Experiencia que tenemos de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4619-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La mayoría de maestros del cristianismo sabe que Filipenses trata de la experiencia, especialmente nos habla de la experiencia que tenemos de Cristo. Según el orden en que fueron dispuestos los libros del Nuevo Testamento, Filipenses viene después de Efesios, un libro que nos habla acerca del Cuerpo, y antes de Colosenses, un libro que nos habla acerca de la Cabeza. Así que, en medio del Cuerpo y la Cabeza, tenemos la experiencia de Cristo. Esto significa que si queremos avanzar del Cuerpo a la Cabeza, debemos experimentar a Cristo. Esto es un indicio muy claro de que si hemos de conocer la Cabeza, es preciso que experimentemos a Cristo.
En Filipenses Pablo habla acerca de experimentar a Cristo de una manera muy particular. Según nuestros conceptos, a fin de experimentar a Cristo tenemos que resolver los problemas de nuestro pasado, consagrarnos a Cristo, abrir nuestro ser a la unción interior y obedecer la unción. Además de esto, debemos orar mucho y tener comunión con el Señor y unos con otros. Este concepto que tenemos de experimentar a Cristo no está errado; es normal y muy común. Sin embargo, en Filipenses Pablo no está hablando de experimentar a Cristo de esta manera. Me tardó más de cuarenta años entender la manera en que Pablo habla de experimentar a Cristo en Filipenses.
Filipenses 1:5 dice: “Por vuestra comunión en el progreso del evangelio, desde el primer día hasta ahora”, y el versículo 6 añade: “Confiando en esto, que el que comenzó en vosotros una buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”. Estos versículos nos muestran que la comunión en el progreso del evangelio es una buena obra, una obra iniciada por Cristo. Cristo llevará a cabo esta obra hasta el día de Cristo Jesús. Filipenses revela el hecho de que la experiencia que tenemos de Cristo es la comunión en el evangelio que tendremos hasta que el Señor Jesús regrese. Observen que en el versículo 5 Pablo no habla de la predicación del evangelio, sino de la comunión en el evangelio. ¿Alguna vez notaron que en el Nuevo Testamento se encuentra la expresión la comunión en el evangelio? Sin duda alguna ustedes escucharon hablar acerca de la comunión del Espíritu, pues es una expresión bastante común. La comunión del Espíritu es un concepto que ya tenemos, mas no la comunión en el evangelio. Desde el momento en que somos salvos hasta cuando el Señor Jesús regrese, nuestra vida cristiana debe ser una vida que predica el evangelio. No estamos aquí para obtener una educación, un trabajo, una familia, ni estamos aquí para ganar dinero ni para obtener una buena reputación o posición. No, estamos aquí para llevar una vida que predica el evangelio, una vida que predica a Cristo. Nuestro vivir debe ser nuestra predicación. Si alguien le pregunta cuál es su ocupación, usted debe responder diciendo: “Mi profesión es la predicación del evangelio”. Por consiguiente, nuestra vida debe ser primordialmente una vida que predica el evangelio. Independientemente de si hablo o estoy en silencio, mi vida, mi vivir, mi ser y toda mi persona debe ser una predicación de Cristo.
Además, la vida que llevamos al predicar el evangelio no debe ser una vida individualista, sino una vida corporativa. Es por eso que tenemos comunión en la predicación del evangelio. La palabra comunión tiene una connotación muy rica. La palabra griega traducida “comunión” es koinonía, que significa comunicación, un intercambio mutuo. En lo que se refiere a la predicación del evangelio, la situación actual es muy deplorable, pues los cristianos no predican el evangelio o lo hacen de manera individualista, no de manera corporativa. Todos los evangelistas son individualistas. Pareciera que cuanto más evangelistas son las personas, más individualistas son. En su predicación del evangelio no tienen comunión. Debido a que no tienen comunión en el evangelio, no experimentan a Cristo.
Aun si resolvemos todos los problemas de nuestro pasado, nos consagramos al Señor y obedecemos la unción interior, no necesariamente experimentaremos mucho a Cristo. Pero si predicamos el evangelio de manera corporativa, experimentaremos a Cristo en gran manera. El libro de Filipenses no habla acerca de resolver los problemas del pasado, de la consagración ni de la unción, pero sí nos habla acerca de la comunión en el evangelio. Me siento muy contento de que entre nosotros hay muchos que son fervientes al predicar el evangelio en las universidades. Sin embargo, me pregunto si al predicar el evangelio tienen la comunión en el evangelio. Si únicamente nos dedicamos a predicar el evangelio, no experimentaremos mucho a Cristo. No experimentamos a Cristo principalmente en la predicación, sino en la comunión. Por lo tanto, necesitamos predicar el evangelio en comunión. Mientras ustedes tengan comunión en su predicación del evangelio, experimentarán a Cristo.
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