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Perfeccionamiento de los santos y la edificación del Cuerpo de Cristo, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6129-3
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CRECER HASTA LA MEDIDA DE LA CABEZA

Asidos a la verdad

El versículo 15 dice: “Sino que asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, Cristo”. Hoy en día, si queremos edificar el Cuerpo de Cristo, debemos amar a Dios, a Cristo y a la iglesia en el amor con el cual Dios nos ama y en el amor que Él puso en nosotros. Por medio de esto, podemos asirnos a la verdad en este amor. Según las palabras de Salomón, todo bajo el sol es vanidad; no hay realidad (Ec. 1:2). Sin embargo, hay alguien que es real en el universo: Dios mismo. Si Dios ocupa la posición apropiada en todo, entonces todo es verdadero. De lo contrario, todas las cosas son vanidad de vanidades. Como dice Romanos 3:4, todo hombre es mentiroso; sólo Dios es veraz. En este Dios verdadero se encuentran tres cosas: la economía de Dios, el Cristo de Dios y el Cuerpo de Cristo, la iglesia. En todo el universo únicamente este grupo de cosas es verdadero. Si usted extrajera estas cosas del universo, el universo sería vano. Por consiguiente, cuando usted oiga rumores en la iglesia, debe confrontarlos con estas palabras. ¿Se conforman dichos rumores a la economía de Dios, al Cristo todo-inclusivo y al Cuerpo de Cristo? Si no se conforman a estas tres cosas, entonces debemos desatenderlos. De ese modo, usted estará asiéndose a la verdad en amor.

En amor: en el elemento y la esfera
del amor divino

El amor no es simplemente un elemento, sino que también es una esfera. El elemento se refiere al constituyente interno. El constituyente del amor de Dios es sencillamente Dios mismo. El constituyente del amor está en nosotros, y nosotros nos asimos a la verdad en dicho constituyente. Este amor también es una esfera. En este amor y por medio de este amor, nosotros podemos asirnos a la verdad.

Asidos a la economía neotestamentaria de Dios

Cuando nos asimos a la verdad, el primer asunto al cual nos asimos es la economía neotestamentaria de Dios. La economía de Dios es Su impartición del misterio escondido en Él. El ser de Dios está lleno con una economía. Lo que llena Su ser es un determinado plan y propósito, y conforme a ellos, Él ha hecho ciertos preparativos. En breve, Él dispuso que crearía los cielos y la tierra y que crearía al hombre a Su imagen y semejanza para que fuera como Él, para que fuera Su vaso, y para que estuviera preparado para el día cuando el Dios Creador entraría en el hombre y se mezclaría con él, a fin de llegar a ser los muchos miembros de Cristo y formar parte del Cuerpo de Cristo para expresar a Cristo, lo cual equivale a expresar al Dios Triuno en Cristo. Ésta es la economía de Dios, y ésta es la impartición del misterio escondido en Dios. Éste es el primer asunto al cual debemos asirnos.

Asidos al Cristo todo-inclusivo

En segundo lugar, debemos asirnos al Cristo todo-inclusivo. Este Cristo es Aquel que todo lo llena en todo. Él no sólo está en todo, sino que también lo llena todo. El universo es inconmensurable, y Pablo comparó la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del universo a las medidas de Cristo (Ef. 3:18). Esto nos muestra que las medidas y riquezas de Cristo son inescrutables. Sin duda alguna, cuando Pablo escribió el libro de Efesios, él vio una visión. Es por ello que, al describir a Cristo, usó las expresiones más elevadas, tales como “la anchura, la longitud, la altura y la profundidad” (v. 18) y “las inescrutables riquezas de Cristo” (v. 8).

Asidos a la iglesia

Tercero, debemos asirnos a la iglesia. La iglesia es el Cuerpo de Cristo como la plenitud de Cristo que lo expresa. Por lo tanto, la iglesia no es una organización, sino un organismo. La razón por la cual nuestro cuerpo es tan maravilloso es que es un organismo. Todos los órganos de nuestro cuerpo, tales como los dientes, la nariz y las orejas, crecen en nuestro cuerpo y son parte de nuestro cuerpo; no han sido puestos allí como una mera añadidura. La iglesia es el Cuerpo de Cristo; como tal, está compuesta de aquéllos que han sido regenerados, salvos y han recibido a Cristo como su vida. Si un hombre no tiene a Cristo en su interior, aunque haya sido bautizado diez mil veces, aún no es un miembro de la iglesia. Esto se debe a que la iglesia es completamente orgánica. Todos los miembros genuinos crecen en la iglesia, y no son añadidos por medio de una organización. Debemos asirnos a este organismo y no a ninguna congregación organizada.


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