Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4948-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Antes de que estos cuatro hermanos vinieran a verme el fin de semana pasado, uno de ellos me había escrito una larga carta, en la que me preguntaba por qué, si nosotros predicamos la verdad de que debe haber una iglesia por ciudad, no practicamos esto. En este caso, ellos vivían en otra ciudad, pero estaban viajando a San José. No tuve tiempo ni deseo de responder a dicha carta. Ahora el hermano que la había escrito estaba de pie frente a mí. “Hermano Fulano, ahora le contestaré su carta”, le dije.
“El terreno de la iglesia —una ciudad, una iglesia— es necesario para guardar la unidad. Si utilizamos esta verdad para encubrir nuestro motivo de división, somos más que facciosos. Además, esta verdad no puede aplicarse de forma legalista.
“Considere la ciudad de Anaheim. Tiene límites irregulares, como muchas otras ciudades de los Estados Unidos y como también sucede en otros países. Supongamos que un hermano vive cerca de los límites de Anaheim pero muy cerca de Cypress. Supongamos además que su casa quedara justo en frente del local de reuniones de la iglesia en Cypress. Si él asistiera a las reuniones de la iglesia en Anaheim, tendría que manejar una larga distancia para llegar adonde está el salón de reuniones. En vez de ello, él simplemente podría cruzar la calle. Podríamos decir que dado que él vive en Anaheim, no debe reunirse en Cypress, pues esto demuestra una actitud facciosa. En realidad, todo depende de varias razones. Si él no tiene ninguna intención de causar división ni tiene preferencia, sino que simplemente para ahorrar tiempo decide ir con su familia a la iglesia en Cypress, ¿qué tiene eso de malo? Al fin y al cabo, todos somos una sola iglesia.
“Pero supongamos que algunos hermanos que viven en Anaheim se sintieran descontentos con este hermano y lo criticaran por no reunirse con la iglesia allí. Él podría argumentar diciendo que ellos están siendo demasiado legalistas y decir que él no tiene por qué estar obligado a guardar este legalismo. Sin embargo, si él conoce lo que es la carne y lo que es la lección de la cruz, decidiría no congregarse con la iglesia que se reúne cerca de su casa; en vez de ello, manejaría una larga distancia adonde está el salón de reuniones en Anaheim para ponerse sobre el altar y ser inmolado. Creo que ustedes entienden mi lenguaje. Ésta es la manera bíblica de llevar a cabo la vida de iglesia.
“No podemos usar la verdad del terreno de la iglesia de forma legalista, pues entonces dejaría de ser una verdad”. Después le continué diciendo a este hermano: “El hecho de que haya veinte de ustedes no los califica tampoco. Aun si la situación en Palo Alto fuera la ideal para empezar la vida de iglesia, esto tampoco los calificaría. Deben examinar cuáles son sus motivos. Una vez que ustedes empiecen algo usando la iglesia como cubierta teniendo un motivo impuro, esto lo anulará todo”.
Ustedes hermanos que recién se han añadido, quiero que escuchen esta palabra. El motivo debe ser aclarado, debe ser puro. Si ustedes tienen aun el menor deseo de ser un líder, no un anciano sino un líder en la reunión de habla china, esto los descalificará. Esto quizás no lo sepa ningún hombre, pero el Señor sí lo sabe.
Según el mismo principio, quisiera decir algo a los ancianos. A fin de juzgar con el mejor discernimiento si deben tener una reunión de habla china en su localidad, es necesario que tengan un motivo puro. Si su motivo no es puro, no están calificados para decir ni una palabra, para decir sí o no. Su impureza lo descalifica. Hermanos, digo esto muy seriamente. Este principio no sólo se aplica a este asunto, sino también a cualquier situación en la vida de iglesia, sobre todo en el liderazgo. En la obra del Señor, si yo tengo aunque sea una pizca de ambición de ser algo, estoy descalificado, estoy acabado.
Entre los cristianos tener motivos puros es un tesoro. Esto es más raro que un diamante. En mi “práctica de medicina” por más de medio siglo, he podido darme cuenta de cuáles son “las enfermedades” que padecen las personas. No es común encontrar motivos puros en lo tocante a la obra del Señor o Su iglesia.
