Puente y canal de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3840-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Esperamos que el Espíritu del Señor actúe libremente y obre de manera particular para que nuestra reunión esté llena de Él. No queremos tener prácticas rígidas; más bien, estamos dispuestos a ponerlo todo en las manos del Espíritu, quien está entre nosotros y está operando en todos nosotros, a fin de que nos inspire a orar, a testificar, a compartir la palabra del Señor o a amonestar. Ponemos todo esto bajo la autoridad del Espíritu Santo. Sin embargo, también le pedimos al Señor que restrinja las actividades humanas, de modo que podamos vivir sujetos a la autoridad del Espíritu Santo y permitir que Él tenga completa libertad. Quizás un hermano que es colaborador se sienta inspirado a testificar, a compartir la palabra del Señor o a tener con nosotros alguna comunión en cuanto a cómo seguir al Señor. Todos estamos dispuestos a esperar a que sea el Espíritu Santo quien nos dirija.
En estos momentos en nuestra reunión no queremos alentar a ninguno de ustedes a que haga algo, ni tampoco queremos proponer nada. En lugar de ello, tenemos una carga delante del Señor y deseamos presentarnos delante de Dios con todos los santos para esperar y tener comunión juntos. No sabemos lo que el Señor desea hacer o qué hará en este tiempo de espera y comunión, pero estamos dispuestos a abrir nuestro ser incondicionalmente al Señor y a darle plena libertad para que haga lo que Él quiere hacer. Quizás Él quiera tocarnos interiormente uno por uno, darnos vuelta uno por uno, o quebrantarnos uno por uno, subyugarnos, a fin de que tomemos todas las medidas pertinentes y nos consagremos de forma absoluta. Esto sería lo mejor, y éste es nuestro mayor anhelo.
Quizás el Señor desee producir un avivamiento sin precedentes en la iglesia en Manila y gane a los hermanos y hermanas de aquí de una manera completa, profunda, plena y poderosa. Quizás Él desee confiarnos la carga de extender la obra para que propaguemos Su evangelio a cada rincón de las Filipinas. Tal vez Él desee darnos una comisión aún mayor para que propaguemos Su obra en cada país y región del Sudeste Asiático. Cualquier cosa que Él desee hacer es lo que nosotros esperamos con anhelo y estamos dispuestos a recibir. Por consiguiente, no hemos querido tomar ninguna decisión y estamos dispuestos a postrarnos humildemente y a esperar delante del Señor.
Como aquellos que pertenecen al Señor, hemos recibido Su salvación y tenemos Su vida y Su Espíritu en nosotros. Por consiguiente, debemos darle al Señor la suficiente libertad de actuar, a fin de que pueda lograr más en nosotros. Por consiguiente, a partir de esta reunión en adelante, todos debemos esperar delante del Señor y buscarle, abriendo nuestro ser a Él y diciéndole: “Oh Señor, cuando Tú propagues Tu obra, te suplico que me lleves contigo. Cuando Tú avances, te ruego que no me dejes atrás. Señor, te pido que me lleves adelante contigo”. Todos debemos tener este deseo; ésta debe ser nuestra continua oración.
No queremos darles demasiados mensajes, y esperamos que ustedes tampoco esperen escuchar muchos mensajes. Todos debemos acudir juntos delante del Señor, aguardando en Él, esperando en Él, dándole al Señor la oportunidad de obrar entre nosotros y de obtener un camino libre en nosotros. No tenemos metas preestablecidas ni mucho menos un plan de acción. Simplemente estamos esperando a que el Señor nos dé a conocer Su deseo y haga lo que desea hacer entre nosotros a fin de alcanzar la meta que Él se ha fijado. No sabemos lo que el Señor quiere hacer; no sabemos con certeza cuánto Él desea hacer, ni tampoco cuáles serán los hermanos que Él ganará. Lo único que deseamos es reunirnos con los hermanos y hermanas para aguardar en el Señor, para esperar en Él, para darle oportunidad de avanzar y permitirle obrar, a fin de que Él pueda hablarnos con libertad, escoger el camino que Él desea seguir y ganar lo que tiene que ganar, para que Su deseo se lleve a cabo por medio de nosotros.
Recientemente, el Señor nos mostró un principio en cuanto al estatus único y especial que el hombre tiene en el universo. Hemos visto claramente que para que el plan que Dios hizo en la eternidad pasada llegue a ser su meta cumplida en el futuro, debe pasar por el hombre. El hombre es el puente que conecta las dos eternidades. Así pues, para que Dios pueda caminar desde la eternidad pasada hasta llegar la eternidad futura, debe pasar por el hombre. El hombre es el camino y el puente. Si Dios puede avanzar sin complicaciones en este camino y por este puente, Él podrá avanzar rápidamente, el propósito de Dios podrá cumplirse más pronto, y el día del Señor y el reino de Dios vendrán pronto. Pero si, por el contrario, Dios encuentra dificultades y obstáculos en este puente, y no logra hacer lo que desea en el hombre, quedará detenido y no podrá seguir adelante. De este modo, Dios tendrá que esperar. Él tendrá que esperar, pero no debido a que Él no decida a laborar o avanzar, sino a que el hombre responda a su llamado, a que sea conmovido y se ponga de acuerdo con Él y le abra un camino.
