Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6926-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Entre nosotros se habla mucho acerca de cómo reunirnos. ¿Nos preocupa tener una buena reunión? ¿Estamos a favor de que se toque el piano o una guitarra? ¿Nos interesa cierto estilo de reunión? ¡No! Lo único que nos interesa es Cristo. Cuando ustedes vienen a la reunión, tienen que venir con Cristo y en Cristo. Tienen que entrar en Cristo. Si dicen que nuestras reuniones son demasiado legalistas, que se ministra la palabra en demasía, y que prefieren tener reuniones informales y familiares, esto indica que se encuentran lejos del carril central.
Quiero decir lo siguiente a todos los que estamos en el recobro. No tenemos una manera particular de reunirnos. Casi todas nuestras reuniones son abiertas a todos. Si usted tiene a Cristo, siéntase libre para compartir a Cristo con los santos. Si usted dice que nuestras reuniones son demasiado formales, yo le diría que no conozco nada en la tierra que no tenga alguna forma. Sin una forma nada podría existir. Una reunión familiar también tiene cierta forma. De hecho, es más formal, porque usted insiste en ella. Si insistimos en alguna manera de reunirnos, esa manera es una forma. Eso no es del Señor y causa división.
Ahora regresemos a otro punto en cuanto a la economía de Dios. Ya vimos que la economía de Dios no tiene que ver con algo religioso o ético, sino que es Cristo mismo forjado en nuestro ser. Ahora debemos considerar quién es Cristo. El Evangelio de Juan revela que esta persona es la Palabra (1:1) y también el Espíritu (14:17). ¡Aleluya! Dios nos ha dado dos tesoros preciosos: el Espíritu, que está dentro de nosotros, y la Palabra, que está fuera de nosotros.
Por un lado, el Señor Jesús es la Palabra; por otro, Él es el Espíritu. ¿Por qué tenemos estos dos aspectos? La razón es que a Dios le interesa mucho que nosotros lo experimentemos.
Sin el Espíritu no podemos experimentar al Señor. ¿Cómo podemos nosotros estar en Él y Él en nosotros? ¡Todo esto es posible por el Espíritu! ¿No está usted en el aire? ¿No está el aire en usted? El Señor Jesús hoy en día es el Espíritu vivificante. La palabra griega pnéuma significa tanto espíritu como aire. El Señor Jesús es el aire celestial y espiritual.
Ahora estamos en este pnéuma, y este pnéuma está en nosotros. Debido a que Él es el Espíritu, yo tengo absoluta certeza de que estoy en el Espíritu y el Espíritu está en mí. Es por eso que el Señor después de Su resurrección regresó a Sus discípulos, sopló en ellos y les dijo: “Recibid al Pnéuma Santo” (Jn. 20:22). Hoy todos nosotros estamos en el Pnéuma Santo y el Pnéuma Santo está en todos nosotros.
Si Dios sólo nos hubiera dado al Espíritu pero no la Palabra, podríamos desviarnos fácilmente, porque el Espíritu no es tangible. En cambio, la Palabra es muy sólida, es muy tangible. Siempre que tengamos una experiencia del Espíritu, debemos constatarla en la Palabra. Esto será lo que nos servirá de salvaguarda.
Si usted sólo muestra interés por la Palabra pero descuida al Espíritu, tal vez sea acertado en sus creencias, pero interiormente estará muerto. La Palabra nos salvaguarda y el Espíritu nos hace vivientes.
Estos dos extremos se ven claramente en el cristianismo. Los fundamentalistas hacen hincapié en la Palabra escrita, mientras que los pentecostalistas recalcan una especie de “Espíritu”. El Señor desea darnos equilibrio entre el Espíritu y la Palabra, entre la Palabra y el Espíritu.
Si usted únicamente le da importancia al Espíritu pero descuida la Palabra, su vida espiritual se apagará. Al cabo de poco tiempo sentirá que su espíritu se ha apagado y que no puede encenderlo de nuevo. Tal vez intente orar, pero encontrará que de su boca no sale ninguna palabra. Muchos de nosotros hemos experimentado esto. Cuando usted siente escasez en su espíritu y no tiene palabras que expresar, hay un libro de oración al cual usted puede recurrir: la Biblia.
Simplemente abra la Palabra. No haga caso a sus sentimientos ni trate de componer una oración. Supongamos que usted abre la Biblia en Juan 1:1. Simplemente léalo. A veces mientras usted lee, sin tener ningún sentimiento, algo en su interior se enciende y usted espontáneamente empieza a orar, no con sus propias palabras, sino con la Palabra escrita. “Señor, te doy gracias porque Tú eres el principio. Tú eres la Palabra. Oh Señor, Tú eres simplemente Dios. Cuánto te agradezco porque en Ti está la vida”.
La Palabra espontáneamente aviva su espíritu. Es así como el maravilloso Señor quien es tanto la Palabra como el Espíritu será su experiencia.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.