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Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7893-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 13 Sección 2 de 4

ANDAR CONFORME AL ESPÍRITU
Y SER RENOVADOS EN NUESTRA MENTE

El versículo 4 dice: “Para que el justo requisito de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu” y el versículo 6 continúa, diciendo: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. Los capítulos del 7 al 12 nos muestran un proceso con respecto a la mente. Primeramente, 7:25 dice: “Yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios”. Esto es un esfuerzo, una lucha, que no nos aprovecha. Aquí la mente es el medio por el cual servimos con nuestro yo. Sin duda alguna, ésta es la mente independiente y vieja. Luego, en el capítulo 8 la mente está vuelta hacia la dirección correcta; está vuelta al espíritu y está puesta en el espíritu. Finalmente, 12:2 dice: “No os amoldéis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente”. Aquí la mente está en el proceso de ser renovada. Originalmente era la mente vieja e independiente, pero a partir de este momento, está siendo renovada para cumplir el propósito del espíritu. Ahora la mente puede ser usada por el espíritu como su órgano.

EL PUNTO CLAVE DE TODA LA VIDA CRISTIANA

El Cristo redentor hoy está en nosotros como Espíritu vivificante. En la cruz Él era el Cordero de Dios que redime, y ahora en nuestro espíritu Él es el Espíritu vivificante. El Cordero nos trae la redención, y el Espíritu nos trae la vida. La redención se efectuó fuera de nosotros, en la cruz, pero la vida es algo que está dentro de nosotros, en nuestro espíritu. El punto clave de la vida cristiana es que Cristo está en nuestro espíritu y que este Cristo maravilloso es el Espíritu vivificante y todo-inclusivo. Dios, el hombre, la crucifixión, la encarnación, la resurrección, la ascensión, la gloria, el poder, la vida y todo se encuentra en Él, y Él está en nosotros.

El hombre está compuesto de tres partes: el espíritu, el alma y el cuerpo. Originalmente, Dios creó al hombre dotado de un cuerpo, y no la carne, pero debido a que Satanás entró en el cuerpo del hombre, el cuerpo fue arruinado, corrompido, envenenado y alterado en cuanto a su naturaleza de modo que se convirtió en la carne. De forma similar, dentro de la mente se encuentra el yo. La mente es la parte principal del alma y representa el alma. Es por esto que algunos traductores del Nuevo Testamento vierten la palabra griega que normalmente se traduce “alma” como “mente”, según se ve en Filipenses 1:27. Cuando fuimos salvos, Cristo entró a nuestro espíritu como nuestra vida. En nuestro cuerpo está Satanás como pecado, lo cual hace que el cuerpo sea carne, y en nuestra mente está el yo. Sin embargo, en nuestro espíritu tenemos a Cristo como vida y como todo.

Los primeros tres capítulos de Romanos describen al hombre como uno que vive en la carne. Antes que fuésemos salvos, éramos o judíos o gentiles que vivíamos todo el tiempo en la carne haciendo cosas pecaminosas. Después que alguien es salvo, es posible que él no esté claro en su experiencia respecto al hecho de que no debería intentar vivir por sí mismo; así que, el capítulo 7 es un relato de una persona que vive por sí misma, sirviendo a la ley de Dios con la mente y en el yo. Esto es el relato de un hombre bueno. Ambos hombres, tanto el que vive pecaminosamente en la carne en Romanos 1—3 como el que vive moralmente en el alma en Romanos 7, están mal. En vez de ello, necesitamos vivir en el espíritu, no de manera pecaminosa ni moral, sino espiritualmente, debido a que Cristo hoy es el Espíritu vivificante que vive en nuestro espíritu. Como Espíritu Él se mezcla con nuestro espíritu, de modo que ahora estos dos espíritus son uno solo (1 Co. 6:17). Éste es el punto crucial de toda la vida cristiana.

ANDAR EN NUESTRO ESPÍRITU MEZCLADO
Y CONFORME AL MISMO

El Espíritu tiene una larga historia e incluye muchos elementos. Él es el Dios verdadero, el Dios Triuno, y también es el hombre real. En Él también están la encarnación, el vivir humano, los sufrimientos humanos, la crucifixión, la resurrección con el poder de la resurrección, la ascensión, la glorificación y la entronización. Todos los logros del Dios-hombre y todo lo que Él consiguió están incluidos en el Espíritu. El espíritu humano tampoco es simple. Nuestro espíritu fue creado por Dios de tal modo que pudiera recibir a Dios mismo. En la caída nuestro espíritu se convirtió en una condición de muerte, pero aún fue preservado por Dios. Ahora Cristo ha entrado en él para vivificarlo, para regenerarlo y para elevarlo. Nuestro espíritu ha sido regenerado y elevado por Cristo, y Cristo mora en su interior. Por ende, tanto el Espíritu como nuestro espíritu tienen una larga historia, y ahora estos dos espíritus están mezclados como un solo espíritu. Éste es el espíritu maravilloso que se menciona en las Epístolas. Debemos aprender todos estos asuntos y ministrarlos a la gente en todo lugar.

Necesitamos andar en este espíritu maravilloso y conforme al mismo (Ro. 8:4). Cuando andamos conforme a este espíritu, todas las cosas son nuestras. No hay necesidad alguna de ir en pos de la victoria, porque cuando andamos en este espíritu, la victoria es nuestra. De hecho, ni siquiera es necesaria la victoria. Sólo necesitamos la victoria cuando tenemos enemigos. Sin embargo, en el espíritu no hay enemigo alguno. En la Nueva Jerusalén no tendremos ningún enemigo, así que no habrá necesidad de victoria. Igualmente, en nuestro espíritu no hay ningún problema, así que no hay necesidad de solución alguna. Mientras estemos en este maravilloso espíritu, todo está bien. Además, aquí está el suministro; todo lo que necesitamos se halla en nuestro espíritu. Si necesitamos luz, aquí está la luz. Si necesitamos consuelo, gozo, paz, reposo, poder o paciencia, todo esto y algo más está en nuestro espíritu. Es por esto que toda la Biblia finalmente nos trae a este punto, al enfatizar que debemos andar en el espíritu, vivir en el espíritu, orar en el espíritu, amar a nuestros hermanos en el espíritu, tener comunión en el espíritu y hacerlo todo en el espíritu. Cuando estamos en este espíritu, todo es maravilloso. Todos los problemas no solamente son solucionados, sino que desaparecen totalmente.

Cuando vivimos en la carne, todo está envuelto en “esmog”, en una neblina tóxica, pero en el espíritu estamos libres de todo esmog. Nuestro espíritu está libre de todo esmog, y ahí no hay problemas. En nuestra carne hay muchos enredos negativos. Cuando vivimos en la carne, nos relacionamos con Satanás, y Satanás está relacionado con el mundo. Igualmente, cuando vivimos en el yo, en la mente, tenemos más complicaciones. Ya no deberíamos vivir en nuestro yo, intentando servir la ley de Dios con la mente por nuestra propia cuenta. Ya no podemos decir: “Yo mismo con la mente sirvo”; más bien, tenemos que prestar toda nuestra atención a andar en el espíritu, pues aquí es donde se encuentra al Cristo maravilloso hoy.


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