Vida que vence, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-1-57593-909-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-1-57593-909-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
¿Por qué crucificó Dios a Cristo? No es mi intención darles un sermón esta tarde, sino tener una charla con ustedes. Esto es algo que nos interesa a todos; no se trata de algo solamente para mí. Cada uno de nosotros debe examinar esto cuidadosamente. ¿Por qué quiso Dios crucificarnos con el Señor Jesús? Puedo explicar este punto con una historia. Una vez un ladrón fue declarado culpable ante un juez. Puesto que el crimen no era demasiado grave fue sentenciado sólo a diez años de cárcel. Otro ladrón también fue hallado culpable, y el juez lo sentenció a muerte. ¿Por qué uno fue sentenciado a muerte, y el otro sólo a diez años de cárcel? Porque todavía había esperanza para aquel que fue encarcelado. El juez todavía tenía esperanzas en él, y el país también tenía esperanzas en él. Aún existía la posibilidad de que este hombre llegara a ser un buen ciudadano. Después de diez años de encarcelamiento, saldría libre. Pero la nación no tenía esperanzas en el otro criminal, pues había cometido un crimen demasiado grave. El país no deseaba tener a tal persona, y la única manera de castigarlo era sentenciándolo a muerte. ¿Cómo nos ve Dios a nosotros hoy? El nos crucificó. ¿Por qué hizo esto? Es posible que lo que voy a decir no sea muy alentador, pero es la verdad: Dios no tiene ninguna esperanza en nosotros. El perdió todas las esperanzas en nosotros. Dios considera nuestro caso imposible y sin esperanza. La carne es completamente corrupta, y no existe otra solución que la muerte. Ni la obra del Señor Jesús, ni el poder de Dios, ni el Espíritu Santo pueden cambiar nuestra carne. Ni leer la Biblia ni orar pueden cambiar nuestra carne. Lo que es nacido de la carne, carne es. No hay esperanza y la carne nunca puede cambiar. Dios ha juzgado que la muerte es el merecido destino de la carne. Dios perdió toda esperanza en nosotros. Por tanto, nos incluyó en la crucifixión de Cristo. No tenemos esperanza; la única solución es la muerte. Por esto, lo primero que Dios requiere de un cristiano después de que éste es salvo, es el bautismo. El bautismo es la declaración de que Dios ha abandonado toda esperanza en la persona y la ha crucificado. También es nuestra declaración de que merecemos morir y de que le pedimos a otros que nos quiten de en medio y nos entierren. ¿Han visto ustedes que el bautismo es la declaración de Dios y nuestro reconocimiento de nuestra propia muerte? Equivale a decir “amén” a la evaluación que Dios hace de nosotros. Dios dice que merecemos morir y nosotros damos un paso adicional sepultándonos. Ya perdí toda esperanza en mí mismo. No hay absolutamente ninguna esperanza en mí. Sólo merezco morir y hoy estoy en pie sobre la base de la muerte.
Muchos cristianos han olvidado lo que hicieron en el momento del bautismo, y muchos han olvidado la evaluación que Dios hace de nosotros. ¿Cómo nos valora Dios? Según Su evaluación, nosotros debemos morir. Lo único que merecemos es la muerte. No hay otro camino. Es inútil tratar de repararnos o remendarnos. No existe ninguna posibilidad de enmienda, y tampoco podemos cambiarnos a nosotros mismos. Somos completamente inútiles y no hay otra cosa que podamos hacer, excepto morir. Por consiguiente, Dios nos incluyó en la muerte del Señor Jesús. Dios muestra cómo nos evalúa al ponernos en la cruz. Recuerden que la cruz es la valoración que Dios hace de nosotros. Dios nos ha mostrado que sólo merecemos morir y que no tenemos esperanza alguna.
Pero, ¿aceptamos nosotros este hecho? Los seres humanos con frecuencia se contradicen a sí mismos y muchas veces tienen pensamientos incongruentes. Por una parte, decimos durante años que estamos crucificados con Cristo; pero por otra, seguimos abrigando esperanzas en nosotros mismos. Por un lado, pensamos que no podemos hacer nada; y por otro, esperamos un día ser capaces. Nos mantenemos tropezando y cayendo, y aún así, conservamos la esperanza de vencer.
