Experiencia que tenemos de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4619-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora hablaremos acerca de la comunión en los padecimientos de Cristo. Los padecimientos que se mencionan aquí son diferentes de los sufrimientos que comúnmente experimentamos. La mayoría de nuestros sufrimientos no son los padecimientos de Cristo. A fin de conocer la comunión en los padecimientos de Cristo, es preciso que primero conozcamos la diferencia entre los padecimientos de Cristo y nuestros sufrimientos cotidianos. Los padecimientos de Cristo tenían como meta el cumplimiento del propósito de Dios. Cristo no padeció para ningún otro propósito. Nosotros, en cambio, sufrimos no porque estemos dispuestos a llevar a cabo la voluntad de Dios, sino porque hemos cometido muchos errores. Por ejemplo, supongamos que cierto hermano es muy perezoso, y que por quedarse dormido, pierde el autobús que lo lleva a la escuela. Debido a que llega tarde, en cuanto llega a la escuela tiene que sufrir la disciplina que le administran allí. Este sufrimiento no es el sufrimiento de Cristo, sino el sufrimiento que nos sobreviene por los errores que cometemos.
Es necesario que tengamos claro cuáles son los padecimientos de Cristo. Supongamos que un hermano es estudiante, y tiene un testimonio genuino y viviente en la escuela. Debido a este testimonio, él es perseguido por causa de Cristo. Esta persecución es el sufrimiento de Cristo. Si uno permanece en esta clase de sufrimiento, participa en la comunión en los padecimientos de Cristo a fin de cumplir el propósito de Dios. El sufrimiento que experimentamos al ser perseguidos por dar un testimonio vivo del Señor pertenece a la misma categoría de los padecimientos que Cristo experimentó para llevar a cabo el propósito de Dios. Todos debemos permanecer en esta clase de padecimientos. Ésta es la comunión en Sus padecimientos.
Siempre que usted repudie su carne y su yo, experimentará a Cristo y le disfrutará. Sin embargo, debido a su disfrute de Cristo, usted experimentará oposición y sufrirá persecución. Será perseguido porque el mundo hoy se opone a la economía de Dios y al testimonio de Jesús. Cuando usted sufra oposición y persecución, participará en la comunión de los padecimientos de Cristo.
En este versículo Pablo también habla de ser configurados a la muerte de Cristo. La humanidad de Cristo era como una cáscara, y Él, como la corporificación de Dios, quedó escondido y confinado en dicha cáscara. Aparentemente Él no tenía ninguna gloria, pero interiormente estaba lleno de la gloria de Dios. ¿Cómo podía resplandecer aquella gloria que estaba en Su interior? La única manera era la muerte. La muerte de Cristo fue lo que quebró la cáscara externa de Su humanidad. Por medio de Su muerte, Su cáscara humana fue quebrada, y la gloria divina fue liberada; en otras palabras, Su muerte quebrantó Su humanidad y liberó Su divinidad.
Como seres humanos que somos, también tenemos nuestra humanidad, la cual es una cáscara. Por supuesto, dicha cáscara no es pura como la de Cristo. Debido a que hemos nacido de nuevo, la vida divina está en nosotros. Sin embargo, esta vida está escondida dentro de la cáscara de nuestra humanidad. Por consiguiente, necesitamos experimentar la clase de muerte que rompe la cáscara de nuestra humanidad y libera la gloria de la vida divina que está en nosotros. Para que esto suceda, necesitamos ser configurados a la muerte de Cristo. La muerte de Cristo es la muerte que quebranta la cáscara humana y libera la gloria divina. Necesitamos experimentar esta muerte día a día.
Cada vez que repudiamos nuestra carne y todo lo que somos por naturaleza, Cristo queda en nosotros como nuestro disfrute. Mientras le disfrutamos, debemos estar preparados para experimentar la muerte que quebranta nuestro hombre natural. De esta clase de muerte no tenemos escapatoria. La muerte de Adán es terrible, pero la muerte de Cristo es preciosa. Por lo tanto, todos debemos amar la muerte de Cristo y estar dispuestos a ser configurados a ella.
Cada día mientras experimento a Cristo, dicha experiencia me conduce a una situación de muerte. Sin embargo, esta situación de muerte es encantadora y de ningún modo espantosa. Incluso Dios ama la muerte de Cristo. Esta situación de muerte puede estar relacionada con nuestra esposa, con nuestro esposo, o con los ancianos de la iglesia. Al experimentar esta muerte, el hombre natural que hemos repudiado y desechado es aniquilado. Algunas veces Cristo pareciera decir: “Puesto que has repudiado tu carne, permíteme ahora aniquilarla”. Esta aniquilación es la manera en que somos configurados a la muerte de Cristo. Finalmente, seremos completamente configurados a la muerte de Cristo. Cuando esto suceda, los demás podrán ver en nosotros y sobre nosotros la operación de la muerte que aniquila nuestra carne, el yo y el hombre natural. Esta muerte quebranta el cascarón externo y libera la gloria que está en nuestro interior.
Todos los cinco puntos que hemos abarcado en este mensaje forman parte de la manera detallada en que podemos experimentar a Cristo. Si experimentamos estos cinco asuntos, un día llegaremos a la superresurrección de entre los muertos. Este tema lo abarcaremos más adelante en otro mensaje.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.