Cristo en Su excelenciapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3291-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Juan 1:14 y 16 se nos dice: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros ... lleno de gracia y de realidad ... Porque de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia”. Cuando Cristo vino, Él era Dios hecho carne; es decir, al entrar en la esfera del tiempo y formar parte del linaje humano, Cristo era Dios que fijó tabernáculo entre los hombres y habitó entre ellos, lleno de gracia y de realidad. Ahora, Cristo ha sido hecho el Espíritu a fin de morar en nuestro ser, y es así como hemos recibido la gracia de Cristo. No es que hayamos recibido algo, alguna cosa, sino que hemos recibido de Su plenitud misma; incluso recibimos gracia sobre gracia. Recibir de “Su plenitud” y recibir “gracia sobre gracia” implica que además de recibir de Su plenitud, la recibimos con gracia sobre gracia. Alabamos al Señor y le damos gracias por habernos concedido no solamente una fracción de Sus riquezas, sino que hemos recibido de Su plenitud. Y no sólo eso, sino que al recibir de Su plenitud, también la recibimos con gracia sobre gracia.
¿Qué quiere decir que hemos recibido de Su plenitud y gracia sobre gracia? Permítanme presentarles el siguiente ejemplo. Es posible que al estar escuchando este mensaje, usted se diga: “¡Te doy gracias Señor y te alabo! ¡Cuán rico es este mensaje! Ciertamente usted ha recibido cierto suministro, y es posible que piense que ha recibido gracia y realidad. No obstante, yo no estaría muy seguro de que usted haya recibido de Su plenitud y gracia sobre gracia, porque sigue habiendo ciertas reservas en su ser. Tal vez piense que estoy exagerando al decir esto, pero lo que usted ha estado recibiendo es “gracia bajo gracia”. Es por eso que yo soy tan repetitivo y uso muchas palabras, para que la “película” de la “cámara” que se halla en su ser sea sensibilizada a tal grado que usted pueda seguir recibiendo esta gracia sin reservas. Esto es recibir de Su plenitud y gracia sobre gracia. Es necesario que recibamos todo aquello que Cristo es en plenitud y gracia sobre gracia.
Si recibimos de Su plenitud y gracia sobre gracia; esto es, si recibimos de Su plenitud sin reservas y de manera incondicional, experimentaremos al Espíritu y disfrutaremos de las riquezas de Cristo como nuestra abundante suministración. ¿Cómo es que las riquezas de Cristo se convierten en nuestro suministro? Esto ocurre cuando Cristo llega a ser el Espíritu de realidad. Cristo tiene que ser para nosotros el Espíritu de realidad a fin de que nosotros podamos recibir de Su plenitud y gracia sobre gracia; es de esta manera que las riquezas de Cristo llegan a ser nuestro suministro. Las riquezas de Cristo son indescriptibles e inmensurables; por tanto, la suministración del Espíritu es ciertamente abundante, todo-inclusiva e inagotable. El Espíritu le suministrará todo cuanto usted necesite. Cristo es todo lo que usted pueda desear o necesitar. Tenemos que disfrutar en nuestro espíritu de la abundante suministración que nos provee el Espíritu de realidad; dicha suministración del Espíritu de realidad es las inescrutables riquezas de Cristo. Las inescrutables riquezas de Cristo ya están a nuestra disposición y si las recibimos en plenitud y gracia sobre gracia, ellas llegarán a ser para nosotros el suministro abundante en nuestro espíritu. ¡Las riquezas de Cristo deben ser disfrutadas por nosotros y ellas satisfarán nuestras necesidades, a fin de que lleguemos a ser la plenitud de Cristo!
Lo dicho anteriormente nos permite entender con claridad que las riquezas de Cristo son el Dios Triuno mismo. La Biblia nos dice claramente que Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu. No hay tres Dioses, sino que hay un solo Dios. ¿Cómo puede este Dios único ser el Padre, el Hijo y el Espíritu? A lo largo de las generaciones, han habido innumerables personas, infinidad de teólogos, y un sinnúmero de expositores de la Biblia y predicadores que han estudiado y debatido extensamente esta pregunta; no obstante, después de dos mil años de investigación y debate, aún no hay una respuesta completa y satisfactoria.
En el cristianismo actual, la tradición ha ejercido una gran influencia sobre la gente, ya que éstas creen que el Padre es un Dios, el Hijo es otro Dios y el Espíritu es un tercer Dios, y que estos tres Dioses juntos constituyen un Dios corporativo. Todos los que han visitado el Vaticano, la capital de la Iglesia Católica Romana, saben que hay una galería de arte allí, donde no se exhiben muchos cuadros, pero sí tiene a dos óleos destacados que cubren toda una pared. En uno de ellos, se retrata a un padre canoso y anciano acompañado de su hermoso hijo y una paloma que está sobre sus cabezas. Este cuadro refleja el entendimiento que prevalece en el cristianismo con respecto al Padre Santo, al Hijo Santo y al Espíritu Santo; ellos adoran a tres entidades distintas e individuales: un Padre, un hijo y una paloma. El segundo cuadro muestra a esas tres mismas entidades al lado de una dama: ellos han incorporado así a la “Madre Santa” en la Deidad.
