Evangelio de Dios, Elpor Watchman Nee
ISBN: 978-1-57593-940-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando un agricultor siembra, ¿puede sembrar en un campo sin antes hacer nada a la tierra? El trigo crece fácilmente. Aun para que podamos cultivar trigo, primero tenemos que arar el campo y labrar la tierra. De la misma manera, en la salvación de Dios, primero se debe hacer la obra labradora antes de que las plantas crezcan de una manera profunda. Por lo tanto, quienes nunca sienten que han pecado no podrán ser salvos, ni tampoco lo serán aquellos que nunca sienten que están equivocados. Quizás después de escuchar el evangelio completo como lo estamos predicando ahora uno sería aclarado con respecto a la obra de Dios en Cristo y gustosamente recibiría el evangelio. No me atrevo a decir que no haya tenido arrepentimiento. Quizás tenga arrepentimiento, pero su arrepentimiento no es profundo. El Espíritu Santo no ha operado mucho en él. No ve que es débil, sucio e inútil pecador delante de Dios. Una persona así, tiene que pasar por la experiencia de Romanos 7 en sus siguientes años. ¿Cuál es la experiencia de Romanos 7? Es la lección que tiene que aprender un cristiano que no se ha arrepentido. Si un hombre ha pasado por el arrepentimiento cuando viene a Dios, no existe la necesidad de la experiencia de Romanos 7. Si un hombre no se ha arrepentido y no sabe que delante de Dios está desolado, pero recibe el evangelio pleno inmediatamente cuando lo escucha, en su experiencia futura, Dios todavía tiene que mostrarle su desolación. Es necesario que uno se conozca a sí mismo, ya sea desde el principio o durante su andar. Dios nunca permite que un cristiano no se conozca a sí mismo.
Por lo tanto, podemos ver el significado verdadero del arrepentimiento de acuerdo a la Biblia. El arrepentimiento es un concepto nuevo del pasado de uno. En el arrepentimiento uno se ve uno mismo, de la misma manera que la fe ve al Señor Jesús. Cuando uno cree, ve la obra que el Señor Jesús ha hecho por él. Cuando se arrepienta, ve los hechos que él mismo ha hecho en el pasado. Ver lo que uno ha hecho en el pasado es arrepentimiento; ver lo que el Señor Jesús ha hecho sobre la cruz es fe. Si queremos ver lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros, primero debemos ver lo que hemos hecho nosotros mismos. Si el ladrón que fue crucificado junto a Jesús no hubiese dicho claramente con su propia boca que lo que estaba sufriendo era lo que merecía, no hubiera podido haber dicho al que estaba crucificado al lado de él: “Acuérdate de mí cuando entres en Tu reino” (Lc. 23:42). Si él hubiera maldecido a los magistrados como agentes del imperialismo, y si no hubiera visto que lo que él sufría era lo que merecía, no hubiera visto quién era el Señor. Cuando no nos vemos a nosotros mismos, no vemos al Señor. Cuando nos vemos a nosotros mismos, vemos al Señor. Esto es arrepentimiento.
Por lo tanto, podemos ver que el arrepentimiento no tiene ningún elemento de nuestro yo, nuestra obra o nuestra conducta. Muchas personas dicen que no creen en el arrepentimiento. Eso no es verdad. Yo creo en el arrepentimiento con todo mi corazón. Pero creo en el arrepentimiento bíblico. No creo en el arrepentimiento mental que algunos han tenido. Si es un arrepentimiento de acuerdo a la Biblia, con gusto creo, porque es real. El arrepentimiento nos da una perspectiva y una percepción nuevas. Solamente de esta manera podemos recibir al Señor por fe en la presencia de Dios.
Entonces, ¿cómo es salvo el hombre? El Evangelio de Juan nos dice claramente que es por fe. Los libros de Romanos y Gálatas también nos dicen claramente que es por fe. Gálatas nos dice que es solamente por fe. En todo el Nuevo Testamento solamente hay estos tres libros que tratan con el asunto de la salvación. Los tres nos dicen que la salvación es solamente por fe y no por la ley. El arrepentimiento no se menciona aquí. Entonces, ¿qué lugar tiene el arrepentimiento? Si leemos la Biblia, sabremos que el arrepentimiento nunca está desconectado de la fe. El arrepentimiento nunca está separado de la fe. Esto no significa que uno es salvo por la fe y el arrepentimiento. El arrepentimiento está incluido en la fe y ya está incluido en la salvación. Cuando un hombre cree en el Señor Jesús el elemento del arrepentimiento ya está incluido allí. Si uno dice que es salvo, entonces esta salvación incluye el arrepentimiento. El arrepentimiento nunca está separado de la fe. Siempre está incluido en la salvación.
