Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7461-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El libro de Romanos ocupa en verdad un lugar especial. En particular, el capítulo 8 de Romanos puede considerarse el centro de los misterios del Nuevo Testamento. Todo el Nuevo Testamento habla del misterio de Dios. Hoy en día estamos en la era de la iglesia, la era de la gracia. En realidad, estamos en una era de misterios. Para el tiempo de Apocalipsis 10:7, cuando suene la séptima trompeta, los misterios de Dios se cumplirán. En el Antiguo Testamento antes de la venida de Juan el Bautista y antes que Jesucristo naciera, todo fue revelado y nada era un misterio. Las leyes de Moisés, los preceptos, las ordenanzas, la tipología, todo fue revelado y dado a conocer. No hubo en absoluto ningún misterio. Fue solamente hasta la concepción del Señor Jesús, es decir, hasta que la Palabra se hizo carne, que tuvo inicio el misterio del Nuevo Testamento.
El nacimiento de Cristo es en verdad un misterio. ¿Cómo nació? ¿Quién lo engendró? ¿Y quién fue Aquel que fue engendrado? Todos éstos son misterios. Más aún, incluso nosotros los que hemos creído en Cristo somos misterios. Hoy en día todos estamos aquí sentados sin ninguna razón especial, y nos tratamos unos a otros cordialmente, cantando, voceando, orando e intercediendo. ¿Por qué hacemos esto? Lo único que podemos decir es que esto es un misterio. Si usted dice que ama a Cristo, ¿cómo puede usted amarlo si nunca lo ha visto? Esto también es un misterio. Si usted dice que Cristo es una maravillosa persona que vive en usted, ¿qué quiere decir con ello? ¡Todas estas cosas son misterios! Por consiguiente, toda la era de la iglesia, es decir, la era de la gracia, es una era de misterios.
Romanos 8:2 habla de la ley del Espíritu de vida. Esta vida no es la vida humana; tampoco es la vida animal ni la vida vegetal. Ésta es la vida de Dios, la cual sobresale en todo. En el universo la forma de vida más elemental es la vida vegetal. Por encima de ésta está la vida animal. Luego tenemos una vida superior, la vida humana, la cual es la forma de vida creada más elevada. Pero por encima de esta forma de vida creada tan elevada, tenemos la vida increada de Dios. Esta vida es la que corresponde al Espíritu de vida, y este Espíritu es una ley, que es la ley del Espíritu de vida.
Después que la Biblia fue escrita, fue traducida a los diferentes idiomas de la tierra, y ahora todos podemos leerla. Yo he estudiado la Biblia desde mi juventud y lo he hecho por casi setenta años. En los primeros cuarenta años de estudio, no entendía nada de la ley del Espíritu de vida. Por mucho que leía sobre esto, no lograba entenderlo. Creo que muchos son como yo. Lo único que podía decir era que en la Biblia existía tal cosa, pero no en mi mente. Más aún, nuestra mente creada ni siquiera tiene la capacidad de entender este asunto. Aunque hemos leído la Biblia, y hemos conocido la frase “la ley del Espíritu de vida”, no llegamos a saber qué era esta ley del Espíritu de vida. Sin embargo, no podemos decir que esto no existe simplemente porque no lo entendemos. Tomemos nuestro cuerpo como ejemplo. Nuestro cuerpo es también un gran misterio para nosotros. Una vez estuve hospedado en la casa de un santo en Pekín. En aquel tiempo él era el jefe del departamento de enfermería del hospital de Pekín, el hospital más famoso de aquel tiempo. Él me invitó a cenar, y todos los que estaban sentados a la mesa eran doctores de mucha experiencia. Durante la conversación, uno de los doctores dijo: “No podemos negar que, desde el punto de vista estructural, el cuerpo humano es demasiado misterioso. Es tan misterioso que ni siquiera podemos explicarlo. Tal parece que debe existir un Señor soberano en el universo”.
La ciencia es sólo el descubrimiento de axiomas y leyes de los fenómenos del universo a través de métodos científicos. Al observar el hecho de que una manzana siempre cae al suelo y nunca sube, Newton descubrió la ley de la gravedad. Yo no puedo creer que en la época de Pablo, la ciencia griega estuviera tan desarrollada que el hombre ya supiera qué era una ley. Pero Pablo descubrió una ley que existía de forma espontánea y natural, la cual él llamó la ley del Espíritu de vida. Cada vez que usted dice: “Señor Jesús, creo en Ti; te amo; te recibo”, quizás no note nada, pero algo ocurre dentro de usted. Algo es añadido a usted. Esto es Jesús, es Cristo, es el Espíritu Santo y también es Dios. Pablo dijo que es una vida y una ley. Esta ley ha estado allí escrita en la Biblia por mucho tiempo, y los cristianos que buscan del Señor han leído acerca de ella muchas veces, pero es muy raro escuchar que alguien hable de ella. Debido a que la luz de la verdad del Señor entre nosotros ha venido resplandeciendo cada vez más, vemos este asunto cada vez más claro. Unos quince años atrás, yo empecé a hablarles a las personas acerca de la ley del Espíritu de vida.
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