Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7380-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Durante muchos años me causaba molestia lo que el Señor dijo en Juan 6 respecto a beber Su sangre (vs. 53-54, 56). En la Pascua se aplicaba la sangre del cordero en los postes de las puertas. Pero aquí el Señor Jesús habló de que debemos beber Su sangre. Con el tiempo, el Señor me mostró que beber simplemente significa recibir. Así que, beber la sangre es recibirla. La manera apropiada de recibir algo en nuestro estómago es comiendo o bebiendo. El significado de comer y beber es que recibimos algo en nuestro ser. Por consiguiente, comer la carne del Señor y beber Su sangre es recibir la carne y la sangre del Señor en nuestro ser. Comer es ingerir el alimento para que sea asimilado en nuestro cuerpo orgánicamente. Comer al Señor Jesús es recibirle en nosotros para ser asimilado como vida por el nuevo hombre regenerado. Este mismo principio se aplica cuando le bebemos a Él.
Mateo 26:26-28 describe la escena donde el Señor Jesús establece la mesa. Según Mateo 26:26, el Señor Jesús tomó “pan y bendijo, y lo partió, y dio a los discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es Mi cuerpo”. Luego, después de tomar la copa, y dar gracias, se la dio a Sus discípulos y dijo: “Bebed de ella todos; porque esto es Mi sangre del pacto, que por muchos es derramada para perdón de pecados” (vs. 27-28). Comer la carne del Señor, la cual está representada por el pan, y beber Su sangre, representada por la copa, es recibir al Cristo crucificado, quien fue muerto por nuestros pecados para que la redención fuese efectuada. De esta manera le tomamos y le recibimos como nuestra comida para ser nutridos.
Hemos indicado que, según Juan 6, el Cristo crucificado fue resucitado y ascendió y llegó a ser el Espíritu vivificante corporificado en la Palabra. Esto va más allá de nuestra capacidad mental de poder entender a esta persona maravillosa, que se encarnó, que fue crucificado y resucitado, que ascendió a los cielos y ha llegado a ser el Espíritu vivificante corporificado en la Palabra.
Gran parte de la enseñanza que prevalece entre los cristianos en la actualidad no abarca todos los asuntos que se revelan en el capítulo 6 de Juan. Puede ser que le pongan atención a la encarnación del Señor, a Su redención, a Su resurrección y a Su ascensión. Es común que los maestros de la Biblia señalen que Cristo nació de una virgen, que Él murió en la cruz por nuestros pecados, que fue resucitado y que ascendió a los cielos. Pero muchos, no abarcan las dos últimas secciones relacionadas con Cristo en este capítulo, las secciones respecto a que Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante corporificado en la Palabra de vida. Pero si deseamos recibir al Señor Jesús como nuestro pan de vida, como el suministro de vida que nos nutre, necesitamos ver que Él es Espíritu vivificante y que este Espíritu está corporificado en la Palabra.
Entre los cristianos no hay gran debate en cuanto a la encarnación del Señor. Y no hay tanto debate acerca de la crucifixión del Señor. Sin embargo, cuando vienen al tema de la resurrección y ascensión de Cristo, muchos cristianos no tienen mucha claridad, y su entendimiento es vago. Algunos sólo pueden decir que, según las Escrituras, Cristo no podía ser retenido en el Hades. Por tanto, Él salió en resurrección, ascendió a los cielos, y ahora está sentado en el trono a la diestra de Dios. Pero si nos detenemos en el asunto de la ascensión de Cristo, entonces lo que el Señor dice en Juan 6 acerca de comer Su carne y beber Su sangre serán palabras vanas en lo que a nosotros se refiere, ya que no tendríamos manera de experimentarlas. Si el Señor Jesús no fuese el Espíritu vivificante corporificado en la Palabra, no tendríamos manera de obtener la vida eterna al comer y beber de Él.
Hemos visto que el Señor Jesús dijo que Su carne es verdadera comida y que Su sangre es verdadera bebida (v. 55), que si no comemos la carne del Hijo del Hombre, y bebemos Su sangre, no tenemos vida en nosotros (v. 53), y que si le comemos, también viviremos por causa de Él (v. 57). Al oírlo, muchos de los discípulos del Señor, dijeron: “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” (v. 60). Ellos no podían entender cómo era posible que el Señor les diese Su carne para comer y Su sangre para beber. Algunos de los judíos sólo pudieron decir: “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice ahora: Del cielo he descendido?” (v. 42). También se nos dice que los judíos “contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este hombre darnos a comer Su carne?” (v. 52). De igual modo, hoy en día para muchos cristianos, lo que el Señor expresó acerca de comer Su carne y beber Su sangre es una palabra dura.
En 6:63 el Señor Jesús dijo: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Según el contexto, carne aquí se refiere a la carne del cuerpo físico. Aquí el Señor explicó que lo que Él nos daría de comer no era la carne de Su cuerpo físico, pues ésta para nada aprovecha. Lo que el Señor nos da es el Espíritu vivificante. Ya vimos que este Espíritu es el Señor mismo en resurrección.
