. A partir de entonces, su constitución intrínseca comenzó a ser diferente, pues el producto de la buena tierra comenzó a ser el elemento constitutivo de su ser. Por tanto, hay tres etapas que determinaron la constitución intrínseca de los hijos de Israel: primero, en Egipto con el alimento egipcio; segundo, en el desierto con el maná; y tercero, en Canaán con el producto de la tierra. En cada etapa, su constitución intrínseca no fue determinada por ninguna enseñanza o norma, sino por lo que ellos comieron.

Hoy en día, como creyentes en Cristo, nuestra constitución intrínseca también está determinada por lo que comemos. Si queremos ser personas celestiales, debemos comer a Cristo como nuestro maná celestial. Si queremos ser vencedores, debemos laborar cultivando a Cristo como nuestra buena tierra. Laborar cultivando a Cristo significa ganar a Cristo como nuestro disfrute. En primer lugar, por supuesto, debemos tomar posesión de la tierra. Esto requiere que desposeamos a los “cananeos”. Después de tomar posesión de Cristo como la tierra, debemos laborar en dicha tierra. Por medio de nuestra labor, algo será producido, y ese producto llegará a ser nuestro alimento, nuestro suministro. A medida que comamos a Cristo como tal alimento y le disfrutemos, Él llegará a ser nuestro elemento constitutivo y así seremos hechos iguales a Cristo en vida y naturaleza. Esto es lo que Pablo quería decir cuando dijo: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21).

Transformados metabólicamente
para llegar a ser la herencia de Dios

Disfrutar a Cristo de esta manera nos transformará metabólicamente y hará que lleguemos a ser el tesoro de Cristo, Su posesión. Pablo nos habla de esto en Efesios 1. En este capítulo, primero tenemos la elección y predestinación de Dios, y después tenemos la obra redentora de Cristo. Mediante la redención efectuada por Cristo nosotros entramos en Cristo, como elemento particular, y este elemento llega a ser nuestro disfrute en virtud del cual somos constituidos la herencia de Dios.

En primer lugar, Dios entra en nosotros para ser nuestra herencia. Al disfrutar a Cristo, Él, como nuestro elemento constitutivo, hace de nosotros la herencia de Dios. Por un lado, tenemos a Cristo como nuestra buena tierra, nuestra posesión. Por otro, al disfrutar de esta posesión, Cristo mismo llega a ser nuestro elemento constitutivo y, en virtud de ello, llegamos a ser la herencia de Dios.

Un asunto orgánico

El proceso mediante el cual Cristo llega a ser nuestro elemento constitutivo a fin de que nosotros seamos hechos la herencia de Dios es un proceso absolutamente orgánico. Esto quiere decir que debemos tomar posesión del Cristo todo-inclusivo como nuestra buena tierra y laborar cultivando dicho Cristo a fin de obtener algún producto, el cual llegará a ser el alimento orgánico que habrá de transformarnos. Al comer este alimento, creceremos y gradualmente alcanzaremos la madurez en la vida divina. Cristo será nuestro elemento constitutivo orgánicamente y, en virtud de este nuevo elemento, seremos transformados. Luego, de una manera orgánica, llegaremos a ser la herencia de Dios, Su tesoro y posesión.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top