Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Si tenemos una visión panorámica todo-inclusiva de la Biblia, veremos que después de la ascensión de Cristo, nuestro Dios, quien es el Padre, el Hijo y el Espíritu, hoy en día es el Espíritu todo-inclusivo. En este Espíritu tenemos divinidad, humanidad, la eficacia de la muerte de Cristo, el poder de Su resurrección y la ascensión. En otras palabras, en este Espíritu todo-inclusivo tenemos todo lo que Dios es, todo lo que el hombre es en un sentido apropiado, y todo lo que el Señor Jesús experimentó, ganó y obtuvo. Todo esto se encuentra en el Espíritu vivificante y todo-inclusivo. Nuestro Salvador hoy no es solamente el Redentor, sino también el Espíritu vivificante. Damos gracias al Señor porque por medio de la clara perspectiva que tenemos de todos los libros de la Biblia, podemos ver a este maravilloso Espíritu.
Este Espíritu es misterioso y glorioso, pero muy difícil de describir con palabras. Es por ello que la Biblia nos provee el cuadro del ungüento compuesto en Éxodo 30. En este capítulo el aceite de oliva representa al Espíritu de Dios, y las cuatro especias representan la humanidad, la criatura de Dios. La mirra, la canela, el cálamo y la casia tienen un significado especial. En la Biblia la mirra representa la dulzura de la preciosa muerte de Cristo, y la canela representa la dulce eficacia de esta muerte. El cálamo representa el poder que levanta, la resurrección de Cristo. La casia se usaba en tiempos antiguos para repeler serpientes. Si juntamos todos estos elementos, reconoceremos que sin duda describen detalladamente al Espíritu compuesto y todo-inclusivo.
En este Espíritu tenemos a Dios y la humanidad apropiada. En este Espíritu tenemos la eficacia de la muerte de Cristo y el poder de la resurrección de Cristo. Todo lo que Cristo es y todo lo que Él hizo, obtuvo y logró, se encuentra en este Espíritu. El Señor nos ha mostrado el significado de la mirra, la canela, el cálamo y la casia; la razón por la cual los dos elementos de en medio había sólo la mitad de la cantidad completa; y el hecho de que estas cuatro especias conjuntamente conformaban tres unidades completas de quinientos siclos cada una. El hin de aceite de oliva era mezclado con las cuatro especias para formar un ungüento. Esto alude a la mezcla del Dios único con Su criatura, el hombre, para formar una sola unidad compuesta. El tabernáculo con todo su mobiliario y sus vasos y todos los sacerdotes eran ungidos con este ungüento compuesto, y no simplemente con aceite de oliva. Hoy en día no estamos bajo la unción del Espíritu que sólo incluye divinidad, sino bajo la unción del Espíritu compuesto.
Cuando el apóstol Juan usó el término unción en 1 Juan 2:27 con relación al mover del Espíritu, sin duda alguna pensaba en Éxodo 30, de donde proviene la palabra unción. La palabra unción no la usó Juan por primera vez, sino que ésta ya había sido usada en Éxodo 30. La unción que permanece en nosotros es el Espíritu compuesto, quien es el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu.
A fin de tener a este Espíritu vivificante y todo-inclusivo y experimentar al Espíritu, necesitamos primero renacer o ser regenerados por Él. La regeneración es la experiencia inicial que tenemos de nuestro Dios Triuno.
No intente separar al Padre del Hijo, ni al Hijo del Padre. El Nuevo Testamento revela que mientras el Hijo esté aquí, el Padre está con Él. Además, la venida del Espíritu es también la venida del Hijo, y el Hijo siempre viene con el Padre. Juan 6:46 dice: “No que alguno haya visto al Padre, sino Aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre”. La preposición griega traducida “de” es pará. Aquí el sentido de esta preposición es “de con”. El Señor no sólo viene de Dios, sino que también está con Dios. Aunque Él ha venido de Dios, todavía está con Dios (Jn. 8:16, 29; 16:32). En estos versículos el Señor parecía decir: “Yo vengo de Mi Padre y con Él. Cuando vengo de Mi Padre, vengo con Él”. Esto significa que cuando el Hijo viene, el Padre está con Él. Cuando el Hijo fue enviado por el Padre, el Hijo no simplemente fue enviado por el Padre, sino también con el Padre. Cuando el Padre envió al Hijo, el Padre vino con el Hijo. Por lo tanto, cuando recibimos al Hijo, recibimos al Padre.
Esto tal vez ofenda nuestra mentalidad religiosa. La mente religiosa siempre trata de entender todo esto claramente. Pero cuanto más usted intente hacerlo, más dificultad encontrará, porque el Padre está con el Hijo, y el Hijo es ahora el Espíritu vivificante. En 1 Corintios 15:45 dice: “Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Si usted argumenta diciendo que el Espíritu mencionado aquí no es el Espíritu Santo, entonces yo diría que usted cree que existen dos Espíritu que dan vida. Cristo hoy es el Espíritu vivificante. Si este Espíritu vivificante no fuera el Espíritu Santo, entonces usted cree en dos Espíritus vivificantes. ¿Cree usted que en el universo existen dos Espíritus vivificantes? Ciertamente es una herejía enseñar esto. Nuestro Dios es triuno. Como el Dios Triuno, Él pasó por un proceso completo y hoy en día es el Espíritu todo-inclusivo. No me interesa que me expliquen esto; lo único que me interesa es el hecho. La Biblia revela que Cristo hoy es el Espíritu vivificante. Si hemos de experimentarlo, tenemos que nacer de Él. En cuanto un pecador confiesa su pecado ante Dios y cree en el Hijo de Dios, nace de nuevo del Dios Triuno. Sin embargo, todos lo que han nacido de nuevo necesitan experimentar a este Espíritu cada vez más.
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