Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7381-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este capítulo continuaremos viendo los detalles de las partes del hombre como vaso del Señor. Hemos visto claramente que la intención de Dios es forjarse a Sí mismo en nosotros para ser nuestra vida y nuestro todo. En otras palabras, Él tiene que ser nuestro contenido. Para lograr este propósito, Dios nos creó como Sus vasos compuestos de muchas partes. La palabra partes no es un término usado sólo por nosotros, sino que está en la Palabra de Dios. Jeremías 31:33 dice: “Éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, declara Jehová: Pondré Mi ley en sus partes internas, y sobre su corazón la escribiré”. Las partes externas son los miembros de nuestro cuerpo, pero dentro de nuestro cuerpo están las partes internas. Debemos conocer qué cosa son estas partes internas. Hebreos 8:10, una cita de Jeremías 31:33, dice: “Pondré Mis leyes en la mente de ellos”. Las partes internas mencionadas en Jeremías 31 vienen a ser “la mente de ellos” en Hebreos 8. Esto indica que la mente es una de las muchas partes internas.
Salmos 51:6 dice: “He aquí, te deleitas en la verdad en las partes internas; / y, en la parte escondida, Tú me harás conocer sabiduría”. Aquí vemos de nuevo las partes internas. Además de éstas, tenemos también la parte escondida. La verdad se halla en las partes internas, pero la sabiduría se halla en la parte escondida. Debemos descubrir qué son las partes internas y la parte escondida.
En 1 Tesalonicenses 5:23 se nos dice que somos seres tripartitos, constituidos de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Este versículo nos da el orden apropiado de estas tres partes, al decir: “Vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo”; no dice vuestro cuerpo y vuestra alma y vuestro espíritu. El siguiente diagrama es una ilustración de las partes del hombre.

Hebreos 4:12 dice: “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Esto nos muestra que el espíritu y el alma pueden ser divididos y deben ser divididos. Para conocer a Cristo y entrar en Él como nuestro reposo y nuestra buena tierra, necesitamos discernir el espíritu del alma. El espíritu es el lugar donde Cristo mora en nosotros (2 Ti. 4:22). Si hemos de conocer a Cristo en nuestra experiencia, necesitamos aprender a dividir nuestro espíritu humano de nuestra alma.
Lucas 1:46 y 47 dicen: “Mi alma magnifica al Señor; y mi espíritu ha exultado en Dios mi Salvador”. Aquí vemos de nuevo la diferencia que hay entre el alma y el espíritu. Filipenses 1:27 habla de estar firmes en un mismo espíritu y de combatir unánimes [lit., con una sola alma]. Este “mismo espíritu” no es el Espíritu Santo, sino nuestro espíritu humano. En este versículo también vemos la diferencia entre el espíritu y el alma.
Hebreos 4:12 no sólo habla de dividir el alma del espíritu; también menciona las coyunturas y los tuétanos. Las coyunturas y los tuétanos son algo del cuerpo. Este versículo habla además de los pensamientos y las intenciones del corazón. Aun en el corazón vemos la diferencia que hay entre los pensamientos y las intenciones. Marcos 12:30 dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Este versículo se refiere a cuatro partes: el corazón, el alma, la mente y las fuerzas. Todas ellas deben ser discernidas por la palabra viva de Dios. Esto comprueba que a fin de conocer al Señor de manera práctica y real, debemos discernir todas estas cosas. Debemos conocer los pensamientos del corazón, las intenciones del corazón y todas las muchas partes del corazón.
El alma se compone de tres partes, y el espíritu también posee tres partes, o tres funciones. Debemos conocer las tres partes del alma y las tres partes del espíritu. Además, también debemos conocer lo que es el corazón. En 1 Tesalonicenses 5:23 se habla de todo nuestro ser, cuando nos dice que somos seres tripartitos compuestos de espíritu, alma y cuerpo, pero no dice nada sobre el corazón. Por consiguiente, debemos ver lo que es el corazón, de qué se compone y cómo podemos localizarlo con relación a las partes internas y la parte escondida.
Si ponemos juntos todos estos versículos, podremos ver que hay muchas diferentes partes internas dentro de las muchas partes externas del cuerpo. ¿Cuáles son estas partes? Según 1 Tesalonicenses 5:23, dentro del cuerpo tenemos un alma y un espíritu. El salmo 51 nos dice que tenemos las partes internas y la parte escondida. Según Jeremías 31 y Hebreos 8, la mente es una de las partes internas, y como veremos, la mente es una parte del alma. Así pues, las partes internas tienen que ser todas las partes del alma. La parte escondida tiene que ser el espíritu, porque nuestro espíritu está escondido dentro de nuestras otras partes; es la parte más profunda y escondida, no dentro del cuerpo, sino dentro del alma. En resumen, tenemos la parte exterior del cuerpo, las partes internas del alma y el espíritu que es la parte escondida.
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