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Vida que vence, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-1-57593-909-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 11 Sección 6 de 6

Una vida completamente santificada

En 1 Tesalonicenses 5:23 dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo, sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Esta es la oración que hizo el apóstol Pablo por los creyentes Tesalonicenses. Si dijo “os santifique por completo”, es claro que uno puede ser santificado por completo. Es posible no hallar ningún defecto en un cristiano. Dios nos santificará por completo y nos guardará perfectos e irreprensibles.

Nos referimos a la provisión que el Señor ha dado al cristiano. La salvación efectuada por el Señor ha dado a cada cristiano la capacidad de vencer el pecado completamente, de ser liberado de la esclavitud del pecado, de hollarlo y de tener una comunión con Dios sin estorbos. Esta es la vida que Dios ha ordenado para nosotros. Esto no es una simple teoría, sino un hecho, porque ésta es la provisión del Señor.

NECESITAMOS EXPERIMENTAR
UNA LIBERACION PLENA

Hermanos y hermanas, ¿cuál es su experiencia? Si su experiencia no corresponde a lo que dice la Biblia, todavía no ha recibido plena salvación. Es un hecho que usted es salvo, pero aún no ha recibido plena salvación. Le daré una buena nueva: lo que el Señor logró en la cruz no sólo lo libró a usted del juicio del pecado, sino también del dolor del pecado. El preparó una salvación plena para que usted no tenga que quedarse con su salvación inicial, sino que pueda experimentar victoria diariamente mientras viva en la tierra.

¿Qué es la victoria? La victoria es lo que suple lo que nos falta en nuestra experiencia de salvación. Es cierto que muchos ya son salvos, pero algo les faltó en el momento de su salvación. Dios nos salvó y nos concedió Su gracia. El no tiene la intención de que vivamos errantes en la tierra. El quiere que experimentemos una liberación plena. Necesitamos compensar lo que nos faltó porque no fuimos salvos de una manera apropiada cuando creímos. Necesitamos la experiencia de vencer, la cual repone lo que nos ha hecho falta.

Hermanos y hermanas, ¿acaso nos salvó Dios sólo para que nos hallemos pecando y lamentándonos reiteradamente? Ya que el Hijo de Dios murió por nosotros, ¿permaneceremos en el pecado? Antes de ser salvos, estábamos esclavizados por el pecado. Ahora, después de ser salvos, ¿seguimos siendo esclavos del pecado? Antes de ser salvos, el pecado reinaba. Ahora que somos salvos, ¿debe seguir reinando el pecado? El pecado es diametralmente opuesto a Dios. No debemos permitir que quede en nosotros ni el menor indicio de pecado. ¿Haría Dios algo contrario a Sí mismo? ¡Por supuesto que no! ¡Cuán maligno es el pecado! Un pecado es un pecado, bien sea un pecado de nuestro carácter, una debilidad, un pecado del cuerpo, o un pecado de la mente.

Digámosle al Señor: “Te doy gracias y te alabo. Lo que lograste en la cruz no sólo me libró del castigo del pecado, sino también del poder del pecado”. Quiera el Señor mostrarnos que nuestra experiencia de salvación no fue completa cuando creímos. Que nos muestre la necesidad de vencer. Hermanos y hermanas, si nuestra experiencia no corresponde a la descrita en las Escrituras, significa que necesitamos vencer. Que el Señor brille sobre nosotros y nos ponga en evidencia. No debemos engañarnos a nosotros mismos diciendo que es inevitable que un cristiano peque. Ninguna otra palabra herirá el corazón del Señor más profundamente que ésta. Hermanos y hermanas, ¿conocemos la obra que El realizó en la cruz? ¿Creen ustedes que el Señor fue a la cruz sólo para dejarnos como estamos? No debemos mentir. No debemos jactarnos de que podemos refrenarnos o controlarnos. Refrenarnos y controlarnos no es victoria. La victoria del Señor aplasta por completo el pecado. ¡Aleluya, el pecado está bajo los pies del Señor! Todos los que no hemos experimentado una comunión continua con el Señor ni hemos experimentado el poder que aplasta el pecado, necesitamos vencer. Que el Señor nos otorgue Su gracia y Sus bendiciones.


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