Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
En el libro de Hechos no se presenta un movimiento, tal como se ve en estos ejemplos. Únicamente vemos el mover viviente de la persona viva de Jesús, y esta persona viva es el Espíritu Santo. Cuando Bernabé y Pablo confrontaron a un hechicero, un falso profeta, se nos dice que Pablo fue lleno del Espíritu Santo y tomó la iniciativa al hablar (13:9-10). Hechos 13:2 menciona primero a Bernabé y luego a Pablo. Sin embargo, fue Pablo quien tomó la iniciativa de hablar. Bernabé y Pablo no sostuvieron una conferencia entre sí, en la cual Bernabé dijera: “Pablo, tú estudiaste a los pies de Gamaliel y eres más instruido que yo. Ahora que estamos juntos en esta misión, decidamos que de ahora en adelante tú hablarás y yo seré tu ayudante”. En lugar de encontrar un relato semejante, simplemente se nos dice que en cierta ocasión Pablo fue lleno del Espíritu, y espontáneamente tomó la iniciativa de hablar. No hubo ninguna discusión ni decisión humana, sino el mover de una persona viva, el Espíritu Santo. Si hubiésemos sido Bernabé o Pablo, habríamos discutido sobre quién debía hablar. Pero el que hablaba era aquel que estaba lleno del Espíritu Santo. Si usted tiene el Espíritu, puede hablar. Pero si no lo tiene, debe guardar silencio.
La única conferencia que vemos en el libro de Hechos se narra en el capítulo 15. Los apóstoles y ancianos se reunieron para resolver cierto problema. Hechos 15:28 dice: “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros”. Siempre que celebremos una conferencia, debemos tener la certeza de que lo que hemos decidido es la decisión del Espíritu. Deberíamos poder decir: “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros”. Yo leí la Biblia por muchos años y nunca presté atención a este versículo. La decisión que se tomó en el capítulo 15 no la tomaron solamente los apóstoles y ancianos con toda la iglesia; dicha decisión la tomó el Espíritu Santo, y luego los apóstoles y ancianos siguieron al Espíritu al tomar dicha decisión. Por lo tanto, fue una decisión tomada por el Espíritu y los apóstoles y ancianos.
Debemos aprender de la experiencia de los apóstoles y ancianos descrita en Hechos 15 y jamás tomar decisiones por nosotros mismos. Además, no debiéramos hacer sugerencias a otros ni darles instrucciones. Ninguno de nosotros está calificado para hacer esto. Durante la época en la cual fue escrito el libro de Hechos, Pedro, Pablo y los demás apóstoles no eran aptos en sí mismos para tomar decisiones o dar instrucciones. Entonces, ¿qué podemos decir de nosotros mismos? Tenemos que honrar al Señor. Nosotros no somos el Señor ni somos el Amo, ni tampoco somos el Señor de la mies. Únicamente el Señor Jesús es el Señor de la mies. Él es el Amo, y nosotros debemos honrarle como tal no tomando decisiones por nosotros mismos. Supongamos que yo soy su esclavo y usted es mi amo, y que sin consultarle a usted yo tomo ciertas decisiones y luego le doy instrucciones a otros, tomando decisiones por ellos también. Esto sería un gran insulto para usted. Usted es el amo; pero ¿quién soy yo para tomar tales decisiones? No obstante, todos nosotros hemos transgredido al respecto en el pasado, pues hemos tomado muchísimas decisiones. Algunas de estas decisiones las tomaron algunos individuos, y otras, grupos de personas. En ciertos casos hubo algunos que hasta tomaron decisiones por otros. Pero ¿dónde está el Señor en todo esto? Cuando tomamos decisiones de este modo, pareciera que el Señor no está en medio nuestro. Pareciera que no tenemos al Espíritu y que únicamente dependemos de nosotros mismos. Nosotros tomamos decisiones y damos instrucciones. En lugar de hacer esto, debemos orar, ayunar y esperar en el Señor. Debemos honrarlo. Él es nuestro Amo y nosotros somos Sus esclavos. Debemos decirle: “Señor, Tú eres mi Amo. Yo no estoy calificado ni tengo la posición o autoridad requeridas para tomar decisiones ni para dar órdenes a otros. Señor, espero en Ti. Quiero conocer Tu voluntad y Tu corazón. Señor, deseo saber lo que quieres que yo haga y lo que quieres que hagan mis colaboradores. Señor, te pido que me digas qué quieres que hagan las iglesias”. Todos debemos tener esta actitud; de lo contrario, ofendemos al Señor y, a la postre, Él nos abandonará.
Ésta es exactamente la situación del cristianismo actual, y es por ello que el cristianismo ha perdido la presencia del Señor. Muchos de los que están en el cristianismo se han hecho a sí mismos el Señor de la mies, los señores de la obra. Ellos contratan a algunos, despiden a otros, dan órdenes y toman decisiones. Asimismo, forman juntas misioneras, celebran conferencias y toman decisiones con respecto adónde se debe enviar a los obreros. Es imprescindible que nosotros no repitamos la trágica historia del cristianismo.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.