Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En los versículos 41 y 42 el Salvador-Hombre dijo al fariseo: “Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, generosamente perdonó a ambos. ¿Cuál de ellos, pues, le amará más?” Aquí lo que el Señor dijo indica que tanto Simón como la mujer eran pecadores. Simón consideraba a la mujer una pecadora, pero no se consideró a sí mismo pecador, y dudó que el Salvador supiese que ella era una pecadora. Pero la parábola del Salvador indicó que tanto Simón como la mujer eran pecadores, deudores a El.
Según el versículo 42, cuando los dos deudores no tenían nada con que pagar al prestamista, él generosamente perdonó a ambos. Esto indica que ningún pecador tiene con qué pagar sus deudas a Dios su Salvador. Lo que el Señor dijo aquí también indica que el Salvador ya les había perdonado a ambos.
En el versículo 42 el Señor Jesús preguntó a Simón cuál de los deudores amaría más al prestamista como resultado de haber sido perdonados por él. Esto indica que el amor por el Salvador es el resultado, no la causa del perdón del Señor.
En los versículos del 44 al 46 el Señor dijo a Simón: “Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para Mis pies; mas ésta ha regado Mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar Mis pies afectuosamente. No ungiste Mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con ungüento Mis pies”. En estos versículos lo que el Salvador dijo indica que Simón debía seguir el ejemplo de la mujer y aprender de ella.
En el versículo 47 el Señor dice: “Por lo cual te digo: Sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama”. El gran amor de la mujer comprueba que sus muchos pecados habían sido perdonados. El poco amor de Simón muestra que poco había experimentado el perdón.
En el versículo 48 el Salvador-Hombre dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Tanto este caso como el del hijo de la viuda en Naín (7:11-17) se encuentran solamente en este evangelio. Esto demuestra el cuidado tierno del Salvador para con los muertos y los pecaminosos, y expresa el principio de la moralidad como característica particular de este evangelio.
El versículo 49 dice: “Y los que estaban juntamente reclinados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?” Simón no comprendió que El era el propio Dios, uno que tiene la autoridad para perdonar el pecado del hombre. El Salvador-Hombre era la encarnación del Dios perdonador.
En el versículo 50 tenemos la conclusión de este suceso: “Pero El dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz”. La mujer perdonada no solamente amaba al Señor sino que tenía fe en El, una fe que operó a través del amor (Gá. 5:6) y produjo paz. La fe que la salvó la llevó al Salvador en su amor y dio como resultado que ella se fuera en paz.
La fe, el amor y la paz son tres virtudes cruciales cuando se experimenta y disfruta la salvación del Salvador. La fe es producida al conocer al Salvador en Su poder y Su virtud salvadores. El amor procede de esta fe y da como resultado la paz para seguir al Salvador.
¿Conoce usted la razón por la cual Lucas presentó tal cuadro en cuanto al perdón de pecados? Lo hizo para describir al Salvador-Hombre en el más alto nivel de moralidad. Como hemos indicado, esto debe ser considerado como el principio subyacente en el Evangelio de Lucas. Especialmente en este caso podemos ver este principio rector. Aquí tenemos un cuadro del más alto nivel de moralidad del Salvador-Hombre.
En este caso tenemos que prestar atención a los tres asuntos de la fe, el amor y la paz. Cuando yo era un cristiano joven, leí este capítulo y pensé que el amor de la mujer por el Salvador fue la causa del perdón de sus pecados. Pensé que El la perdonó porque ella le amaba. Este entendimiento no es correcto.
En el versículo 50 el Señor dijo a la mujer que su fe, no su amor, la había salvado. Además, en relación con los dos deudores que fueron perdonados por el prestamista, el Señor preguntó: “¿Cuál de ellos, pues, lo amará más?” (v. 42). Esto indica claramente que el amor es el resultado del perdón. Con respecto a esto, necesitamos prestar atención a la palabra pues del versículo 42. Esta palabra indica que el amor viene después del perdón en lugar de precederle.
¿Cuál, entonces, es la causa del perdón de los pecados? En el versículo 50 vemos que la causa es la fe. La fe de la mujer la salvó. Sus pecados no fueron perdonados a causa de su amor sino a causa de su fe. Por lo tanto, la fe viene antes que el perdón, y el amor subsigue a la fe.
Es muy importante que veamos que el perdón viene antes que el amor. No debemos pensar que nuestro amor es la razón por la cual se nos perdona nuestros pecados. Al contrario, el amor es el resultado, el producto, de nuestra fe. Cuando creemos en el Señor, nuestra fe se convierte en la causa por la cual el Señor nos perdona nuestros pecados. Luego, como resultado de que nuestros pecados son perdonados, empezamos a amar al Señor. Así que, el amor procede de la fe.
El amor da como resultado la paz. Primero creemos en el Señor Jesús al tener fe en El. Después se nos perdona todos nuestros pecados, y esto trae el amor por el Señor. Al amarle, este amor da como resultado la paz. Entonces, podemos andar en paz. Andar en paz significa vivir en paz, o sea, tener una vida pacífica. Cuando andamos en paz, tenemos nuestro ser en paz y vivimos una vida pacífica. Esto quiere decir que cuando creemos en el Señor, le amamos y vivimos una vida en paz. Esta es la vida cristiana.
En 7:36-50 vemos la fe, el amor y la paz. Tenemos fe en el Señor, tenemos amor para con El, y tenemos paz al seguirle. Ya que hemos creído en El, se nos han perdonado nuestros pecados, y ahora le amamos. Este amor da como resultado una vida de paz. Nosotros, los que amamos al Señor, vivimos, andamos y existimos en paz.
El ambiente en 7:36-50 es un ambiente de afecto. El afecto existe tanto por el lado del Salvador-Hombre como por el lado de la mujer pecadora. El afecto del Salvador-Hombre es un aspecto de Sus virtudes humanas. De nuevo, podemos ver Sus atributos divinos en Sus virtudes humanas. En particular, vemos el atributo divino de la autoridad para perdonar los pecados de una persona. Según el versículo 49, los que estaban reclinados a la mesa con el Señor se dijeron entre sí: “¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?” Este es el propio Dios, ya que El es el único que tiene la autoridad de perdonar pecados.
Los atributos divinos del Salvador-Hombre figuran también en la paz que El da al pecador perdonado. Sólo Dios puede dar paz al pecador perdonado. ¿Puede usted dar paz a otros? No está en nuestras manos el dar paz a otros. La paz se halla en la mano del Dios Todopoderoso. Sólo El puede perdonar pecados y dar paz. Por lo tanto, perdonar pecados y dar paz son dos atributos de Dios. Aquí estos atributos son expresados en las virtudes humanas del Salvador.
En 7:36-50 vemos de nuevo que el Salvador-Hombre salva a la gente en el más alto nivel de moralidad. Según el énfasis dado en el Evangelio de Lucas, el más alto nivel de moralidad está relacionado con el hecho de que las virtudes humanas del Salvador-Hombre expresan Sus atributos divinos.
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