Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7126-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hay dos aspectos del conocimiento que tenemos de Dios: uno es el conocimiento interno y el otro es el conocimiento externo. Tanto Hebreos 8:11 como 1 Juan 2:27 hablan de nuestro conocimiento interno de Dios. Hebreos 8 habla de la ley de la vida de Dios, o sea, de la vida de Dios, la cual nos capacita para conocer a Dios interiormente. En 1 Juan 2 se nos habla de la unción, o sea, de la revelación del Espíritu Santo, la cual también nos capacita para conocer a Dios interiormente. Conocer a Dios por medio de la ley de vida es conocerle por medio de Su vida; y conocer a Dios por medio de la unción es conocerle por medio del Espíritu.
Juan 17:3 y Efesios 1:17 también hablan de nuestro conocimiento interno de Dios con una diferencia en énfasis con respecto a la vida y al Espíritu Santo. Juan 17 dice que la vida nos capacita para conocer a Dios; y Efesios 1 dice que Dios nos da un espíritu de sabiduría y de revelación a fin de que podamos conocer a Dios; esto significa que el Espíritu Santo mora en nuestro espíritu humano. Tanto Hebreos 8:11 como Juan 17:3 hablan de la vida presente en nosotros que nos capacita para conocer a Dios interiormente, y 1 Juan 2:27 y Efesios 1:17 hablan del Espíritu Santo presente en nosotros que nos capacita para conocer a Dios interiormente.
La naturaleza de Dios es constante e inalterable; no cambia con el tiempo ni con los acontecimientos humanos. Su naturaleza es la misma en una persona como en otra; asimismo, Su naturaleza hoy sigue siendo la misma de hace cincuenta años. En 1 Juan 4:8 leemos que Dios es amor. Puesto que la naturaleza de Dios es amor, hay un mandamiento conforme a esta naturaleza: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv. 19:18). Este mandamiento de amor se basa en la naturaleza de Dios, la cual es inalterable. Al igual que la naturaleza inalterable de Dios, este mandamiento también es inalterable. Ya sea en Jerusalén o en Samaria, ya sea hace quinientos años o hace cincuenta años, ya sea en quinientos o en cincuenta años a partir de hoy, sea que se trate de hombre o mujer, o viejo o joven, este mandamiento seguirá siendo el mismo; no puede ser cambiado debido al espacio o el tiempo ni tampoco debido a sucesos humanos. Puesto que la ley que es conforme a la naturaleza de Dios es constante e inalterable, el conocimiento que esta ley nos da también es constante e inalterable, es decir, no puede ser cambiado debido al espacio o al tiempo ni tampoco debido a acontecimientos humanos.
Puesto que la naturaleza de Dios es constante, la ley, que se deriva de la naturaleza de Dios, también lo es. El conocimiento que el hombre obtiene de Dios por medio de la ley, es decir, por medio de la ley de Moisés, es absolutamente inalterable. Sin embargo, los profetas, quienes representan a Dios mismo, son vivientes, y los mandamientos que ellos dan pueden cambiar. Un profeta puede decirle a alguien que tome para sí una esposa, pero después otro profeta puede decirle a la misma persona que no tome esposa. Esto es completamente diferente del mandamiento o el conocimiento dado mediante la ley.
Así pues, la ley es rígida, mientras que los profetas son flexibles. Ayer la ley nos mandaba a amar a otros, y hoy todavía nos manda que amemos a los demás; y en quinientos años, todavía nos dirá que amemos a otros. La ley es rígida e inalterable. Pero ¿qué diremos de los profetas? Ayer los profetas quizás le dijeron a alguien que se casara, pero hoy pueden decirle que no se case. Los profetas son flexibles. La ley representa la naturaleza de Dios, y los profetas representan a Dios mismo; la naturaleza de Dios es constante, pero Dios mismo es flexible y viviente.
Nuestro conocimiento de Dios por medio de la ley es rígido y fijo, pero nuestro conocimiento de Dios por medio de los profetas es viviente e imprevisible. Ayer Dios puede habernos dicho que podemos hacer algo en particular, pero hoy puede decirnos que no podemos hacerlo. A veces los profetas pueden darnos una dirección que aparentemente contradice la ley. El profeta Oseas recibió un mandato de Dios de que tomara por esposa a una mujer dada a la prostitución (Os. 1:2). Según la ley, esto no es lo que Dios desea que el hombre haga, pero el profeta recibió un mandato de parte de Dios porque Dios tenía un propósito especial para él. Esto nos muestra que la ley es rígida pero que los profetas son flexibles. La ley nos capacita para conocer la naturaleza de Dios, y los profetas nos capacitan para conocer a Dios mismo.
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