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Pleno conocimiento de la Palabra de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4719-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 5 Sección 4 de 5

LABORAR EN LA BIBLIA

Espero que todos ustedes vean que ésta es una nueva era. Es por ello que tenemos que cambiar el sistema. Sería absurdo si pretendiéramos seguir usando una vieja carreta tirada por bueyes para viajar alrededor del mundo. Doy gracias al Señor porque todos ustedes aman al Señor. Algunos incluso son servidores de tiempo completo. Hace seis meses los exhorté a que dedicaran cuatro horas diarias al estudio de la Biblia, desde las ocho de la mañana hasta el medio día, de lunes a sábado. En este mensaje hemos dicho que Dios desea que todos los hombres, además de ser salvos, vengan al pleno conocimiento de la verdad. ¿Qué es la verdad? La Palabra de Dios, la Biblia, es la verdad (Jn. 17:17). Por consiguiente, todos debemos laborar para profundizar en la Palabra de Dios. En 1 Timoteo 5:17 dice que los ancianos deben hacer dos cosas: presidir bien y laborar en la Palabra de Dios. Los que laboran en la Palabra de Dios deben ser tenidos por dignos de doble honor.

Permítanme preguntarles a todos ustedes, ¿es difícil estudiar? Anoche vi desde mi ventana a unos niños estudiando hasta las once. Quisiera preguntarles a ustedes que aman al Señor, ¿ustedes laboran en la Palabra de Dios y la estudian con tanto esmero como esos niños? ¿Su falta de estudio se debe a que la iglesia no los presiona ni les da exámenes? ¿Se debe a que la iglesia no les da una nota ni les da un diploma? Es posible que todavía pensemos como en el pasado, que es suficiente con que sólo asistamos a las reuniones y seamos un poco fervientes y, que después que lleguemos a ser servidores de tiempo completo, no hagamos nada más que llevar la Biblia todos los días en nuestro maletín, sin presentar exámenes y sin ser aprobados o reprobados. Es posible que todavía pensemos que los colaboradores tienen una posición permanente. Esta condición es abominable a los ojos del Señor.

LA VERDADERA EDUCACIÓN
REQUIERE DEL USO DE LIBROS DE TEXTOS
Y UN SALÓN GRANDE PARA REUNIONES

Por lo tanto, los exhorto a ustedes: a fin de que la obra del Señor, el recobro del Señor, la iglesia del Señor, pueda seguir adelante, se necesita que haya un grupo de personas que laboren en la Palabra de Dios. Las industrias de Taiwán son muy prósperas porque hace treinta años los jóvenes, quienes entonces tenían veintitantos años, laboraron diligentemente en sus estudios. Hoy en día ellos han obtenido muchos logros en las áreas de la ciencia y la industria. Es por ello que este país tiene futuro. Estas personas que trabajan en Taiwán tienen ahora entre cuarenta y cincuenta años de edad. Ellos han recibido la educación más elevada que el gobierno les provee, por lo que han llegado a ser personas útiles y competentes. Éste es un ejemplo muy claro. Hoy en la iglesia nuestro esfuerzo no es suficiente. Hemos estado aquí en Taiwán por treinta y seis años, pero los resultados de nuestra obra no son comparables a los resultados que han logrado las industrias de Taiwán. Yo di un entrenamiento aquí en 1952, y en menos de un año más de cien servidores de tiempo completo fueron producidos. Después que salí de Taiwán en 1960, no ha habido ningún entrenamiento, y no muchos servidores de tiempo completo han sido producidos.

Alabado sea el Señor porque ahora ustedes jóvenes están siendo levantados. Me preocupa el hecho de que ustedes necesitan materiales de enseñanza y libros de texto. Aun después que tengan esos libros de texto, tendrán que laborar arduamente. Por ahora, me preocupan dos cosas. La primera es que no tenemos libros de texto. Después de regresar a Taiwán esta vez, siento una carga muy enorme por escribir libros de texto. Después de que los libros de texto sean escritos, todos ustedes podrán asistir a las clases. Mi segunda preocupación es que necesitamos construir un salón grande para las reuniones.

Tenemos que cambiar el sistema. En el día del Señor no podemos ubicar en un mismo salón a los que fueron salvos hace treinta años y a los recién salvos, para darles el mismo mensaje. Si predicáramos semana tras semana y año tras año por treinta años, el Señor aún no tendría un camino por el cual avanzar. Pero si cambiamos el sistema, si vienen seiscientas personas a la reunión, necesitaremos seis salones cada uno con capacidad para cien personas. Tendremos que dividir a las personas en clases y darles diferentes materiales de enseñanza. No podemos seguir el modelo de las denominaciones y edificar un salón de reuniones, contratar a un pastor residente, luego contratar a dos o más predicadores y algunos conserjes, entrenar a algunos miembros para que canten en el coro y finalmente celebrar el servicio dominical. Si el Señor tiene misericordia de nosotros, en dos o tres años podremos construir un salón grande para las reuniones; entonces podremos hacer muchas cosas. Debemos laborar arduamente para fortalecer nuestra educación espiritual.

En los ocho años de la guerra sino-japonesa todas las universidades se trasladaron al interior de China. Como no había edificios allí para universidades, todas las casitas y chozas vinieron a ser los edificios universitarios. Incluso los cuadernos eran hechos con papel higiénico. Pese a que la situación era tan precaria, la educación universitaria fue establecida. Es por eso que China es un país tan avanzado hoy. De la misma manera, pese a que hoy no estamos muy bien equipados —pues tenemos muy poco espacio y no tenemos suficientes recursos humanos— debemos poner todo nuestro empeño. Espero que ustedes hermanos y hermanas entiendan cuál es la verdadera situación. Lo que la iglesia del Señor y el recobro del Señor necesitan hoy es un grupo de personas que conozcan la verdad. No sólo unos cuántos colaboradores y ancianos deben conocer la verdad, sino la mayoría de los hermanos y hermanas.


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