Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4916-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Sin embargo, el beber no ocurre una vez y para siempre. Necesitamos asegurarnos de que estemos bebiendo. Debemos beber. El beber resuelve todos los problemas. La Biblia entera concluye con una promesa y un llamado. La promesa se halla en Apocalipsis 22:14: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. El llamado se halla en Apocalipsis 22:17: “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. La Biblia concluye con estas dos cosas. La promesa está relacionada con el comer y el llamado con el beber. Debemos comer a Jesús como el árbol de la vida, y beber de Él como el río de vida. Si todos los cristianos renunciaran a sus doctrinas, opiniones y conceptos, y únicamente se preocuparan por comer y beber a Jesús, trastornarían el mundo entero.
Por ejemplo, ¿cómo puede una pareja joven experimentar unidad? Yo les puedo garantizar que si ellos no comen a Jesús ni beben del Espíritu, no pasarán tres días sin que tengan alguna discusión. Si simplemente beben del Espíritu, no tendrán problemas. Es muy sencillo, y es algo completamente ajeno a la religión. Si esta pareja de hermanos jóvenes bebe de Jesús como el Espíritu vivificante, experimentarán unidad. Si no beben de Jesús, por mucho que hablen de la unidad, nunca podrán ser uno.
Nuestro Dios se hizo hombre, y luego vino a ser el Espíritu vivificante. Hoy en día Dios es el Espíritu vivificante, a fin de que nosotros podamos aplicarlo, apropiarnos de Él y disfrutarlo. Es posible que creamos que Él se hizo hombre para morir en la cruz como nuestro Redentor y, aun así, continuemos discutiendo con nuestra esposa. Es muy maravilloso que Él sea nuestro Salvador, sin embargo, nosotros necesitamos aplicarlo como nuestra vida. La única manera de hacer esto es beber del agua de la vida. Beber del agua viva no sólo apaga nuestra sed, sino que también hace que todos nuestros problemas desaparezcan. En Juan 7 este Espíritu aún no estaba allí, pero hoy en día podemos decir que este Espíritu está aquí. Nuestro Dios Triuno no es una doctrina ni tampoco es una religión, ni una forma ni un ritual. Él es el Espíritu vivificante y, como tal, está completamente disponible para que nosotros le bebamos.
Las enseñanzas jamás surtirán efecto. Yo conocí a unos maestros de la Biblia que eran muy buenos y realmente conocían la Biblia. A uno de ellos lo llamaban la concordancia viviente de la Biblia. Sin embargo, después que enseñaba la Palabra por hora y media, él tenía que fumar. De joven, yo apreciaba mucho su enseñanza, pero me molestaba su hábito de fumar. A pesar de que él conocía la Biblia tan bien, no podía dejar de fumar. Esto se debe a que tenía el conocimiento bíblico, mas no la práctica de beber. Todo el conocimiento bíblico del mundo jamás podrá ayudarle a usted a vencer sus malos hábitos. Pero beber a Jesús como el Espíritu vivificante resolverá todos sus problemas.
Conocí a otras personas que eran consideradas muy espirituales. En particular, una de ellas era considerada muy espiritual. Pero yo cuestiono ese tipo de espiritualidad. Después de muchos años, lo que queda es prácticamente nada. Así que, llegué a la siguiente conclusión: no hay enseñanza que sirva y nada es espiritual. No se trata de declarar que estamos a favor de lo espiritual y entonces automáticamente seremos espirituales. Eso jamás funcionará. Sólo una cosa cuenta. Día a día y a cada hora, debemos beber del único Espíritu.
No importa cuánto conocimiento tengamos de la Biblia; si dejamos de beber por siete días, necesitaremos que nos preparen un funeral. No me interesa cuán espiritual sea usted. Los que no beban morirán. Yo vi morir a estas personas que supuestamente eran espirituales. Aunque decían ser muy espirituales, estaban completamente muertas. Sólo una cosa tiene eficacia. Todos debemos aprender a beber del único Espíritu. La impartición de Dios hoy es el propio Espíritu que nos es dado para que le bebamos. Él está enteramente disponible a nosotros y podemos beberle.