Debido a la influencia que ha ejercido la tradición sobre el cristianismo, éste ha perdido de vista la realidad con respecto a la persona de Cristo. Nuestro Dios no es tres Dioses sino un solo Dios. Dios es triuno, es decir, Él es el Padre, el Hijo y el Espíritu; sin embargo, ellos siguen siendo uno solo, un solo Dios. ¿Qué quiere decir esto? ¿Por qué nuestro Dios es uno y tres a la vez? En cierta ocasión, algunas personas le hicieron esta misma pregunta a Martín Lutero, a la cual él respondió: “No sé. Si dijera que lo sé, entonces yo sería Dios”. La respuesta de Martín Lutero fue bastante razonable; él no sabía la respuesta porque no era Dios. Las personas del Dios Triuno son muy misteriosas, y por medio de nuestra limitada inteligencia no nos es posible analizar ni comprender al Dios Triuno; únicamente podemos recibir esta revelación misteriosa según lo que la Biblia nos dice de manera clara e inequívoca.
La Biblia claramente afirma: “No hay más que un Dios” (1 Co. 8:4, 6). Además, Dios dice repetidas veces que: “Fuera de Mí [en singular], no hay Dios” (Is. 44:6, 8; 45:5-6, 21-22). En Salmos 86:10 se nos dice: “Sólo Tú eres Dios”. La Biblia jamás afirma que existen tres Dioses; antes bien, ella afirma que tenemos un solo Dios. No obstante, Dios usa en numerosas ocasiones “Nosotros” y “Nuestro” para referirse a Sí mismo (Gn. 1:26; 3:22; 11:6-7). En Isaías 6:8, por un lado Dios hace mención de Sí Mismo en primera persona singular al usar el pronombre Yo, y, por otro, usa el pronombre Nosotros. Esto es muy misterioso, y no es fácil de entenderlo, así que lo mejor que podemos hacer es simplemente recibir la revelación bíblica contenida en estas palabras simples e inequívocas. Hay un solo Dios, y Dios se refiere a Sí mismo con el pronombre Yo, pero este Dios, el cual es único, también usa el pronombre Nosotros para referirse a Sí Mismo. Si bien existe el aspecto de que Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu, no obstante, no podemos separarlos, pues son uno y conforman el único Dios. Cualquier teología que separe a Dios en tres personas distintas para explicarlo, constituye una gran herejía.
En el Evangelio de Juan el Señor Jesús nos dijo claramente que Él estaba en el Padre y el Padre estaba en Él (14:10-11; 10:38; 17:21), que Él y el Padre son uno (10:30) y que el Espíritu procede del Padre (15:26). En el idioma griego, la preposición traducida “del” en Juan 15:26 literalmente quiere decir “de con”, lo cual quiere decir que el Espíritu de realidad no sólo procede del Padre sino que también viene con el Padre. Así que, cuando el Espíritu viene, el Padre y el Hijo vienen junto con el Espíritu. Esto se debe a que el Padre, el Hijo y el Espíritu coexisten de manera simultánea y son coinherentes, esto es, moran el uno dentro del otro.
Debemos entender bien que la Biblia no nos dice que cuando el Hijo vino, el Padre dejó de existir, o que cuando el Espíritu vino, el Hijo cesó de existir. Esta enseñanza, la cual proviene de una teología errónea, se llama modalismo. Los modalistas afirman que el Padre existió en el Antiguo Testamento, pero que cuando el Hijo vino en los Evangelios, el Padre dejó de existir en el Nuevo Testamento. Ellos también afirman que después de los Evangelios, cuando el Espíritu vino, el Hijo cesó de existir. Esto es herejía. La revelación pura contenida en la Palabra afirma simple y sencillamente que en los tiempos del Antiguo Testamento tanto el Padre, como el Hijo y el Espíritu estaban presentes; es decir, los Tres existían allí. En los cuatro Evangelios en el Nuevo Testamento, cuando el Hijo vino, el Padre y el Espíritu también vinieron con Él, puesto que los Tres estaban allí simultáneamente. Según lo narrado en las Epístolas, cuando el Espíritu vino, el Padre y el Hijo también vinieron con el Espíritu. Cuando Ellos vinieron, no se reemplazaron el uno al otro, sino que al venir lo hicieron como Tres que coexisten de manera simultánea. Más aún, Ellos no solamente coexisten, sino que existen en coinherencia, es decir, moran el uno en el otro. Ahora, la totalidad de este Dios Triuno, incluyendo todos Sus logros, ha llegado a ser las riquezas de Cristo que nosotros disfrutamos como el suministro abundante en nuestro espíritu. Sin embargo, la mayoría de las personas que se oponen al modalismo y que se proclaman ser fundamentalistas, afirman que en los cuatro Evangelios el Hijo vino solo, dejando al Padre en el cielo, y que en las Epístolas cuando el Espíritu vino, éste dejó al Padre y al Hijo allá en el cielo. Esto equivale a caer en el otro extremo: el triteísmo, que en realidad es también otra gran herejía.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.