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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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EL BAUTISMO DE ARREPENTIMIENTO

Juan el Bautista, quien representaba el fin de la vieja dispensación con su vieja cultura y religión, predicó un bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. Arrepentirse es tener un cambio en la manera de pensar es volver la mente al Salvador-Esclavo. El bautismo es la sepultura de las personas arrepentidas; en el bautismo son terminadas para que el Salvador-Esclavo las haga germinar por medio de la regeneración (Jn. 3:3, 5-6). La palabra griega que se traduce para en 1:4 quiere decir resultando en. El objeto y el resultado del arrepentimiento con el bautismo es el perdón de pecados, lo cual quita el obstáculo producido por la caída del hombre y reconcilia a éste con Dios.

Juan el Bautista, en su predicación, dio énfasis al arrepentimiento. Arrepentirse es experimentar un cambio en el modo de pensar acerca de la cultura, la religión, el conocimiento, la educación y la vida social, lo cual nos distrae de Dios, y volverse a El. Ya que se le puso fin a la vieja dispensación, debemos arrepentirnos y volver nuestra mente a Dios.

Según el Evangelio de Marcos, Juan el Bautista no enseñaba a los que se arrepentían lo que debían hacer; simplemente los sepultaba y así les ponía fin. En el desierto, Juan predicaba el arrepentimiento y ponía fin a todos los que se arrepentían. Esto forma parte del comienzo del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios.

EL EVANGELIO DE JESUCRISTO, EL HIJO DE DIOS

Marcos 1:1 habla del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. El título Jesucristo denota Su humanidad. El evangelio trata de un hombre llamado Jesucristo. Este Jesucristo es el Hijo de Dios. En este versículo Marcos no dice: “Jesucristo y el Hijo de Dios”, sino “Jesucristo, el Hijo de Dios”. La coma indica que “el Hijo de Dios” y “Jesucristo” están en aposición, o sea, que Jesucristo es el Hijo de Dios y el Hijo de Dios es Jesucristo. El título el Hijo de Dios se refiere a la deidad del Señor. Por tanto, el hecho de que el evangelio sea de Jesucristo, el Hijo de Dios, indica que es el evangelio de Su humanidad y de Su deidad. Este evangelio está lleno de la humanidad y también lleno de la Deidad. Al emplearse este título compuesto con relación al evangelio, se revela que tanto las virtudes humanas como los atributos divinos están incluidos en él. El evangelio está lleno de la humanidad del Señor en la virtud y perfección de la misma, y de Su deidad en la gloria y honra de ésta. Así que, el contenido del evangelio es la humanidad, llena de virtud y perfección, y la deidad, llena de gloria y honra. Estos aspectos se pueden ver en los dieciséis capítulos del Evangelio de Marcos.

UN PUNTO DECISIVO

Si leemos detenidamente 1:1-2, veremos que el evangelio comenzó cuando Juan el Bautista salió a predicar el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. Juan proclamó el arrepentimiento de manera inculta y ajena a la religión, lo cual marcó el comienzo del evangelio. Como ya vimos, dicho comienzo puso fin a la dispensación de la ley e hizo germinar la dispensación de la gracia. Al venir Juan el Bautista, se le puso fin a la dispensación de la ley y se inició la dispensación de la gracia.

Los teólogos siempre han debatido respecto al comienzo de la dispensación de la gracia. Algunos dicen que comenzó en el día de Pentecostés, otros afirman que empezó con la crucifixión y la resurrección de Cristo, mientras que un tercer grupo sostiene una opinión diferente. Según la Biblia, el comienzo del evangelio, que equivale al comienzo de la dispensación de la gracia, se dio con la venida de Juan el Bautista. Por tanto, la venida de Juan el Bautista fue un punto decisivo que separó la dispensación de la ley y la de la gracia; su venida marcó el fin de la dispensación de la ley y el comienzo de la dispensación de la gracia.

EL CAMINO Y LAS SENDAS

Marcos 1:2 indica que Juan el Bautista vino a preparar el camino del Señor, y el versículo 3 dice: “Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad Sus sendas”. En estos versículos se mencionan el camino y las sendas. Preparar el camino del Señor es hacer que las personas cambien su forma de pensar, vuelvan la mente hacia el Salvador-Esclavo y también es hacer recto el corazón de ellos, enderezando cada parte de su corazón mediante el arrepentimiento, para que el Salvador-Esclavo pueda entrar en ellos, a fin de ser su vida y poseerlos (Lc. 1:17).

Debemos entender la diferencia que hay entre el camino y las sendas. Preparar el camino del Señor es arrepentirse. Ya vimos que el arrepentimiento consiste en tener un cambio en la manera de pensar, lo cual prepara el camino para que el Señor venga a nosotros. El camino que se menciona en el versículo 3 se refiere a nuestra mente. Necesitamos preparar el camino del Señor por medio del arrepentimiento. Juan el Bautista hizo una excelente obra al preparar para la venida del Señor, las mentes de las personas que se arrepentían.

Las sendas son las partes más pequeñas e internas de nuestro ser: los pensamientos, las preferencias, las intenciones, los deseos y las decisiones. La mente es semejante a una carretera, mientras que las sendas, a calles. Necesitamos preparar las carreteras junto con las calles de nuestro ser para la venida del Señor.

Los seres humanos no somos personas sencillas; somos muy complicados en nuestro interior. Imagínense cuántas “calles” grandes y pequeñas hay en nosotros, y cómo la mente de las personas está lejos de Dios y ocupada con la filosofía y la cultura. ¿Cómo, entonces, puede entrar Cristo en las personas? A fin de Cristo entre en las personas el camino y las sendas necesitan estar preparados.

El evangelio no es algo meramente objetivo; es el propio Jesucristo como corporificación del Dios vivo. Como tal, espera que las personas abran su ser para entrar en ellas. Sin embargo, ellas tienen la mente ocupada y llena de muchas cosas. Por consiguiente, el mejor evangelista es aquel que puede penetrar en la mente de la persona y así prepararla para que reciba al Señor. Si predicamos el evangelio debidamente, prepararemos el camino para que Cristo entre en las personas y las posea.


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