Una vez vi la foto de una mujer que había mantenido el ataúd de su difunto esposo en frente de su puerta por treinta años. Ella no permitía que lo enterraran. Decía que su esposo sólo estaba dormido, y que ella esperaba que resucitara. Nosotros tenemos esta misma clase de esperanza con respecto a nosotros mismos. Por una parte, creemos que lo único que merecemos es la muerte y que estamos muertos en nuestras transgresiones. Pero por otra parte, pensamos que en tanto que haya aliento en nosotros, podemos servir para algo. Creemos que hemos fracasado porque no hemos sido lo suficientemente fuertes en nuestra resolución de vencer, y que lo lograremos, si lo intentamos con más ahínco la próxima vez. Pensamos que hemos fallado porque no hemos estado velando y que podríamos permanecer firmes ante la tentación si en la siguiente ocasión velamos más vehementemente. Nos parece que hemos fracasado porque no hemos resistido la tentación y que venceremos si la resistimos la próxima vez. Nos imaginamos que hemos fallado esta vez porque no hemos orado lo suficiente, y que si la próxima vez lo hacemos, venceremos. ¿Podemos ver lo que estamos haciendo? Dios nos ha crucificado y nos ha declarado muertos. Pero todavía no hemos visto que estamos muertos; no hemos reconocido este hecho. Aún pensamos que la llama que ha sido apagada, se podrá encender nuevamente, si la soplamos lo suficiente. Es por esto que todavía seguimos soplando continuamente.
¿Qué significa estar crucificado con Cristo? A fin de experimentar esta verdad, hay una condición necesaria que nosotros debemos cumplir. Debemos decirle a Dios: “Tú has perdido toda esperanza en mí, y también yo la he perdido. Tú me das por perdido y yo también me considero perdido. Tú crees que merezco morir y yo también lo creo. Tú me consideras incapaz y yo también me considero incapaz. Me estimas inútil para hacer cualquier cosa y yo también me considero así”. Tenemos que permanecer sobre esta base constantemente. Este es el significado de ser crucificado juntamente con Cristo. Lo que Dios hizo no se puede cambiar, pues constituye hechos cumplidos. Sin embargo, por nuestra parte, tenemos una responsabilidad que debemos cumplir: aceptar la evaluación que Dios hace de nosotros. Dios ha perdido las esperanzas con respecto a nosotros; así que también nosotros tenemos que perder las esperanzas en nosotros mismos. Cuando perdemos la esperanza en nosotros, podremos experimentar “ya no vivo yo”.
El problema que predomina hoy es que la mayoría de los cristianos no han querido abrir los ojos. No han visto que Dios perdió toda esperanza en ellos y dejó de exigirles cosas. El sabe que somos absolutamente inútiles. No tengo temor de ofender al hermano Lu aquí. Puedo declarar esto ante todos ustedes, dicho muy cortésmente: “El hermano Lu es una persona absolutamente inútil”. Pero expresándome en términos más crudos, diría: “Hermano Lu, tú eres totalmente corrupto y eres completamente maligno”. Pero gracias al Señor, puedo decir esto no sólo acerca del hermano Lu, sino también con respecto a mí mismo. Todos somos corruptos hasta lo más profundo de nuestro ser. Somos absolutamente inútiles. No servimos para otra cosa que la muerte. El único camino que nos queda es morir. Nunca podemos cambiar y estamos desahuciados. Somos completamente malignos y sólo merecemos morir. Esta es la valoración que Dios hace de nosotros, y no debemos tener ninguna otra clase de valoración delante de Dios.
Tenemos muchos conceptos acerca de nosotros mismos. Estamos llenos de esperanza en nosotros mismos. Por lo tanto, tenemos que ver en este mensaje cómo podemos echar mano de la realidad de que fuimos crucificados juntamente con Cristo. Dios ha abandonado toda esperanza en nosotros. Entonces, ¿qué debemos hacer? Debemos decirle a Dios que también nosotros hemos abandonado la esperanza en nosotros y tenemos que dar un paso más. Por el momento pongamos a un lado Gálatas 2 y examinemos Lucas 18:18-27.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.