Supongamos que usted tiene un problema en su familia. Si yo vengo a enseñarle, únicamente le haré daño. Pero si vengo a ayudarlo a beber, estoy seguro de que su problema se resolverá. Es muy sencillo. Al beber de esta manera día a día, recibiremos más de Cristo en nuestro ser. En esto consiste que Él more en nosotros. El hecho de que Él more en nosotros es resultado de que nosotros bebamos del único Espíritu. El Señor Jesús hoy en día es el único Espíritu, quien es bueno para beber. Este único Espíritu es el Espíritu vivificante, quien pasó por muchos procesos. Él es nuestro Dios, nuestro Creador, nuestro Redentor, nuestro Salvador, nuestro Padre, nuestro Señor, nuestro Amo y, por último, nuestro Espíritu vivificante. Debemos beber de Él todo el tiempo. Sé de qué les estoy hablando. Yo mismo he intentado toda clase de métodos cristianos, y nada funcionó, salvo beber.
Algunas personas dicen que debemos negarnos a nosotros mismos. Yo les diría que lo intenten; traten de negarse a sí mismos. Con el tiempo, tendrán un “yo” más fuerte. Sé que la Biblia nos dice que nos neguemos a nosotros mismos, pero esto no está en la esfera de la letra. Esto debe llevarse a cabo en el Espíritu. Debemos beber del Espíritu a fin de poder negarnos a nosotros mismos. Todo el contexto de la Biblia nos muestra que debemos andar en el Espíritu y beber del Espíritu. La Biblia no termina con las palabras: “Niéguese a sí mismo”, sino que termina diciendo: “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
En cualquier escrito, las últimas palabras son las más cruciales. Mateo nos presenta el comienzo, pero Juan concluye. Él nos dice las últimas palabras en los Evangelios, en las Epístolas, en el Nuevo Testamento y en toda la Biblia. Mateo empieza diciendo que nosotros fuimos puestos en Cristo, y Juan concluye hablando acerca de beber de Cristo. Beber es necesario para que Él pueda morar en nosotros. Todos necesitamos beber de Jesús como el Espíritu vivificante. Incluso si después de leer este mensaje, no practicamos el beber, de nada nos servirá lo que hemos leído. Todos tenemos que aprender a beber continuamente del único Espíritu.
¿Cómo podemos beber del Espíritu? Alabado sea el Señor, pues Él nos ha mostrado cómo hacerlo. Bebemos al invocar Su nombre. “Oh, Señor Jesús. Oh, Señor Jesús”. Juan 7 nos habla del beber, y Pablo en 1 Corintios 12 también nos habla del beber. Él nos dice que se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Al comienzo de este libro nos explica cómo beber: “A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, los santos llamados, con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro” (1 Co. 1:2). Invocar no simplemente significa orar. El invocar del capítulo 1 es el beber del capítulo 12. Además, el Espíritu del cual podemos beber del capítulo 12 es el Espíritu vivificante del capítulo 15. El Espíritu vivificante es el Espíritu del cual podemos beber, y la manera de beber es invocar el nombre del Señor Jesús. Cada vez que invocamos: “Oh, Señor Jesús”, bebemos del único Espíritu.
Muchas veces cuando intentamos orar, es difícil liberarnos. Oramos por una cosa, luego por otra, pero seguimos sedientos en nuestro interior. Ésa no es la clase de oración que apaga nuestra sed. Debemos aprender a decir: “Oh, Señor Jesús. Oh, Señor Jesús, Tú conoces la situación. Te necesito Señor. Oh, Señor Jesús”. No es tan importante que nuestras oraciones sean contestadas; lo más importante es que bebamos del Espíritu. Yo puedo testificarles que esto es lo único que tiene eficacia. Debemos aprender a invocar desde lo más profundo de nuestro ser: “Oh, Señor Jesús. Oh, Señor Jesús. Oh, Señor Jesús”. De esta manera seremos llenos del Cristo que mora en nuestro ser. Juan concluye toda la Biblia con el beber, y el beber continúa por toda la eternidad. ¡Aleluya!
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