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Revelación crucial de la vida hallada en las Escrituras, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-811-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 16 Sección 2 de 3

EL RIO RIEGA EL DESIERTO
Y SANA EL MAR MUERTO PARA PRODUCIR VIDA

En 47:8 el Señor le dijo a Ezequiel: “Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas”. En el versículo 8 el río desciende al desierto. Aquí Arabá es el nombre hebreo para desierto, la tierra seca, la tierra árida donde nada crece; por ende, el desierto. Esta tierra necesita agua. El río riega la tierra seca y sana el Mar Muerto. Arabá está cerca al Mar Muerto. Josué 3:16 llama al Mar Muerto el mar del Arabá. El Mar Muerto o el Mar de Sal está cerca al Arabá. Debido a que el río fluye al mar, las aguas saladas del mar reciben la sanidad. El mar ya llega a ser el agua dulce porque la sal ha sido absorbida. El río viene primero para regar la tierra seca donde nada crece y para sanar las aguas de la muerte. Este riego y esta sanidad tienen como fin producir la vida.

Las dos categorías básicas de la vida producida en Ezequiel 47 son la vida vegetal y la vida animal. El versículo 7 nos dice que “en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado”. Los árboles pertenecen a la vida vegetal. El río de agua produce una abundancia de peces (v. 9). El versículo 10 dice: “Y junto a él estarán los pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande”. Conforme al hebreo, En-gadi significa “la fuente de cabritos” y En-eglaim significa “la fuente de dos becerros”. Así que, el fluir del río produce árboles, peces y ganado. Los pescadores tendieron sus redes en la tierra de En-gadi a En-eglaim. Tendieron sus redes en la tierra entre estas dos fuentes. Los árboles, los peces y el ganado en Ezequiel 47 se mencionan según la secuencia dada en Génesis 1, donde la vida vegetal se menciona primero, en segundo lugar, los peces y en tercer lugar el ganado.

Necesitamos En-gadi y En-eglaim, las fuentes de los cabritos y los becerros. Debemos darnos cuenta de que todas las posibilidades que haya en el recobro del Señor reposan en los jóvenes. Me alegro ver a tantos “cabritos” y “becerros” en la vida de iglesia. Yo soy un santo mayor y agradezco mucho por todos los santos mayores que están entre nosotros. Todos los “cabritos” necesitan el cuidado de los santos mayores. Aunque amo y aprecio a todos los santos mayores, profundo en mi ser me doy cuenta de que el futuro, la prosperidad, y las posibilidades en cuanto al mover del Señor reposan en los jóvenes, en los “cabritos” y los “becerros”. El hecho de que haya muchos jóvenes entre nosotros y que estén llenos de vida es indicio de que la iglesia local es la fuente de los cabritos y de los becerros.

Todos nosotros los santos mayores debemos estar muy contentos de que tengamos tantos cabritos. Los cabritos son un indicio de la vida nueva que existe en el recobro del Señor. Cuánto debemos dar gracias al Señor por los numerosos jóvenes que tenemos. Necesitamos agradecerle al Señor porque el Arabá, el desierto, la tierra seca, el desierto árido ha llegado a ser la fuente de cabritos y becerros. También necesitamos alabar al Señor porque el Mar Muerto, el Mar Salado, ha llegado a ser el mar vivo y dulce que produce una multitud de peces. Con el fluir del río también hay pescadores (47:10). Pescar significa aumentar. Todos los cabritos y los becerros deben ser pescadores. El cuadro presentado en Ezequiel 47 nos muestra que junto al río hay árboles, peces, cabritos, becerros, pescadores y redes.

NECESITAMOS SER MEDIDOS
POR EL BIEN DEL MOVER DEL SEÑOR

El punto principal de Ezequiel 47 es que todos necesitamos estar dispuestos a ser medidos. No necesitamos luchar, pelear o ejercer nuestros propios esfuerzos para hacer algo. Sólo necesitamos estar dispuestos a ser medidos una y otra vez. Debemos decirle al Señor: “Señor, estoy dispuesto a ser medido”. Luego el fluir, con el tiempo, llegará a ser un río. Si los santos de las iglesias locales están dispuestos a ser medidos una y otra vez, cuatro veces más ciento por ciento, habrá un río que regará el desierto árido, sanará el mar muerto, hará crecer los árboles y producirá los peces, los becerros y los cabritos. Lo que necesitamos es ser medidos por el bien del mover del Señor. Necesitamos ser probados, examinados y poseídos por el Señor.

El hecho de que el agua llegue a los tobillos significa que sólo una pequeña parte de nuestro ser ha sido poseída por el Señor. Cuando el agua llega a los lomos, el Señor posee parte de nuestro ser, pero la otra parte está libre. Si estamos dispuestos a ser medidos ciento por ciento, nos devorará el agua viva. Entonces, en cierto sentido, perderemos nuestra libertad, pero en otro sentido realmente estaremos libres. Cuando el Señor nos posea por completo, estaremos verdaderamente libres. El fluir del agua viva nos llevará hacia la meta. Si estamos dispuestos a ser edificados como casa del Señor, el Señor estará en nosotros como fuente de agua viva. Si estamos dispuestos a ser medidos para que el Señor pueda poseer más y más de nosotros hasta que nos posea por completo, tendremos aguas en las cuales podremos nadar, un río que no se puede pasar.

El río fluye y riega la tierra seca, sana el mar muerto, y produce árboles, peces, cabritos y becerros. Debido al río se puede cultivar y hacer crecer los árboles, se puede pescar los peces, y se puede criar el ganado y los cabritos. Si estamos dispuestos a ser edificados y medidos una y otra vez, tendremos los árboles, los peces y el ganado. Esto significa que tendremos el alimento que incluye el producto de los árboles, el producto de la granja y el producto de los mares. Cuando el Señor alimentó a los cinco mil, les dio a comer algo de la tierra, o sea los cinco panes, y algo del mar, los dos peces. El fluir del río produce las riquezas de la tierra y del mar, las riquezas de la vida animal y la vida vegetal, o sea las riquezas de Cristo.


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