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Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7380-7
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CAPÍTULO SEIS

LAS SEÑALES DE LA REGENERACIÓN,
LA SERPIENTE DE BRONCE Y LA NOVIA

(1)

Lectura bíblica: Jn. 3:1-8, 9-16, 22-36

MISTERIOS Y SEÑALES

En este libro acerca del cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, no tenemos la intención de repasar el Estudio-vida de Juan. Nuestra intención es concentrarnos en el extracto de cada capítulo. La manera de extraer el extracto de cada capítulo es poniendo atención a las señales empleadas en este libro misterioso. El Evangelio de Juan es un libro de misterios y también un libro de señales. Un misterio nos indica algo que sobrepasa nuestro entendimiento natural, y una señal nos indica algo profundo. Por lo tanto, quiero hacer énfasis en la importancia de estos dos asuntos: misterios y señales.

Todos los misterios en el Evangelio de Juan son divinos. Por ejemplo, muchos que estudian la Biblia saben que el Evangelio de Juan es un libro de vida. Ciertamente, esta vida no es la vida física ni la vida psicológica, ni siquiera es simplemente la vida espiritual; esta vida es la vida divina, la vida misma de Dios. En realidad, esta vida divina es Dios mismo. Ésta es la vida eterna revelada en este Evangelio.

La vida divina revelada en el Evangelio de Juan es un misterio. No sólo la vida de Dios es un misterio; toda clase de vida es un misterio. Esto es verdad de nuestra vida física y también es verdad aun de la vida vegetal. La vida de un árbol frutal, por ejemplo, es un misterio.

En el Evangelio de Juan hay muchos asuntos divinos, y cada uno de esos asuntos es un misterio. Todo lo divino es misterioso y difícil de definir. Aunque las cosas divinas y misteriosas no pueden ser entendidas plenamente, aun así son una realidad. Tal vez no podamos definir el misterioso asunto de la vida divina, la vida de Dios, pero esta vida existe, y es un misterio.

La vida divina no es solamente un misterio; también es una señal. Tomemos como ejemplo nuestra vida física. Supongamos que un hermano se pone de pie para hablar en una reunión. Dentro de él tiene este asunto misterioso que es su vida física. Esta vida es invisible. Sin embargo, esta vida misteriosa e invisible puede ser expresada a través de los gestos que él hace al hablar. Los gestos del hermano representan ciertas cosas. De igual manera, la misteriosa vida divina puede expresarse mediante señales. En cada capítulo del Evangelio de Juan hay señales que indican los misterios divinos.

Hemos visto que en el capítulo 1 de Juan hay seis señales: la Palabra, el tabernáculo, el Cordero, la paloma, la piedra y la casa de Dios. Estas seis señales nos proveen un cuadro completo.

En el capítulo 2 hay dos señales. La primera señal, el cambiar el agua en vino, establece el principio de la vida, que es cambiar la muerte en vida. La segunda señal, la de la reedificación del templo destruido, muestra la meta de la vida, la cual es edificar la morada de Dios en la tierra.

EL TABERNÁCULO REEDIFICADO

El tema general de todos los extractos hallados en el Evangelio de Juan es el cumplimiento del tabernáculo y las ofrendas. Esto significa que en los extractos tenemos el cumplimiento del tabernáculo y las ofrendas. El capítulo 2 de Juan, en particular, revela el tabernáculo. La edificación del templo destruido está ciertamente relacionada con la realidad del tabernáculo. Este templo reedificado es el tabernáculo mismo en el cual tenemos que entrar.

La primera vez que se menciona el tabernáculo en el Evangelio de Juan es en 1:14, que dice: “La Palabra se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros”. Luego, en el capítulo 2 de nuevo vemos el tabernáculo. En el capítulo 2 este tabernáculo era el cuerpo físico del Señor Jesús, el Dios encarnado. El Señor dijo: “Destruid este templo” (v. 19). Este templo corresponde al tabernáculo en 1:14. Ya vimos que este tabernáculo es el Cristo encarnado. En cierto tiempo, el templo del cuerpo físico del Señor fue destruido por los judíos. Después de eso, la vida divina dentro del Señor Jesús reedificó ese templo destruido. Ahora este templo reedificado ha llegado a ser el templo verdadero, el tabernáculo verdadero.

El tabernáculo en 1:14 era real; sin embargo, no era tan real como el templo reedificado en el capítulo 2. El tabernáculo en 1:14 únicamente estaba en la carne. Pero una vez que fue destruido y reedificado, estaba en resurrección. Estar en resurrección equivale a estar en el Espíritu. Por consiguiente, el tabernáculo reedificado es el verdadero tabernáculo en el Espíritu.

Además, el tabernáculo en 1:14 no nos incluía a nosotros. Pero el templo reedificado en el capítulo 2 no sólo nos incluye a nosotros, sino que también está compuesto de nosotros. Entrar genuinamente en el tabernáculo significa que estamos incluidos en la composición de este tabernáculo. Hoy en día el tabernáculo reedificado es la iglesia. ¿De qué manera entramos a la iglesia como tabernáculo de Dios? Entramos en el tabernáculo al ser edificados en él, no meramente al venir a él. Si usted solamente viene al tabernáculo, puede salirse después de cierto tiempo. Lo único que puede mantenerle en el tabernáculo es el hecho de que esté edificado en él, y así llega a ser parte de su composición.

Tomemos como ejemplo un local de reunión de la iglesia. Venimos al salón para reunirnos, pero después que a se acaba la reunión, nos vamos del local. No obstante, los materiales que han sido edificados en el salón de reunión, especialmente las vigas y columnas, nunca lo abandonan. La única forma de remover las vigas y columnas del local sería demoliendo el edificio.

Conforme al mismo principio, todos debemos ser edificados en la iglesia como el actual tabernáculo de Dios (Ap. 3:12). No creo que nadie pueda sacarme de la vida de iglesia, porque he sido edificado en la iglesia y he llegado a ser parte de ella. La única manera que me pueden sacar de la vida de iglesia sería que destruyesen por completo a toda la iglesia. Si eso sucediera, yo sería destruido junto con la iglesia. El punto que estamos haciendo aquí es que el templo reedificado en el capítulo 2 de Juan nos incluye a todos y está edificado con todos nosotros. Esto significa que nosotros somos el templo, el tabernáculo.

Necesitamos los tipos presentados en Éxodo y las señales empleadas en el Evangelio de Juan. Si no tuviéramos los tipos antiguotestamentarios, no podríamos entender adecuadamente las señales empleadas en Juan. De igual modo, si no tuviéramos las señales empleadas en el Evangelio de Juan, no podríamos tener un entendimiento profundo de los tipos presentados en Éxodo.


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