En 6:63 el Señor dijo que Sus palabras son espíritu y son vida. Aquí “las palabras” van después del Espíritu. El Espíritu es viviente y verdadero, no obstante es misteriosos e intangible, y como tal, difícil de ser captado por nosotros. Pero las palabras del Señor son concretas. Primero, el Señor indicó que para poder darnos vida, Él llegaría a ser el Espíritu. Luego, Él dijo que las palabras que Él habla son espíritu y son vida. Esto muestra que las palabras que Él habla son la corporificación del Espíritu vivificante. Él ahora es el Espíritu vivificante en resurrección, y el Espíritu está corporificado en Sus palabras. Cuando recibimos Sus palabras al ejercitar nuestro espíritu, recibimos al Espíritu, quien es vida.
Muchos cristianos están perplejos por lo dicho por el Señor en el versículo 63. No saben lo que significa que las palabras del Señor sean espíritu y vida. A algunos cristianos les interesa la Biblia sólo según la letra; ellos se muestran renuentes incluso a hablar del Espíritu. Lo único que desean es entender las letras de la Biblia. Sin embargo, si no tocamos al Espíritu en la Palabra, no podemos recibir vida. El Espíritu es el extracto de la Biblia. Pero este extracto está corporificado en la Palabra. Hoy en día, el Cristo encarnado, crucificado, resucitado y ascendido es el Espíritu vivificante, y este Espíritu vivificante está corporificado en la Palabra. Diariamente debemos venir a Él y tocarlo como Espíritu en la Palabra. Si hacemos esto, nos alimentaremos de Cristo como pan de vida.
En nuestra vida cristiana, diariamente necesitamos la experiencia de tener contacto con el Espíritu de una manera práctica. No debemos conformarnos meramente con leer unos cuantos capítulos de la Biblia cada día, ni con recibir una porción de la Palabra durante el avivamiento matutino. Siempre que venimos a la Palabra necesitamos ejercitar todo nuestro ser, especialmente nuestro espíritu, para contactar a Cristo, quien ahora es el Espíritu vivificante. No hay duda de que debemos leer la Biblia. Pero es crucial que tengamos contacto con el Espíritu en la Palabra al ejercitar todo nuestro ser. Si hacemos esto, recibiremos a Cristo como nuestro suministro de vida. Recibiremos a Cristo como el maná celestial.
Hemos visto que Cristo es el pan de vida, el pan de Dios, el pan celestial, el pan vivo y el pan verdadero. Hoy en día este pan no es meramente el Cristo encarnado, crucificado, resucitado y ascendido, sino el Cristo que ha llegado a ser el Espíritu vivificante.
En el capítulo 3 de Juan tenemos el caso del caballero religioso, y en el capítulo 4, el caso de una mujer samaritana inmoral. Luego en el capítulo 5 vemos que aparte de Cristo y sin Cristo todo es vacío. El punto crucial del capítulo 6 es que estamos hambrientos y necesitamos que Cristo sea nuestro alimento. Hoy en día, este Cristo no es simplemente el que se encarnó y fue crucificado, ni tampoco el que resucitó y ascendió. Él ahora es el Espíritu vivificante. Si no conocemos nuestra necesidad, ni conocemos lo que Cristo es hoy, estaremos vacíos. Necesitamos a Cristo como nuestro suministro de vida, y hoy en día Cristo es el Espíritu vivificante. Día tras día debemos ejercitar nuestro espíritu para tener contacto con Él. Así como tomamos tres comidas cada día, así también durante el día necesitamos comer a Cristo como el pan de vida una y otra vez. Incluso en todo momento debemos comer al Espíritu que da vida. Aquel que es nuestro Creador, Redentor, Salvador, Señor y Amo es el Espíritu vivificante a fin de que le contactemos todo el tiempo.
Estamos hambrientos y necesitamos alimento. Aunque usted sea cristiano desde hace muchos años, todavía tiene hambre cada día. Cristo no solamente es nuestra vida; Él también es nuestro suministro de vida, nuestro alimento diario.
Todos necesitamos al Cristo que se revela en el capítulo 6 de Juan. Sí, hemos abarcado los capítulos 3, 4 y 5. Pero ahora en el capítulo 6, somos los hambrientos que están cerca del mar en Galilea y necesitamos a Cristo como nuestro suministro de vida. Necesitamos que Él sea nuestros panes de cebada y nuestros peces. Le necesitamos como la vida que genera y la vida que redime. Y es como Espíritu que Cristo es esta vida para nosotros. El Espíritu vivificante es la vida que genera, la vida que redime y la vida que vence. Necesitamos a este Espíritu como nuestra vida y suministro de vida, como el alimento que nos nutre diariamente. Es importante que todos veamos esto. Espero que todos podamos recibir la ayuda para darnos cuenta que necesitamos a Cristo como nuestro suministro de vida, y entonces diariamente tengamos contacto con Él, quien es el Espíritu vivificante corporificado en la Palabra.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.