La Biblia nos ha dado esta luz. Antes de Su ascensión, el Señor nos dijo claramente que fuéramos por todo el mundo y proclamáramos el evangelio (Mr. 16:15). Además, el Señor profetizó, diciendo: “Será predicado este evangelio del reino en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mt. 24:14). Esto muestra que cuando venga el fin, habrá venido el reino del Señor, lo cual depende de que el evangelio sea predicado en toda la tierra habitada. Si el evangelio es predicado en toda la tierra habitada, entonces vendrá el fin, y el reino del Señor vendrá. Cuando el Señor ascendió a los cielos hace dos mil años, Su deseo era que los discípulos predicaran el evangelio en toda la tierra habitada (Hch. 1:8). ¿No querría el Señor que nosotros prediquemos el evangelio en toda la tierra habitada en los próximos diez años? ¿No desearía el Señor que prediquemos el evangelio en toda la tierra habitada en este siglo? Estoy seguro de que todos diríamos que el Señor anhela y desea mucho que esto suceda. Sin embargo, aunque ya han pasado veinte siglos, hasta el día de hoy el evangelio no ha sido predicado en toda la tierra habitada. ¿Por qué? Si el Señor desea que esto suceda, ¿por qué el evangelio aún no ha sido predicado en toda la tierra habitada? Esto se debe a que el Señor no ha podido encontrar un camino, un puente, sobre la tierra; Él no ha podido encontrar un canal para el evangelio.
El hombre es el camino del Señor, el puente del Señor. El Señor no ha podido avanzar hoy porque nadie está dispuesto a ser el puente del Señor, el camino del Señor. En Hechos 10 el Señor envió a un ángel para que le dijera a Cornelio que invitara a Pedro para que le predicara el evangelio (vs. 3-5). Aquí debiéramos considerar que si el Señor hubiera podido pedirle a un ángel que le dijera esto a Cornelio, ¿por qué no envió a un ángel para que le predicara el evangelio a Cornelio directamente? ¿Por qué el Señor tenía que tomarse la molestia de contactar a Pedro? Lo único que tenía que hacer era decirle al ángel que le anunciara una parte del evangelio a Cornelio. Cualquier parte de las buenas nuevas habría sido aceptable, no importa cuál fuera. Sin embargo, el Señor no hizo esto. ¿Por qué no?
En relación con Su propósito, Dios ha establecido una regla muy formidable. Es sumamente importante en el universo el hecho de que el plan eterno de Dios no se lleva a cabo por medio de los ángeles. Dios no les dio esta gracia a los ángeles; Él no les confió esto a los ángeles. Conforme a Su plan, Dios quería que el hombre fuese Su camino, Su canal. El plan eterno de Dios debe llevarse a cabo por medio del hombre. Es por medio del hombre que Dios desea cruzar desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Así que el hombre es el camino, la vía. A esto se debe que en los pasados dos mil años pareciera que el Señor no es omnipotente; muchas veces nos da la impresión de que hay cosas que Él no puede hacer. De hecho, Él está limitado por el hombre. Nuestro Señor es Aquel que “dijo, y fue hecho” y “mandó, y existió” (Sal. 33:9). Él puede lograr cualquier cosa en un instante, sea grande o pequeña. Sin embargo, la predicación del evangelio en todo el mundo es lo único que Él no ha podido lograr en los pasados dos mil años.
Según el relato de la Biblia sabemos que Dios creó la tierra en un instante, pero por dos mil años Su evangelio no ha podido ser predicado extensamente en la tierra. La razón de esta lentitud y demora no tiene que ver con Él sino con el hombre. Dios está dispuesto, pero el hombre no; Dios desea actuar, pero el hombre no está dispuesto a actuar; Dios desea moverse, pero el hombre no se mueve. Dios desea laborar, pero el hombre no tiene la carga; Dios manda, pero el hombre no obedece; Dios le da al hombre la comisión, pero el hombre no la acepta. Es por eso que en los pasados dos mil años la obra del predicar el evangelio se ha iniciado muchas veces y luego se ha detenido. Pareciera que empieza y luego se detiene; pareciera que comienza a correr, pero luego se hace lenta una vez más. La razón por esto no descansa con Dios sino con el hombre.
La iglesia en Manila ha estado aquí por más de veinte años, pero hasta el día de hoy el evangelio no ha salido mucho de nosotros. Vivimos en las Filipinas y entre los filipinos, pero aún no les hemos predicado el evangelio del Señor. No sólo hemos fallado al no predicarles el evangelio a la gente de la región, a los filipinos, sino también al no predicarles el evangelio a nuestros propios paisanos, a los chinos que están en el exterior. Nuestros paisanos están en todas partes, pero el evangelio aún no ha llegado a todo lugar. No hay nadie que vaya a predicar el evangelio y a establecer iglesias. ¿Se debe esto a que el Señor no está dispuesto? Por favor, recuerden que no es el Señor sino nosotros los que no estamos dispuestos. ¿Acaso el Señor no desea laborar? Sí, el Señor desea laborar, pero se ha encontrado con un problema, con una limitación. Este problema, esta limitación, es el hombre, ya que el hombre no está dispuesto a cooperar.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.