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Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Lospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6380-8
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LOS DOS PASOS QUE DIO EL DIOS TRIUNO
PARA LLEGAR A SER NUESTRA EXPERIENCIA

Es preciso que veamos la verdad pura en la Palabra. La Biblia nos muestra que Dios es triuno, no para que tengamos un entendimiento doctrinal de Él, sino para que lo experimentemos y disfrutemos. A fin de llegar a ser nuestra experiencia, el Dios Triuno tenía que dar dos pasos. En primer lugar, tenía que resolver los problemas en nosotros relacionados con el pecado, el yo, el hombre natural, la naturaleza corrupta, Satanás, el mundo y las ordenanzas. Como personas caídas que somos, hemos sido contaminados por estas cosas. Podemos compararnos con un vaso que se ha ensuciado y necesita ser limpiado por dentro y por fuera. Puesto que el Dios Triuno desea entrar en nosotros para ser nuestro disfrute, primero tuvo que pasar por un proceso para efectuar la redención. Este paso lo llevó a cabo el Señor Jesucristo. Luego, después de efectuar la redención, Él puede entrar en nosotros. Éste fue el segundo paso de Su proceso.

Las enseñanzas dadas por muchos en el cristianismo son incompletas. Ellos enseñan al Cristo que fue crucificado en la cruz, pero no al Cristo que entra en nosotros. Ellos enseñan que Cristo murió por nosotros, pero no enseñan que Cristo vive en nosotros. Cristo murió en la cruz por nosotros por nuestra redención, pero vive en nosotros para ser nuestra vida. A fin de resolver nuestros problemas, Cristo tenía que ser el Redentor; pero a fin de entrar en nosotros como nuestra vida, Él tenía que llegar a ser el Espíritu vivificante. Si Cristo no fuera el Redentor, no podría resolver nuestros problemas; pero si Él fuera el Redentor mas no el Espíritu vivificante, no podría entrar en nosotros para ser nuestra vida. Por esta razón, la Biblia en dos ocasiones nos dice que Cristo llegó a ser algo. Él primeramente se hizo carne (Jn. 1:14), y después, el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45).

El capítulo 1 de Juan dice que en el principio era la Palabra, que la Palabra era Dios y que la Palabra se hizo carne para ser el Redentor. Esto es lo primero que Él llegó a ser. El primer paso que Dios dio fue el hacerse carne para tener sangre que derramar a fin de resolver todos nuestros problemas, el principal de los cuales era el problema del pecado. Hebreos 9:22 dice: “Sin derramamiento de sangre no hay perdón”. A fin de tener sangre, era necesario que Dios se hiciera carne. El Señor Jesús era Dios hecho carne, y en Su carne fue crucificado por nosotros en la cruz. Él dijo que Su sangre era derramada por nosotros para perdón de pecados (Mt. 26:28). Él derramó Su sangre y murió, fue sepultado y al tercer día resucitó. Después de esto, ascendió a los cielos. Según la enseñanza de algunos en el cristianismo, después que Cristo descendió de Su trono para redimirnos, regresó a Su trono y ya no está más entre nosotros. No obstante, el Nuevo Testamento claramente revela que en Su resurrección Cristo, por un lado, ascendió y regresó a Su trono y, por otro, fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Esto es lo segundo que Él llegó a ser, el segundo paso que Dios dio.

La palabra griega traducida se hizo y fue hecho en estos dos pasajes de la Biblia es una palabra enfática; alude a un propósito específico para lograr una meta determinada. Dios es un Dios que tiene una economía, y para lograr Su meta particular Él tiene un procedimiento muy definido. El hecho de que Dios se hizo carne no es algo insignificante, sino un hecho formidable; éste fue un paso deliberado que Dios dio para alcanzar Su meta particular, la cual en el aspecto negativo consistía en redimirnos, y en el aspecto positivo, en liberar Su vida. Luego el Cristo encarnado, el postrer Adán, dio otro paso con un propósito muy definido, a saber, fue hecho Espíritu vivificante a fin de impartirnos la vida que había liberado, la cual es Él mismo.

CRISTO ES EL DIOS TRIUNO

El Dios Triuno está estrechamente relacionado con nuestra experiencia de Cristo. De hecho, según nuestra adecuada experiencia de este Cristo, Él es el Dios Triuno. Juan 1:1 dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Según la carne, Cristo era de Israel, de la tribu de Judá, pero Romanos 9:5 dice que Él “es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”. Él es un hombre y también es Dios. Él es Dios el Hijo y también es el Dios Triuno bendito por los siglos. Hebreos 1:8 dice: “Mas del Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios; por el siglo del siglo; cetro de rectitud es el cetro de Tu reino’”. Esto comprueba que el Hijo es Dios, el propio Dios que está sentado en el trono. Dios es triuno, pues incluye al Padre, al Hijo y al Espíritu. Cuando afirmamos que el Hijo es Dios, no queremos decir que Él apenas es una tercera parte de Dios, sino que es el Dios Triuno mismo. Esto es difícil de explicar en doctrina, pero muy fácil de entender en la experiencia. Cuando experimentamos al Hijo, experimentamos al Dios Triuno. No sólo eso, en nuestra experiencia, Dios el Padre es el Dios Triuno y también lo es Dios el Espíritu. No podemos separar al Dios Triuno, esto es, al Padre, al Hijo y al Espíritu. Todos los problemas doctrinales en cuanto al Dios Triuno se deben a nuestra mentalidad subjetiva.

Colosenses 2:9 dice: “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. La plenitud de la Deidad, que es el Dios Triuno mismo, mora corporalmente en Cristo. Esto significa que Cristo es el Dios Triuno corporificado; el Dios Triuno mora en Cristo en forma corporal. También significa que Cristo es el Dios Triuno completo, esto es, el Padre, el Hijo y el Espíritu. Por tanto, Cristo es la corporificación del Dios Triuno completo. Es por ello que decimos que, según el Nuevo Testamento, nuestro Señor Jesús es el Dios Triuno completo, el Dios completo.

Juan 14:9 dice: “Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre”. Con respecto a este versículo, el cristianismo tiene dos clases de explicación. Una escuela de pensamiento dice que Cristo es el Padre, mientras que la otra dice que Él no es el Padre, sino que sólo representa al Padre. Ninguna de estas afirmaciones es completamente acertada. Decir que Cristo solamente representa al Padre es un grave error, y decir que Él es el Padre es demasiado directo. La manera acertada es decir que Cristo es la expresión del Padre; por lo tanto, cuando le vemos, vemos al Padre. Es por ello que este asunto es tan maravilloso y misterioso. Cuando vemos al Hijo, vemos al Padre porque el Hijo es la expresión del Padre.

No podemos separar al Hijo del Padre. Decir que cuando vemos al Hijo vemos al Padre, significa que el Hijo está aquí y también el Padre. Así pues, en el versículo 10 el Señor añadió: “Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí”. Esto indica que el Señor Jesús es el Dios completo y que Él es también la corporificación del Dios completo. El Padre está en Él, y Él está en el Padre. Por lo tanto, cuando experimentamos a Cristo, nos relacionamos completamente con el Padre. Este Cristo a quien experimentamos tiene al Padre en Él, y Él también está en el Padre; los dos no pueden ser separados. Cuando nosotros experimentamos y disfrutamos a Cristo, experimentamos y disfrutamos al Padre quien está en Cristo y en quien Cristo está. Esto nos permite ver que el Dios Triuno no nos es dado para ser el objeto de un debate doctrinal, sino para nuestra experiencia y disfrute.


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