Ejercicio del reino a fin de edificar la iglesia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3898-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Señor le dijo a Pedro: “Bienaventurado eres, Simón Barjona, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos” (v. 17). El Señor parecía decirle: “Tú eres Simón, hijo de Jonás, el hijo de un hombre de carne y sangre. Pero esto, no te lo reveló carne ni sangre; fue Mi Padre que está en el cielo quien te lo reveló”. Debemos pedirle al Padre que está en el cielo que nos conceda ver que Jesús es el Cristo y el Hijo del Dios viviente. Necesitamos que el Padre nos muestre que Cristo posee el agua, la vida y también el aceite, la capacidad para ejercer la función. No piense que usted ya sabe que Jesús es el Cristo y que es el Hijo del Dios viviente. Esto puede ser una simple terminología para usted. Es posible que aún no haya recibido la revelación de este hecho. Cuando estuvimos en la escuela dominical, se nos enseñó que Jesús era el Cristo y el Hijo de Dios. Sin embargo, estos términos no significaban nada para nosotros. Necesitamos recibir la revelación de que el Jesús, en quien hemos creído para ser salvos, es el Cristo, el aceite derramado sobre nosotros para ejercer nuestra función, y el Hijo del Dios viviente, el agua que está en nosotros para que tengamos vida.
En 1 Juan 5:12 dice que el que tiene al Hijo, tiene la vida. El Hijo es la vida misma porque Él es la corporificación de Dios. Debido a que el elemento, la esencia, la vida y la naturaleza de Dios están corporificadas en el Hijo, el Hijo es la sustancia, la expresión, de la vida divina. Por lo tanto, si tenemos al Hijo, tenemos la vida divina, la esencia divina. Si tenemos al Hijo, tenemos a Dios en nosotros como nuestra vida.
En 2 Corintios 1:21 dice: “El que nos adhiere firmemente con vosotros a Cristo [el Ungido], y el que nos ungió, es Dios”. Al ser adheridos al Ungido, tenemos el ungüento para ejercer nuestra función. No deben decir que no son capaces de orar en las reuniones ni dar un testimonio. Si tienen este concepto, el cielo estará cerrado para ustedes. ¡Oh, cuánto necesitamos pedirle al Señor que nos conceda un cielo despejado! Olvídense de lo que son y de lo que pueden hacer, y recuerden que ustedes han recibido al Hijo del Dios viviente como su vida y que han sido adheridos al Ungido. Debido a que han sido adheridos a Él, el ungüento que está sobre Él fluye ahora a ustedes. Olvídense de que son débiles, poco inteligentes o que se sientan que no son nada; aunque no somos nada, hemos sido adheridos al Ungido. Tenemos al Hijo del Dios viviente en nosotros, y hemos sido adheridos al Cristo. Por lo tanto, la vida está dentro de nosotros, y el ungüento está sobre nosotros. Todo aquel que cree esto ha sido verdaderamente bendecido por el Padre que está en el cielo.
Por naturaleza todos somos Barjonas, es decir, hombres naturales nacidos de padres naturales. Sin embargo, también tenemos otro origen, el Padre que está en el cielo. Nosotros, los seguidores de Cristo, tenemos dos orígenes: un origen natural y otro celestial. Por un lado, somos Barjonas; por otro, somos hijos de Dios. El Padre que está en el cielo siempre coopera con Su Hijo. Cuando el Hijo llevó a los discípulos a Cesarea de Filipo, el Padre estaba listo para inspirar a Simón Barjona, a fin de que éste viera que Jesús, el nazareno, era el Cristo y el Hijo del Dios viviente. Por medio de esta revelación, Pedro fue transformado de Simón a Pedro, de un hijo de Jonás a un hijo del Padre que está en el cielo. Por consiguiente, Pedro recibió la bendición de parte de otra fuente: el Padre que está en los cielos.
El versículo 18 puede ser traducido de la siguiente manera: “Y Yo también te digo, que tú eres una piedra, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. El Señor le dijo a Simón que él era una piedra y que Él edificaría la iglesia sobre esta roca. Esta roca primeramente se refiere a la maravillosa persona de Cristo, el Hijo del Dios viviente, Aquel que es nuestra vida y quien tiene el aceite. En segundo lugar, se refiere a la revelación de esta persona, la cual Pedro recibió. Cuando recibimos esta revelación, la revelación se convierte en la roca. Por lo tanto, la iglesia no sólo es edificada sobre la persona de Cristo, sino también sobre la revelación de esta persona. En tercer lugar, la roca se refiere a la declaración que hizo Pedro de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Por consiguiente, la roca se refiere a tres cosas: a la persona de Cristo, a la revelación de Su persona y a la declaración que hizo Pedro.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.