Puntos cruciales de los ítems principales del recobro actual del Señor, Los (segunda edición)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7679-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La unidad del Cuerpo de Cristo es la unidad del Espíritu (Ef. 4:3) y la unidad de la constitución divina producida por la Trinidad Divina (Jn. 17:21-23). Éste es el aspecto constitutivo de la unidad única para el terreno de la iglesia. Esta unidad divina separa a todos los creyentes en Cristo de los incrédulos, y une a todos los creyentes juntos para que sean el Cuerpo de Cristo.
También existe un aspecto práctico de la unidad de la iglesia que se relaciona con el terreno de la iglesia. Todos los creyentes en Cristo son componentes del Cuerpo de Cristo. En términos prácticos, están esparcidos por muchas ciudades de la tierra. De manera espontánea, están separados en muchas unidades en cada ciudad, respectivamente, según donde vivan. Conforme al modelo del Nuevo Testamento, establecido y dispuesto por Dios, y conforme al principio inherente a la revelación neotestamentaria acerca de la economía de Dios de la iglesia, en una ciudad donde viven creyentes no debe haber más de una unidad como expresión local del único Cuerpo de Cristo, tampoco debe haber una iglesia local en cierta ciudad, sin tener la comunión apropiada en el Cuerpo de Cristo con las demás iglesias locales. Todos estos límites del terreno de la iglesia en cuanto a su unidad son la salvaguarda en la vida de iglesia que evita cualquier división en el Cuerpo de Cristo.
El terreno local de la iglesia es básicamente la unidad única del Cuerpo de Cristo que se practica en las iglesias locales. Tanto el Cuerpo universal de Cristo como las iglesias locales son uno solo. Hay un solo Cuerpo de Cristo en todo el universo, y debe haber una sola iglesia local en cada localidad, respectivamente. Esta unidad única es el elemento básico de la vida de iglesia. Puesto que la unidad del Cuerpo de Cristo es la unidad del Espíritu (Ef. 4:3), la unidad que se practica en la iglesia local tiene que darse en el mover del Espíritu y bajo el gobierno del Espíritu. Por lo tanto, el Espíritu también es un elemento básico del terreno de la iglesia. Además de esto, dado que la iglesia local está involucrada con su localidad, la localidad de la iglesia local también es un elemento crucial del terreno de la iglesia. Así que, el terreno de la iglesia sobre el cual se establece la iglesia local debe estar constituido de la unidad lograda por el Espíritu y de la unidad salvaguardada por la localidad, y ser prevaleciente en dicha unidad.
Además de la unidad del Espíritu y la unidad que se practica en la localidad de una iglesia local, según lo mencionamos antes, hay otro aspecto de la unidad que es “la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios”, como se revela en Efesios 4:13. Al respecto, la nota 2 de Efesios 4:13 en la Versión Recobro dice: “En el versículo 3 la unidad del Espíritu es la unidad de la vida divina en la realidad; en este versículo la unidad es la unidad de nuestro vivir en forma práctica. Ya tenemos la realidad de la unidad de la vida divina; simplemente necesitamos mantenerla. Sin embargo, necesitamos avanzar hasta que lleguemos a la unidad en nuestro vivir en términos prácticos. Este aspecto de la unidad está constituido de dos cosas: la fe y el pleno conocimiento del Hijo de Dios. Según es revelada en Judas 3, 2 Timoteo 4:7 y 1 Timoteo 6:21, la fe no se refiere a la acción de creer, sino a las cosas en las cuales creemos, tales como la persona divina de Cristo y Su obra redentora efectuada para nuestra salvación. El pleno conocimiento del Hijo de Dios es la aprehensión de la revelación acerca del Hijo de Dios para experimentarlo. Cuanto más crezcamos en vida, más nos adheriremos a la fe y al conocimiento de Cristo, y más fácilmente dejaremos todos los conceptos doctrinales secundarios y menos significativos, los cuales causan divisiones. Entonces llegaremos a la unidad práctica, o sea, que la alcanzaremos; esto es: habremos llegado a ser un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Para mantener este aspecto de la unidad, debemos esforzarnos por dejar “todos los conceptos doctrinales secundarios y menos significativos [los vientos de enseñanzas], los cuales causan divisiones. Entonces llegaremos a la unidad práctica, o sea, que la alcanzaremos; esto es: habremos llegado a ser un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
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