El recobro del Señor ha tenido una historia en cuanto a esto en los pasados sesenta años. No es necesario mencionar las cosas que sucedieron en la China continental durante la época del hermano Nee. Muchos de ustedes aquí tuvieron que ver con lo que sucedió en Taiwán de 1958 a 1965. Hubo algunos que causaron muchos problemas y luego se marcharon. Yo les advertí que se dividirían interminablemente. Ahora, después de diecisiete años o más, mi predicción se ha cumplido al pie de la letra. Ellos continuaron dividiéndose; no hubo ninguna excepción. Cuando causaron los problemas, todos ellos eran uno; pero después de que se marcharon y empezaron algo, casi ninguno estaba dispuesto a laborar con otro. Esto se debe a que el motivo no era puro.
Nosotros quizás seamos débiles. Aún no somos muy útiles en las manos del Señor. No puedo negar esto. No obstante, los disidentes no pueden negar que la bendición ha estado en el recobro del Señor. Ya han transcurrido veinte años de historia desde 1963; es evidente dónde ha estado la bendición. La impureza en la vida de iglesia y en la obra del Señor es el asesino más básico. Acaba con todo, incluyéndolo a usted si tiene motivos impuros. En tanto que usted sea impuro en sus motivos, será la primera víctima de esta impureza. No estoy amenazándolo; le estoy dando una advertencia, y en primer lugar me lo digo a mí mismo. Sólo el Señor sabe el temor y temblor que he tenido por muchos años con respecto a tener motivos impuros al tomar decisiones en cuanto a ciertos asuntos.
Una de las razones por las cuales tenemos estas reuniones de los lunes por la noche es hablarles acerca de este asunto de la pureza. Por supuesto, esto es un punto secundario, no es el carril central. Sin embargo, define una condición muy importante. No importa cuánto usted diga que está en el carril central, en el enfoque que el Señor tiene, si sus motivos no son puros, se ha desviado. Usted no se encuentra en el carril central. El carril central sirve solamente para que viajen por él los que son puros. Esto es un asunto que reviste mucha seriedad. Una iglesia que está en manos de hermanos puros podrá experimentar muchos problemas, pero aun así estará bajo la bendición. Pero una vez que pasa a manos de personas que no son puras, entrará la muerte. Probablemente ustedes han visto suceder esto.
Lo mismo se aplica a la obra del Señor. No mucho después de que vine a este país, unas personas envidiosas de otro lugar, dijeron: “¿Por qué no hacemos nosotros lo mismo que el hermano Lee? Vamos a los Estados Unidos también y hagamos lo mismo”. Ellos vinieron a este país y trataron de llevar a cabo una obra. Finalmente no lograron hacer nada. No creo que la bendición que ha experimentado el recobro en los Estados Unidos se deba a mi capacidad. Cuando mucho, mi capacidad pudo haber sido un pequeño instrumento. Esto más bien se debe a que el recobro tenía algo que era puro. Mi conciencia me permite preguntarles a ustedes, hermanos: ¿perciben ustedes en mí el menor indicio de impureza con respecto a la iglesia y la obra del Señor? Yo he estado con ustedes por veinte años. Esta noche estoy aquí delante de ustedes, un grupo de aproximadamente cien, para decirles que les sería difícil encontrar alguna impureza en mí con relación a la iglesia y la obra del Señor. Hermanos, ésta es la única razón por la cual la bendición del Señor —no en términos de prosperidad, sino en términos de vida— está aquí. Y es por esto que puedo hablarles con denuedo. Mi conciencia no tiene el menor agujero. Con respecto a otras cosas, no me atrevo a decir nada; pero con respecto a este asunto de la pureza, tengo una conciencia libre de ofensa.
Puesto que tendremos un buen número de reuniones nuevas de habla china, esto requerirá varias cosas. En primer lugar, requerirá que haya un liderazgo en estas reuniones. Asimismo, también requerirá la participación, al menos indirectamente, del ancianato en las localidades que concierna. Se necesitará coordinación. Ser pacientes, ser humildes: esto quizás solamente sea religión. Pablo puede haber enseñado sobre la paciencia, pero lo hizo raras veces, lo que él enseñaba era la perseverancia. La mayoría de los traductores han traducido esto como paciencia, pero la palabra que Pablo usó en realidad fue perseverancia.
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