Servir en el espíritu humanopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3844-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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A fin de servir al Señor y a la iglesia, es necesario que estemos en el Cuerpo y que sirvamos en el Cuerpo, y también es necesario que sirvamos en nuestro espíritu humano. Ya hemos abordado estos dos puntos. El tercer punto acerca del servicio es que tenemos que servir en oración, servir por medio de oración.
Si consideramos todos los versículos en el libro de Hechos relacionados con la oración, veremos que los primeros cristianos servían al Señor por medio de oración. Si estudiamos el contenido de todos los versículos, si los leemos y los oramos-leemos, veremos que los que servían tomaron el camino de la oración. Quizás nos sorprenda cuánto del servicio descrito en el libro de Hechos era un asunto de oración. El libro de Hechos es un libro grande, que cubre un período largo, e incluye a muchos servidores: Pedro y los otros discípulos quienes hicieron de Jerusalén su centro y, después, el apóstol Pablo con sus colaboradores quienes tomaron Antioquía como otro centro. En todos los capítulos no se puede encontrar ni un solo versículo que nos muestre que hicieron un plan, algún programa, algún itinerario o incluso una convención o conferencia para hablar acerca de la organización de su servicio al Señor. En cada caso todos los servidores servían de una manera, y ésta se llevaba a cabo por medio de oración. Cada aspecto de su servicio, cada parte de su labor para el Señor se iniciaba por medio de oración. Éste es un punto crucial. No tenían otro camino, no usaban otro método y no usaban ningún otro medio para la obra del Señor, para Su servicio, sino el camino único de la oración. El camino que tomaron fue totalmente diferente del camino que toman las organizaciones religiosas actuales. En los primeros días de la iglesia, los apóstoles y todos los santos servían al Señor por medio de oración. Tiene que impresionarnos este punto crucial: no tenían otro camino, no tenían ningún otro método, ni ningún otro medio, sino la oración.
En cuanto a un asunto práctico entre nosotros, sentimos que el Señor nos está guiando a que algunos de los santos se muden de Los Ángeles a otras ciudades el próximo año, 1970. En nuestra comunión, le hemos llamado a este mover del Señor entre nosotros una migración. Muchos queridos hermanos están listos para mudarse para así extender el recobro del Señor en este país. Sin embargo, tengo una profunda convicción dentro de mí, de que todos tenemos que entender claramente que la migración no es un asunto de organización humana, no es un movimiento en las manos del hombre, sino algo completamente en el espíritu. Necesitamos claridad en cuanto a muchos asuntos prácticos: quién debe quedarse aquí en Los Ángeles para mantener un testimonio fuerte, quién tiene que mudarse a otras ciudades, qué ciudades necesitan ser tomadas y quién debe ir a ésta o aquella ciudad. Realmente creemos que éste es el mover del Señor entre nosotros, pero para cada uno de nosotros debe ser un asunto en el espíritu. La única manera de obtener claridad en cuanto a todos estos asuntos prácticos es por medio de oración, no por medio de organización ni asignación humana.
Aquellos que tienen la claridad de mudarse necesitan orar mucho para conocer adónde deben ir. Nadie sabe lo que es lo que el Señor va a hacer ni nadie puede predecir adónde lo va a guiar el Señor. Todos debemos orar. Sería maravilloso que el Señor nos guiara de tal manera que algunos se mudaran y que de esta manera se cubrieran todas las ciudades principales de este país. Sin embargo, en la etapa inicial, quizás Él guíe a los hermanos y hermanas a cubrir solamente las ciudades principales en la costa occidental. Tal vez en la primera etapa, el Señor guíe a los santos a cubrir sólo algunos de los puntos estratégicos, y después tal vez algunos más en la próxima etapa. Todo este asunto no está en nuestras manos. Estamos en el recobro del Señor y tenemos que abandonar la vieja manera religiosa y ser completamente liberados de la influencia de esa vieja manera de hacer las cosas.
En los asuntos prácticos como éstos que se relacionan con el mover del Señor, no debemos esperar que los que toman la delantera o ninguna otra persona nos diga qué debemos hacer o adónde debemos ir. El camino de organización está mal, y tenemos que ser liberados de su influencia, la vieja manera que se practica en la religión. Debemos regresar a la Palabra pura para ver cuál era el camino que tomaron los primeros cristianos que servían al Señor. No había organización, ni arreglos, ni itinerario, ni planes ni recaudación de fondos. Casi no hubo mención de dinero o finanzas, y nadie controlaba la situación. La conferencia que se presenta en Hechos 15 no se relacionaba con la obra, sino con la enseñanza, la doctrina y la fe de la iglesia.
Si eliminan todos los itinerarios, los programas, los planes, las convenciones, las conferencias, la recaudación de fondos, las conversaciones acerca del dinero y la manipulación de los hombres: si eliminan todas estas cosas, quedaría muy poco en las organizaciones religiosas actuales. Creo que entendemos claramente que no deseamos tomar ese camino en el recobro del Señor. Aunque no tengamos la intención de seguir dicho camino, me preocupa que algo de esa vieja manera de hacer las cosas aún permanezca en nosotros, que nos influya de forma inconsciente y subconsciente. Debido a esa influencia, quizás pensemos que después de un período de entrenamiento en Los Ángeles seremos enviados a otra ciudad. Según nuestras consideraciones, entonces, haríamos de nuestro entrenamiento un seminario, una escuela bíblica o un instituto bíblico. Pero absolutamente, ésta no es la manera en que opera el Señor y no es el camino que estamos siguiendo. El camino del Señor es el camino de oración. Es muy necesario que entendamos de manera profunda que el Señor opera absolutamente por medio de oración.
En cuanto a los asuntos prácticos acerca de quién debe ir a cuál ciudad, quién ira con quién, cuándo será el momento correcto para que algunos vayan, y de qué manera podrán ir, el Señor es quien decide. En cuanto a estos asuntos, simplemente debemos orar. No debemos esperar que los que toman la delantera hagan ciertos arreglos y luego asignen. De hecho, sería fácil que los que toman la delantera asignaran a cierto número de familias a esta ciudad y cierto número a otra ciudad, pero el Señor no opera de esa manera. Realmente tenemos que ser muy impresionados con la necesidad de tomar el camino del Señor. El camino del Señor es absolutamente un camino de oración.
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