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Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7391-3
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EN EL SERVICIO APROPIADO
TODOS LOS CREYENTES SON SACERDOTES

En la Biblia hay muchos pasajes que muestran que la iglesia debe ser edificada. Sin embargo, ningún pasaje habla de la edificación de la iglesia con tanta claridad como Efesios 4. Si Mateo 16 fuese el único pasaje en cuanto a la edificación de la iglesia, podríamos pensar que la iglesia es edificada directamente por el Señor Jesús, porque en el versículo 18 el Señor dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”. Este versículo dice que el Señor edifica la iglesia.

Alguien que se oponía al recobro del Señor dijo: “Algunos han dicho que irán y edificarán la iglesia en todo lugar. ¿Acaso pueden los seres humanos edificar la iglesia? Por supuesto que no, la iglesia es edificada por el Señor Jesús. El Señor explícitamente dijo que Él edificaría Su iglesia sobre la roca”. Esto es lo que dice el Evangelio de Mateo. Sin embargo, los hechos y la verdad que se revelan más adelante en la Biblia demuestran que el Señor Jesús no edifica la iglesia directamente.

El Nuevo Testamento contiene Mateo 16 y también Efesios 4. Efesios 4 revela que después que el Señor subió a lo alto, dio dones al Cuerpo. Estos dones son los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros. Por lo tanto, el Señor no edifica la iglesia directamente; más bien, edifica la iglesia en estos dones y por medio de ellos. No existe ninguna iglesia local que sea edificada directamente por el Señor mismo. En los pasados dos mil años, toda iglesia local ha sido edificada por el Señor a través de los hombres.

Los versículos 8, 11 y 12 de Efesios 4 revelan cómo la iglesia es edificada. El Señor subió a lo alto y recibió dones. Luego Él dio estos dones a Su Cuerpo, y finalmente los dones realizan la obra de perfeccionar a los santos. La palabra perfeccionar implica tomar un material que no cumple ninguna función y hacer de él algo útil. Por lo tanto, perfeccionar a los santos es hacer de ellos vasos útiles. Los apóstoles y los otros dones perfeccionan a los santos y de ese modo los hacen miembros que ejercen una función. Así, los santos que anteriormente no podían ejercer la función de ancianos pueden hacerlo después que son perfeccionados por los dones. De manera semejante, los santos que no podían ejercer la función de diáconos pueden hacerlo después de ser perfeccionados por los dones. Asimismo, los santos que anteriormente no manifestaban su ministerio, su función o su don, manifiestan su función después que son perfeccionados. Ésta es la obra que realizan los apóstoles y las otras personas dotadas en diferentes lugares. Los santos perfeccionados llegan a ser material útil y apropiado, y de ese modo pueden participar en la obra del ministerio. El resultado de ello es que la iglesia es edificada. Es así como la iglesia se edifica a sí misma.

Tres personas participan en la obra de la edificación de la iglesia: el Señor Jesús, los dones y los santos perfeccionados. El Señor no edifica la iglesia directamente; tampoco Él quiere que los dones, como los apóstoles, la edifiquen directamente. El Señor dio los dones a la iglesia para el perfeccionamiento de los santos. Entonces los santos que no ejercen ninguna función pueden ser perfeccionados para llegar a ser vasos que cumplen su función. Cuando los santos perfeccionados cumplen su función, la iglesia es espontáneamente edificada. La iglesia es edificada directamente por los santos perfeccionados.

Consideremos la edificación de la iglesia tal como se presenta en toda la revelación divina. Según lo dispuesto por Dios, los creyentes de la iglesia primitiva practicaban el sacerdocio universal (Ap. 1:6; 5:10; 1 P. 2:5, 9). En otras palabras, todos los creyentes servían a Dios como sacerdotes. Sin embargo, la iglesia se desvió de esta práctica, y el servicio a Dios cayó en manos de un número reducido de creyentes conocidos como el clero. Así, el sistema sacerdotal del Antiguo Testamento se introdujo en la iglesia. Desde ese tiempo en adelante sólo unos pocos santos en la iglesia servían a Dios; la mayoría de los santos no servía a Dios. Esto hizo que se formaran dos clases: el clero y el laicado. Éste fue también el comienzo del sistema sacerdotal de la Iglesia Católica. Las iglesias protestantes podrán ser reformadas en nombre, pero han retenido el mismo sistema de servicio que adoptó la Iglesia Católica. Las iglesias estatales lo llaman el sistema clerical, y las iglesias independientes lo llaman el sistema pastoral. Algunas personas incluso dicen que tenemos un “sistema de obreros”. Todo sistema semejante a éste es conforme a un solo principio; esto es, sólo un número reducido de creyentes sirve a Dios, mientras que la mayoría de los creyentes no sirve a Dios.