Consideremos ahora si el arrepentimiento es una condición. En el Nuevo Testamento, en el tiempo del libro de los Hechos, el Espíritu Santo había venido y el evangelio pleno fue predicado. El libro de los Hechos parece mostrarnos que el arrepentimiento es una condición para la salvación. Muchos han mal interpretado el asunto ya que no han visto el lugar del arrepentimiento. Sin duda alguna, el Antiguo Testamento también habla de la enseñanza del arrepentimiento. Jonás predicó a los hombres de Nínive que a menos de que ellos se arrepintieran, Dios los destruiría (Jon. 1:1-2). Ellos se arrepintieron, se vistieron de cilicio, se sentaron sobre ceniza y ayunaron. Hicieron esto por sus hechos pasados. Se vistieron de cilicio y se sentaron sobre ceniza no por su conducta futura. Si fuera por su conducta futura, ¿qué tenían que ver el cilicio y las cenizas? El arrepentimiento es sentirse triste y condenar la conducta pasada de uno. Uno se viste de cilicio y se sienta en cenizas porque se da cuenta de que está mal delante de Dios. Anteriormente, pensaba que estaba vivo. Ahora, se da cuenta de que estaba muerto. Por lo tanto, se lamenta de sus acciones pasadas equivocadas. Esto es el arrepentimiento. Esto fue lo que Jonás predicó. Antes de que el evangelio del Señor Jesús viniera, no veíamos la salvación por la fe. Lo que teníamos era solamente el arrepentimiento por nuestras acciones pasadas.
Después, vino Juan el Bautista. El no predicó la fe. Solamente predicó el arrepentimiento, es decir, un arrepentimiento por las acciones y los errores pasados. En Mateo 3:8, dijo una cosa muy buena: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”. También dijo: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene alimentos, haga lo mismo” (Lc. 3:11). Tenemos que darnos cuenta de que esto no es arrepentimiento. Más bien, esto es el fruto del arrepentimiento. El arrepentimiento es por el pasado, y el fruto del arrepentimiento es para el futuro. En el tiempo de Juan, el evangelio completo aún no había sido predicado, y la luz de la verdad todavía no había sido plenamente revelada. A fin de conducir a los hombres a Dios, uno tuvo que traerlos a una perspectiva diferente acerca del pasado.
Después de esto, el Señor Jesús mismo vino. El Evangelio de Juan es diferente de los otros tres Evangelios. Los primeros tres Evangelios hablan acerca de lo que el Señor Jesús hizo en el tiempo. El Evangelio de Juan habla acerca de lo que El hace en la eternidad. Cada lector de la Biblia sabe que el Evangelio de Juan no habla de cosas con respecto al tiempo. Más bien, habla de cosas con respecto a la eternidad. Empieza con “el principio” y termina con recibir la vida eterna (1:1; 20:22). El primero de los tres libros habla del Hijo de David, el Hijo de Abraham (Mt. 1:1). Nos muestra a Cristo en el tiempo. Juan nos cuenta acerca del Cristo en la eternidad (3:13). Los primeros tres libros son transicionales. Por lo tanto, hablan con respecto al arrepentimiento. Pero, ¿por qué también el Señor habla con respecto al arrepentimiento (Mt. 4:17)? Porque el reino de los cielos se había acercado. Puesto que el reino se ha acercado, tenemos que arrepentirnos. Pero en el Evangelio de Juan, después de que el evangelio pleno había sido predicado, ya no se menciona más el arrepentimiento. En Hechos, algunos versículos también dicen que la salvación debe ser por fe. Hechos 16:31 dice: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. Sin embargo, en algunos lugares de Hechos, se menciona el arrepentimiento por sí mismo; no se menciona la fe. Por esta razón algunos creyentes mal entienden el arrepentimiento como una condición para la salvación.
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