Resultado de la dispensación de la Trinidad procesada y la transmisión del Cristo que lo transciende todo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-788-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto algo adicional acerca de la verdad de la santificación. Esto ha sido un tema importante entre nosotros en el recobro durante los setenta años pasados. Hemos estudiado e investigado eso, pasando mucho tiempo para estudiar lo que los demás escribieron al respecto. Pero no nos quedamos satisfechos con lo que habíamos visto. No fue sino hasta este año, 1993, que vi el significado intrínseco de la santificación. Lo vi cuando la iglesia en Anaheim dedicó un tiempo para repasar nuestro estudio-vida de Hebreos, que dimos en 1975. Ese estudio-vida era muy completo; sin embargo, en aquel tiempo no había visto plenamente cómo la santificación del Espíritu está relacionada con la filiación. En Hebreos 2:10 vemos que el Señor es el Capitán de la salvación de Dios que conducirá a muchos hijos a la gloria. Luego el versículo 11 habla de Aquel que santifica y de aquellos que son santificados. Cuando consideré estos dos versículos, mis ojos se abrieron y vieron que el propósito de la santificación es la filiación. Esta es nueva luz.
Cuando vi eso, empecé a entender más Efesios 1:4-5. El versículo 4 dice: “para ser santos” y el versículo 5 dice: “para filiación”. Debemos unir estas dos expresiones: “ser santos para filiación”. Esto nos muestra nuevamente que el propósito de la santificación es la filiación. La preposición griega traducida “para” es muy profunda. Significa “resultando en”. Ser santo da por resultado la filiación. La filiación de Dios nos viene por medio de la santificación del Espíritu Santo. La conclusión del capítulo uno de este libro señala que la santificación divina está destinada a la filiación divina. Espero que el Señor tenga misericordia de nosotros para que todos entendamos esto. El propósito de la santificación divina no es la perfección sin pecado ni tampoco un mero cambio de posición. Sirve para la filiación y resulta en la filiación. Lo llamamos la santificación divina porque es un asunto del Espíritu mismo. Es un asunto del Dios Triuno.
Ahora quisiera presentar una visión completa de la santificación divina como lo revela la Palabra santa. Dios tiene un deseo. Sobre la base de Su deseo, El tuvo una intención con un propósito. Esta es Su economía eterna, Su oikonomía (gr.). Esta economía fue hecha por el Padre, cumplida por el Hijo y llevada a cabo por el Espíritu que la aplica a nosotros. La economía eterna de Dios se lleva a cabo por la santificación del Espíritu. La santificación del Espíritu lleva a cabo el propósito eterno de Dios en cuatro etapas.
La primera etapa de la santificación divina por el Espíritu es Su santificación que busca. Esto se refiere al hecho de que el Espíritu busca al pueblo escogido de Dios que se había perdido. La santificación que busca es plenamente revelada en la segunda parábola de Lucas 15. Allí el Espíritu es comparado a una mujer que busca una moneda perdida encendiendo una lámpara y barriendo la casa (v. 8). Buscó diligentemente esta moneda perdida. Finalmente, la encontró. En realidad, la moneda perdida era el hijo pródigo. Debido a la búsqueda del Espíritu y Su encuentro, el hijo pródigo se despertó. Volvió a sí mismo (v. 17). El tomó la decisión de levantarse y regresar a su padre para pedirle perdón.
Juan 16 continúa y muestra que el Espíritu que busca es también el Espíritu que convence. El convence a todos los pecadores en cuanto al pecado en Adán, de la justicia en Cristo y del juicio para Satanás (vs. 8-11). El pleno arrepentimiento del hombre es el resultado de la obra del Espíritu que busca y convence.
En 1 Pedro 1:2 vemos que esta búsqueda y este convencimiento del Espíritu es la santificación del Espíritu antes de la aspersión de la sangre sobre los pecadores arrepentidos. Esto muestra que la santificación que busca precedía nuestro arrepentimiento y nuestro acto de creer en Cristo. En realidad, nuestro arrepentimiento y nuestro acto de creer se debían al Espíritu que busca, al Espíritu que convence. Estábamos perdidos en pecado y entre un montón de pecadores, pero el Espíritu que busca vino a rescatarnos. Como resultado, nos despertamos, nos arrepentimos, volvimos a Dios y le pedimos que nos perdonara. Este es el resultado de nuestra elección y predestinación de parte del Padre en la eternidad pasada junto con la venida de Su Espíritu a tiempo para buscarnos y convencernos. Esta búsqueda, este convencimiento, es la santificación que busca.
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