La Biblia dice que todos los creyentes deben servir a Dios como sacerdotes, pero la iglesia ha practicado dos clases de servicio. En el servicio practicado por la iglesia inicial, todos los creyentes eran sacerdotes. Esta clase de servicio es conforme a la intención original de Dios (Éx. 19:6), el “modelo que te fue mostrado en el monte” (25:40; He. 8:5). En la otra clase de servicio, un pequeño número de creyentes sirve a Dios, y la mayoría no sirve a Dios. Ésta es la manera desviada, no la manera original. Esta manera proviene de las ideas del hombre; no es conforme a la intención original de Dios. Por consiguiente, si queremos servir según el modelo original de Dios, la edificación de la iglesia debe incluir a todos los santos. Si servimos conforme a la manera desviada que vemos en el cristianismo, sólo unos pocos creyentes pueden participar en la edificación, mientras que la mayoría de los creyentes no participa en dicha edificación.

El servicio que se practica en el cristianismo se ha desviado porque uno o dos pastores están a cargo de una congregación, o uno o dos predicadores han sido designados para dar sermones. Los santos en estas congregaciones sólo asisten a los servicios. Cuando el pastor o predicador se va, todas las actividades se detienen. Esta situación demuestra que el servicio lo llevan a cabo unos pocos creyentes, y no todos los creyentes. También demuestra que la edificación está en manos de unos pocos creyentes. En otras palabras, unos pocos santos reemplazan al resto de los santos en la obra de edificación. Como resultado, cuando el pequeño grupo de creyentes se va, la edificación se detiene y el servicio a Dios también se detiene. Esto es un grave error.

En cada localidad debemos prestar atención a la edificación de la iglesia. Las iglesias necesitan ser edificadas mediante el crecimiento de vida. Sin embargo, al prestar atención a la edificación de la iglesia, debemos entender que ningún obrero puede edificar la iglesia directamente. Todo obrero edifica la iglesia indirectamente al perfeccionar a los santos. Cuando laboramos en un lugar, nuestra labor principal no debe ser edificar la iglesia directamente. Nuestra labor principal debe ser perfeccionar a los santos. La edificación directa de la iglesia la deben llevar a cabo los santos perfeccionados, y no nosotros mismos. Después que laboramos en un lugar, debemos poder decir que en lugar de edificar la iglesia directamente, hemos perfeccionado a un grupo de santos que ahora cumplen su responsabilidad y manifiestan su función. Cuando nos vayamos, los santos que hemos perfeccionado manifestarán su función de una manera más positiva. Ésta es la manera apropiada de edificar la iglesia. Esto es completamente diferente a lo que se practica en el cristianismo.

En el cristianismo debe estar presente un pastor o predicador a fin de llevar a cabo actividades cristianas. En cuanto el pastor o predicador se marcha, las actividades se detienen, porque nadie es capaz de dar el sermón. Si los colaboradores laboran conforme a este principio, hemos cometido un grave error. Es equivocado que edifiquemos la iglesia directamente, porque la edificación se detendrá en cuanto nos marchemos. Lo apropiado es que perfeccionemos a los santos. Cuanto más permanezcamos en un mismo lugar, más debemos poder perfeccionar a otros. Con el tiempo, los santos son perfeccionados. Después de ser perfeccionados, los santos que anteriormente estaban ociosos y no ejercían mucho su función llegan a ser útiles. Anteriormente, estos santos no podían manifestar su don ni su función; pero después de ser perfeccionados, ellos manifiestan y ejercen su función. Los santos que no podían brindar a los demás ningún suministro en las reuniones pueden ejercer su función e impartir un suministro a los demás después que son perfeccionados.

Después que laboramos en un lugar, debe quedar un buen número de santos perfeccionados. Entonces la edificación de la iglesia no se detendrá cuando nos vayamos, sino que será más activa. Éste es el servicio apropiado, y ésta es la manera en que el Señor edifica la iglesia.


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